Revista Pijao
Reseña sobre El Beso del Francés: por Sonia Truque
Reseña sobre El Beso del Francés: por Sonia Truque

Es un recorrido histórico que tiene como ejes temáticos vidas que se cruzan en el devenir de la construcción del país, en un tiempo marcado por las sucesivas guerras civiles de finales del siglo XIX. Se menciona al francés Desiré Angee quien fuera uno de los arquitectos del Capitolio Nacional quien huyendo del final de Napoleón Bonaparte y con una obsesión por encontrar una mujer parecida a la Gioconda, llega al país para encontrarse con un país revuelto por las pugnas entre liberales y conservadores. Está la presencia de Isidro Parra, fundador del municipio de El Líbano-Tolima y figura preclara de la colonización antioqueña en el Estado Soberano del Tolima, la monja Mercedes González a quien las circunstancias la llevan a encontrarse con el francés después de evadir la guardia de Tomás Cipriano Mosquera que había establecido la conversión en deuda pública de los bienes de la Iglesia, sus comunidades religiosas, de sus colegios y sus establecimientos de beneficencia y la amortización de bienes de manos muertas en provecho de la educación popular. Tres vidas que se cruzarán buscando cada uno su paraíso.

La novela que tiene elementos estructurales claros de la novela de aventuras y de novela histórica pero rompe esas estructuras al yuxtaponer la carga de aventura con la realidad histórica que ficcionaliza al agregar personajes, escenarios, y subtramas para lograr una narración convincente, ágil, a la que el lector también aporta porque ha de ir armando la trama que no es lineal, que va del pasado al presente, que se cuenta desde varios puntos de vista.

Inicia con un narrador omnisciente “No fue sino despertar por el ruido contra las paredes para que Mercedes González sintiera que los golpes no eran desconocidos….”(p.17) y a lo largo del texto hará presencia. La primera persona también se da desde las primeras páginas: “Dejaré de llamarme Desiré Angee si no me trago en un comienzo las verdaderas razones por las que estoy aquí, permitiéndoles que sigan preguntando qué hace un francés por estos lados… (p.22), un narrador ambiguo que le habla a Isidro Parra, como su conciencia presente en todas sus acciones: “Al señalar el lugar donde permanecías te convertía en un trofeo, una victoria fácil y un botín de valor. De gran valor y lo ignoraste. Luis Arango, conservador, encabeza la comisión que te va a despachar al otro lado por orden del alcalde, antiguo mayordomo y protegido del déspota gobernador, el señor general de muchos soles, don Manuel Casabianca.”(p.105).

Desiré Angée recién graduado como Ingeniero Civil, habla con un amigo de su padre,  Eduard Milou, “que le comenta de aquella paz y asombrosas tierras maravillosas de América a las cuales iba a emprender en un largo viaje. Recomienda que visite la casa comercial del francés Jean Mouledous en París, ya que él le podía ayudar con los pasaportes y además sabía del tema: había mandado a su hijo Joseph a trabajar en Venezuela.  Angée contacta a Jean Mouledous entre 1846-47  (Fecha de salida de Joseph), quién le ayuda con los trámites para viajar al extranjero y además se encuentra con la coincidencia de una convocatoria a arquitectos para la construcción del Capitolio Nacional en Colombia (en el ministerio plenipotenciario de Colombia en París), el proyecto se iniciaría en el año de 1846 a órdenes del presidente Mosquera. Angeé es contratado para el proyecto y llega a la costa del norte de Colombia en el año de 1848 después de salir de Francia en barco de vela. 
 
