Revista Pijao
La izquierda al banquillo
La izquierda al banquillo

Por Jorge Cote  Foto Juan Carlos Sierra / Revista Semana

Revista Arcadia

Refiriéndose a su época de estudiante y a sus primeros años de profesional, a finales de los años setenta y los ochenta del siglo pasado, Alonso Salazar comenta: “es ineludible decir que si en ese entonces había razones para entender la lucha armada, también las había para decir que tenía evidentes males de naturaleza”. Así el exalcalde de Medellín, comienza el relato de una generación de jóvenes que querían cambiar al país. Para hacerlo muchos de ellos tomaron las armas y se fueron al monte a combatir la injusticia social a punta de bala y muertos.

Es un relato trágico, muestra el triste final de aquellos estudiantes e intelectuales que optaron por las armas y de aquellos que las rechazaron y decidieron defender a los humildes desde la sociedad civil, así como las salvajes matanzas y purgas internas realizadas por los contrarrevolucionarios, comúnmente conocidos como paramilitares. Es una historia sin actos heroicos y con muchas víctimas porque como lo señala Salazar, retomando las palabras de María Teresa Uribe, “entre la revolución y la contrarevolución, nuestras guerras actuales se convirtieron en guerras sin épica, sin héroes, sin lances poéticos y con muchos villanos”.

A medida que surgen las historias de manos de guerrilleros cortadas, de desapariciones forzadas, de masacres perpetradas por revolucionarios y contrarevolucionarios, de familiares visitando a paramilitares para preguntar por el paradero de sus seres queridos, Salazar construye una crítica a la lucha armada y a la izquierda en general que se constituye el mayor aporte del libro.

Porque en realidad, buena parte de la bibliografía sobre la violencia de los últimos 40 años, es muy benevolente con la lucha armada, incluso en más de una ocasión justifica a las guerrillas con los  argumentos de las causas objetivas del conflicto y del ambiente revolucionario que se respiraba por esa época En sus 351 páginas el exalcalde pone el dedo sobre la llaga y pregunta por qué él y otras personas de su generación le dijeron no a las armas y relata los eventos salvajes que hizo la guerrilla que ponen de presente que en la revolución no hubo ninguna fiesta.

Quizás esta mirada crítica de su época y de la lucha armada, puede crearle enemistades en un sector de la izquierda que ha hecho un pacto de silencio sobre estos hechos como táctica política y que aun idealizan la era de la “revolución a la vuelta de la esquina”. Quizás los argumentos y relatos de Salazar pueden ser utilizados por una derecha recalcitrante para seguir avivando el odio entre los colombianos.

Pero este libro llega en un momento fundamental de la historia de Colombia en el que se comienza un proceso de reconciliación que debe estar fundado en la verdad y la reparación. Para que esto se haga realidad es necesario saber a cabalidad lo que sucedió en las últimas cuatro décadas. Ya no basta tener memoria de las masacres, asesinatos y desapariciones realizadas por los paras, también los colombinos tiene que conocer los errores de esos jóvenes que por defender a los humildes abrazaron la violencia.

*Historiador y periodista de revista Semana.


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