Revista Pijao
Sobre criminales y otros malditos
Sobre criminales y otros malditos

Por Patricio Pron   Foto Getty

Babelia (Es)

Albert Camus afirmó en 1947 que “siempre hay una explicación social para lo que vemos en el arte; sólo que ésta no explica nada de importancia”; más o menos por la misma época, el escritor austriaco Heimito von Doderer sostenía que “los burgueses y pequeñoburgueses faltos de talento de ambos sexos son aún más inescrutables y misteriosos que el genio más sublime”, y esta última es la “explicación social” que mejor se adecúa y más conviene a la literatura del escritor judío de lengua alemana Hermann Ungar (Boskovice, Moravia, 1893-Praga, 1929). Naturalmente, y como advertía Camus, tampoco explica demasiado.

Ungar nació sólo dos años antes de que Sigmund Freud ajustase cuentas con la neurastenia, por entonces la enfermedad de moda, y 21 años antes de que estallase la Primera Guerra Mundial, de la que participó voluntariamente y en la que fue herido. La neurastenia daría paso a la neurosis y, poco después, a la “neurosis de guerra” (Kriegsneurose, Shellshock, Invalides du Courage, etcétera), que Ungar no padeció: tras la contienda bélica trabajó como abogado y director teatral, agregado comercial checoslovaco en Berlín y escritor, en este último caso para admiración de Thomas Mann y Stefan Zweig pero también con escándalo. Ungar no sólo dedicó la totalidad de su obra a los criminales, los sadomasoquistas, los familiares incestuosos, los enajenados y los manipuladores, sino que, al hacerlo, procuró iluminar también su interioridad (quizás excesivamente) para que se pusiese de manifiesto que ésta no difería demasiado de la de sus lectores.

Narrativa completa reúne toda esa obra otorgándole un sitio preferencial a Los mutilados (el gran libro de Ungar) y a La clase, el otro texto de extensión del autor. La primera narra la historia del empleado de banco Franz Polzer (otros personajes llevan nombres como Fanta y Milka, aunque esto es coincidencia); Polzer está hastiado de la puntualidad y del orden que persigue de manera enfermiza, pero le aterran lo inesperado y lo insólito, que entran indefectiblemente en su vida cuando es seducido por la viuda en cuya casa alquila una habitación: a partir de ese momento, el mundo de Polzer (quien, por una parte, aprendió desde niño a encontrar placer en los castigos físicos que le aplicaba su padre, y, por otra, siente repulsión hacia el sexo) se precipita en una espiral de perversiones propias y ajenas; es decir, se vuelve interesante. La segunda novela tiene como protagonista a Josef Blau, un maestro de escuela obsesionado con su “posición” que se precipita en el abismo por temor a ser humillado por sus alumnos, contra quienes el autor advierte: “El ser humano, decían, estaba dotado de bondad y comprensión; en tal caso, los chicos de catorce años no eran seres humanos”.

Josef Blau es el personaje típico de Ungar: poco avispado, pusilánime, conformista, de una religiosidad exacerbada y confusa, dictatorial, misógino (obliga a su mujer a utilizar faldas hasta los pies y más tarde a raparse la cabeza para no ser deseada por otros hombres, pese a lo cual está convencido de que ésta tiene un affaire con otro profesor del instituto), paranoico, débil. La suya podría ser una más de las historias que Freud y Breuer (quien comparte nombre de pila con Blau) reunieron en sus Estudios sobre la histeria de 1895. A Ungar, que estudió psicología, le interesaba acceder a la motivación “profunda” de sus personajes. Estos constituían ejemplos extremos de la forma en que una sexualidad reprimida en nombre de las instituciones del matrimonio y la religión, pero (sobre todo) de la respetabilidad burguesa, enloquecía literalmente a los sujetos. Sus personajes (un hombre que lleva hasta las últimas consecuencias el proyecto de destruir a una mujer que fue indiferente a su despertar sexual, un joven que comete un asesinato para vengar las ofensas padecidas por un padre alcohólico, un sirviente revolucionario que cree posible rebelarse a través de la obediencia) humillan y son humillados. Lo hacen sobre el fondo de una época cuyos estándares no sólo morales están cambiando aceleradamente (y no son capaces de comprender, lo que constituye la verdadera “explicación social” de la obra de Ungar) y en un lenguaje histriónico en el que abundan los pasajes introspectivos que cierto tipo de imaginación hispanohablante asocia a la gran tradición de la novela centroeuropea: “Porque también en mí estaban la inseguridad y el desasosiego de un temor constante, como si cada hora pudiera traerme la humillación definitiva que me dejaría sin fuerzas para sobrevivir a esta hora que me desenmascara, me descubre, me pone en evidencia, revela mi mentira y mi crimen. También yo, criminal fugitivo”, etcétera.

Título: ‘Narrativa completa’

Autor: Hermann Ungar.

Editorial: Siruela (2017).

Formato: tapa dura (508 páginas).


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