“Angée trabaja junto Thomas Reed en el diseño del Capitolio Nacional, pero en el año de 1849, el proyecto se suspende por falta de presupuesto, entonces, pediría una retribución en forma de  tierras en los paisajes Tolimenses, por recomendación directa de su amigo Milou. Angeé se establece cerca a la quebrada de Santa Rosa en la zona denominada "Tejos", junto a sus vecinos Liborio Dávila, Matías, Felipe y Bernardo Terreros. Allí construiría una hacienda que tenía de nombre "La mata de Guadua" y llevaría a la monja Mercedes González (en 1862) para ayudarla debido a la expulsión de ella de un convento de Bogotá después de políticas anti-religiosas del gobierno liberal del presidente Mosquera. Entre los años 1850-53, trabajó con Codazzi en cartografía, allí conocería y se haría  buen amigo de los pintores de la comisión corográfica Henry Price y Carmelo Fernández, quienes se ofrecieron colaborar con la colonización del valle. Después de terminar de conseguir dinero para establecerse en sus tierras recién adquiridas, deja de trabajar con Codazzi. Siguió en contacto con otro de los hijos de Jean Mouledous: Jean Marie Mouledoux, quien se dedicaría a la minería y terminaría viviendo en las mismas tierras donde se encontraba Angeé.”
El cambio drástico de vida para la monja Mercedes se inicia :“Todo sucedió tan rápido aquella noche del asalto, que mirándose unas a otras en el salón de la capilla, no podían entender por qué el gobierno les cometía esa infamia ni por qué los soldador eran tan agresivos. Sólo la madre superiora tenía noticias de que serían expulsadas del país. El presidente Mosquera nada quería con la iglesia y le exhibían cuantiosas propiedades y ventajas sin que le tributaran al Estado y más cuando faltaba espacio para las oficinas gubernamentales.” (p.85). A partir de ese momento encontrará ayuda en un amigo de su padre que logra esconderla en un hotel e intenta sacarla para Venezuela, pero las cosas no se dan y se queda allí y es donde se encontrará con Angée, que espera el inicio de los trabajos de la construcción del Capitolio Nacional, bajo la dirección del americano Thomas Reed. La imagen del francés asoleándose, la vista de su cuerpo, la llena de sensaciones eróticas que la confunden: “Ahora Mercedes estaba perseguida no por soldados sino por sus deseos. Se sentía asaltada por ellos sin que le dieran salida diferente a hacerles caso, a dejarse atrapar por sus sensaciones que le producían tanto miedo como el de ir a quedar en manos del gobierno y perder toda libertad para moverse como le diera la gana.” Cuando el francés se fija en ella encuentra el parecido inconfundible con La Monalisa, que ha estado buscando desde joven, y ella consiente en partir con él a su finca de Tejos como ama de llaves. Es así que se cruzan estas dos vidas. El encuentro con Isidro Parra, tercera vida que se cruza, se dará en los linderos de las tierras del francés, cuando llegó con sus hombres y familias en busca de un asentamiento que les brindara progreso, salud, alimentos y educación. Se enredan en una pugna por la tenencia de la tierra que acumulaba Angée. Finalmente dirimen la repartición.

Isidro Parra ocupa un lugar preponderante en la historia colombiana como fundador del municipio tolimense de El Líbano. Líder liberal estuvo en la batalla de Garrapata en 1876 junto al general Santos Acosta y también estuvo en las filas del general Tomas Cipriano de Mosquera. Se destacó como pionero del cultivo del café, de la explotación minera, y también como educador y teósofo. Su asesinato el 21 de marzo de 1895 se dio con sevicia y escarnio público: Estás desnudo a la fuerza aprovechando tu indefensión y tu muerte. Te han amarrado a una guadua de pies y manos y te conducen hasta la plaza de la aldea. Ahí te dejan en medio de insultos y profanaciones porque debes ser un escarnio público” (p.108).

Tres vidas, un escenario: la Colombia de finales del siglo XIX y en todas ellas la presencia de Tomas Cipriano de Mosquera, hombre de ideas progresistas que abrió al país el desarrollo económico, intelectual y sentó las bases de un país posible. Todo esto lo cuenta Carlos Orlando Pardo en 500 páginas necesarias, una novela bien construida.
Referencias

Desiré Angé, recuperado de Di.Mtr.Edgar Sarmiento, http//eavo.desing/.
Eduardo Santa , recuperado de El Tiempo, 2 de abril de 1995.12.a.Carlos Orlando Pardo, El beso del francés.

 

Sonia Nadhezda Truque


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