Por Laura Cardona
La Nación (Ar)
Ya son visibles un estilo y un universo singulares: lo siniestro, lo raro al borde de lo fantástico, entre un lado y otro de lo que la razón cuestiona y acepta, o de lo que la ética de las relaciones admiten, sobre todo las relaciones familiares. Una madre debe cuidar a un hijo; sin embargo, en el mundo de Downey, una madre obsesiva puede dejar a su hijo que apenas gatea encerrado en el balcón para poder trabajar, tranquila, con las planillas de su computadora.
Las fantasías más oscuras encuentran su lugar en estos relatos: una joven carga con la presencia fantasmal pero putrefacta de su novio muerto, porque no puede soltarlo; un abuelo autoritario lleva a su nieto a la peluquería y muestra su vulnerabilidad como el anverso de su estúpida omnipotencia; una viuda de guerra recibe innumerables visitas de oficiales que le anuncian, siempre de a dos, del mismo modo y como en un eterno retorno, la muerte heroica de su pareja.
Hay también una familia de animales muy educada y domesticada que convive, en el zoológico, con los salvajes, el grupo de animales que marcan territorios e imponen su dominio por la violencia. En otros relatos también aparecen animales, pero ya no como protagonistas sino como objetos de ritos, de abandono o de juego, para ser sacrificados o bien muertos y en estado de descomposición.
Por ejemplo, en "El lugar donde mueren los pájaros", la imagen de una belleza crepuscular refiere literalmente a un lugar en el bosque donde abundan pájaros muertos, el espacio de juego de dos hermanas que padecen la llegada de la tercera, una beba que no cesa de llorar, en un clima de caos y deriva familiar.
Los diferentes narradores, cada uno con una voz propia y singular, llevan adelante las historias cuyos personajes parecen oscuramente impiadosos, inocentes que sólo soportan lo que les toca en suerte u obsesivos que traspasan un límite (por bovarismo televisivo o hartazgo).
El lector pasa por la incomodidad, la complicidad risueña, cierta repulsión o el desasosiego sin interrupción, con la silente percepción de que lo que ocurre allí, en las historias de El lugar donde mueren los pájaros, lo interpela desde una zona que suspende cualquier respuesta. Un estilo preciso y controlado; las tramas inteligentes y originales en las que se muestra más de lo que se dice y un eficaz manejo de la tensión narrativa son algunos de los motivos por los que vale la pena visitar este universo literario.
EL LUGAR DONDE MUEREN LOS PÁJAROS. Tomás Downey, Fiordo. 128 Págs.