Por Carlos Restrepo
El bogotano Juan José Ferro aprovecha a veces su hora de almuerzo para autoinvitarse adonde su abuela, quien todos los días al mediodía tiene como ritual ver el concurso español de televisión Saber y ganar.
Esa imagen, justamente, fue la que inspiró a Ferro para su segunda novela, que además lleva como título el mismo nombre del exitoso programa.
Ferro, quien formó parte de la mesa de las nuevas voces de la narrativa colombiana en la pasada Feria del Libro, da vida en su novela a una mujer mayor, para reflexionar sobre la memoria y la vejez.
“Hay muchos elementos que tomo de la vida de mi abuela y a los que después les tuerzo el pescuezo, para que me sirvan a mí como material. En eso, este libro es más vivencial, pues muchas cosas son anécdotas que creo que mi abuela me contó así, aunque en realidad me las haya contado de otra forma”, explica.
De esta manera, Ferro toma como excusa el diario discurrir de su protagonista para hacer zum en la vida del hijo de la empleada del servicio que vive en la misma casa. Ellos conviven con los hijos de la patrona, que tienen la misma edad, aunque sus destinos sean otros.
“Esta fue una tradición que pasó mucho en este país. Y es una imagen que sirve para contar un montón de cosas de Colombia. La novela es lo que significó vivir aquí en una época, que es una lectura de historia personal, que a mí me interesaría que la gente tuviera”, dice.
Agrega que, para ello, se cuidó mucho de no caer en una imagen de ‘pornomiseria’. Los sucesos se van narrando en dos planos.
Uno es del presente de la protagonista viendo su concurso televisivo, que se mueve en paralelo con otro plano en el que el autor va hilando los recuerdos del pasado familiar.
En su obsesión por tomar distancia del imaginario tradicional, Ferro se propuso, a conciencia, pintar una protagonista distinta, que resulta hasta odiosa y poco adorable.
“Quería alejarme de esa idea de que el libro gusta porque los personajes son gente de la que uno sería amigo. Pues no. Rechazo esa idea: la figura del anciano tiene un gran riesgo de volverse enternecedora. Y resulta que los ancianos no siempre son así. Y me parece que también hay algo de la amargura de la ancianidad que había que rescatar, más allá de lo bonachón”, dice.
A diferencia de El efecto Bilbao, su primera novela, que surgió del reto de convertir en literatura la experiencia de observar un edificio, el autor siente que Saber y ganar es un giro en su obra.
“Me gusta esa clasificación que divide los libros en novelas de peripecia o de voz. Las novelas de peripecia son aquellas donde lo importante es la serie de eventos que van ocurriendo. Y las segundas, donde una persona cuenta la historia, lo que exige construir una voz creíble. Creo que esta es mi primera novela de este tipo”, dice.
Aunque Ferro cree que este libro es más emotivo, resalta su propósito de contener la emoción, que para él es algo primordial.
“Creo que mi proyecto siempre ha sido el grado mínimo de emotividad y hacer un vínculo con el lector que sea lo menos emotivo posible”, anota el autor, que estudió Escritura Creativa en la U. de Nueva York.
Con información del diario El Tiempo