China Alta, Ibagué, Tolima (1946)
Docente, periodista, cofundador de la Unión Nacional de Escritores, cofundador del taller literario El Mohán y cofundador de la Academia de Historia del Tolima. Junto a Libardo Vargas Celemín, publicó la revista Los nuevos en 1986 y fundó las revistas Panorama Universitario, NotiUT, y Crónica universitaria en la Universidad del Tolima. Ha realizado investigaciones históricas sobre el periodismo en el Tolima y publicó Una historia del Deportes Tolima, 1955-2005. Jefe de redacción de la revista Tolima.
Ha publicado los libros Una canción sin ternura, 1980,, reportaje a la universidad, 1996, El país de Pedro Bronco, novela, 1997, Breviario del periodismo tolimense, 1998, Ibagué: la ciudad donde Dios leyó un poema, compilación, 2003, El rostro de afrodita, cuentos, 2004 y El quinteto de Ibagué, en el que incluye cinco libros de relatos de la memoria: Inquilinos del novecientos, (1900-1920) Contarle al olvido (1920-1940), Los exiliados no izan las banderas (1940-1960), La primavera de los inocentes (1960-1980) y Las trampas del horror (1980-2000)
La piel de la ciudad
Por Carlos Orlando Pardo
Las ciudades siempre esconden secretos para todos los tiempos, pero sólo gracias a investigadores acuciosos logramos llegar a los rincones íntimos y asistir asombrados al descubrimiento. Es en aquellos textos donde se rebela un mundo subterráneo y apasionante, provocador y lleno de lecciones sobre el comportamiento y la conducta humana. Sin lugar a la duda, es lo que sabiamente ha logrado el escritor Camilo Pérez Salamanca a lo largo de una serie de obras sobre la capital del Tolima, como si en verdad la redescubriéramos y otros fueran los rostros y los protagonistas en el espejo de sus historias.
Fue en el año 2007 cuando el autor inició la publicación de cinco libros alrededor de la historia escondida de Ibagué, donde lo clandestino deja de serlo y como si únicamente, a través de la literatura, pudieran tomar protagonismo personajes anónimos y desconocidos hasta ahora.
La inquietante serie que parte de Inquilinos del novecientos, continúa en el 2009 con Para contarle al olvido y sigue en los textos con El grito del Amée, convierten a Camilo Pérez en el gran cronista contemporáneo de su ciudad natal y en el buceador experto de sus pasos a lo largo de diversas épocas.
El viaje por sus páginas nos deja muchas enseñanzas y reflexiones, permitiéndonos entender y respondernos sobre muchos de los orígenes de la conducta de los ibaguereños. La parte sumergida y hasta ahora oculta que narra Camilo Pérez, es lo que vuelve sus libros textos muy particulares. Aquí no se trata de la magia de la ficción sino de la ficcionalización de la historia a través de relatos y crónicas no exentas de nivel poético y producto de un largo y paciente recorrido por documentos y periódicos antiguos. Es el resultado de una pasión y el testimonio inequívoco de una ofrenda amorosa y vital.
Mientras aparecen publicados los otros textos de su quinteto, Camilo Pérez vuelve ahora de nuevo a entregarnos un libro titulado Piel de la ciudad, mapa mental de Ibagué. Parece un volumen en clave que sólo pudieran entenderlo viejos habitantes de la ciudad. Sin embargo allí están las pistas y la descripción contundente de los personajes de antaño y de hoy paseando por los mismos escenarios a través de crónicas poéticas, de reiteraciones y de pistas para armar la cotidianidad de todos los tiempos en esta capital. Son como las huellas de un largo itinerario en donde el autor homenajea a la ciudad reconstruyéndola, pero donde en esencia rinde culto a sus amigos y a la gente que sin haber conocido bien lo impactó por sus pasos. Esta radiografía minuciosa construída con la dedicación y el cuidado de un relojero antiguo, se lee doblemente porque cada frase evoca un mundo desaparecido que con la magia de su palabra resucita para nuestro agrado de lectores y de habitantes de Ibagué.
Sus 120 páginas son un mosaico de primera linea en ocasiones sobre personajes de segunda, pero que al fin y al cabo configuraron y configuran el paisaje de esta capital. Desentrañar barrios y lugares paradigmáticos, calles y avenidas, mujeres y recuerdos, músicos y poetas, politicos y funcionarios, es tarea de no poca monta y se requiere de un historiador avezado y cuidadoso, conocedor y casi sabio en este tema. El inventario feliz está dado y Camilo Pérez sigue dándonos motivos para quererlo y admirarlo más.