Revista Pijao
En el castillo del conde Drácula
En el castillo del conde Drácula

Por Ángel Castaño Guzmán

El Espectador

La primera pregunta la dirijo al traductor. Luego de traducir Drácula, la novela de Bram Stoker, ¿qué elementos literarios y lingüísticos encontró que le llamen la atención?

Bueno, estamos hablando de uno de los grandes clásicos de la literatura universal. Todo en Drácula es notable, y por ello es un libro que nunca dejará de leerse. Desde mi punto de vista, uno de los grandes logros de Stoker es la construcción de sus personajes. Los motivos de todos ellos son claros, y están perfectamente caracterizados. Los personajes femeninos ―en especial Mina y Lucy Westenra― demuestran que, al igual que todos los grandes novelistas, el irlandés maneja con maestría los distintos registros. Y luego está la figura del vampiro, desde luego, que es el origen de toda una subcultura de zombis, no muertos, tan de moda últimamente.

Pasando a asuntos lingüísticos, confieso que fue todo un desafío traducir el inglés de finales del siglo XIX del que se valen los personajes secundarios, que son muy importantes para agilizar la trama; también lo fue traducir las largas (pero necesarias) descripciones de los paisajes que hace Harker en su llegada a los Cárpatos. Mi premisa fue hacerlo todo con el lenguaje más sencillo posible.

Ahora le pregunto al escritor: ¿qué lecciones técnicas y estéticas pudo apreciar en esta ficción?

Me llama mucho la atención la composición de la novela, que se arma con entradas de diarios, cartas, recortes de periódico, etc. Los primeros cuatro capítulos cuentan el viaje de un joven abogado inglés a Transilvania. Aparentemente, va a realizar un trámite sencillo, y entonces aparece el conde, del cual Stoker nos va dejando saber detalles, cada uno más aterrador que el anterior. Su relación comienza a tensarse y todo queda interrumpido de manera abrupta. Luego el lector se enfrenta a las cartas de dos jovencitas que hablan de sus vidas, sus novios, cosas en apariencia banales. Lo que quiero decir es que Stoker se mueve con comodidad entre asuntos que en un principio parecen no tener nada que ver entre sí, y luego los va acercando. Eso me parece brillante.

La tercera va al lector: en su opinión, ¿cuál es el secreto que hay detrás de la figura del vampiro que aún hoy atrae poderosamente a los jóvenes? ¿Cuál es el secreto de la eterna juventud del conde?

Su atinada construcción, sin duda. Tengo entendido que Stoker armó su conde en la suma de las múltiples leyendas del vampiro, y la fama de Vlad el Empalador, un héroe nacional rumano que en el siglo XV luchó contra los turcos. Un hombre sobresaliente. La mezcla de ficción con elementos no-ficcionales siempre ha arrojado grandes creaciones literarias. Es uno de los secretos de Drácula.

Aunque, claro, la complejidad del personaje no la conocemos de entrada. Lo único que se sabe es lo que Harker va consignando en su diario. El conde es un hombre entrado en años, culto y con una fuerza física descomunal. Luego de lo que sucede en el castillo, se necesitan cientos de páginas para que aparezca Van Helsing y acabe de contarnos quién es el conde, de dónde viene, y cómo derrotarlo.

Inevitable preguntarle por las versiones cinematográficas de la historia. ¿Cuál es su preferida y por qué razón?

No he tenido mucha suerte con las películas de Drácula. Las que he visto me han aburrido, si he de ser sincero. Es decir, noto esfuerzos inteligentes por sintetizar una trama que quizá sea demasiado compleja para tratarla en un par de horas, y que por eso mismo cae en la caricatura, por más que haya tenido buenos guionistas (y reputados actores y directores). Stoker se toma su tiempo para caracterizar a Drácula, de manera que el lector lo va conociendo poco a poco. Las películas tienen virtudes, desde luego: han fundido los personajes femeninos en uno solo, al igual que a Harker y Renfield, entre otras decisiones afortunadas que bien podrían ser estudiadas en una clase de guion. Pero a mí siempre me queda faltando algo. Supongo que esto no escapa a la eterna discusión entre leer una novela y luego ver su adaptación cinematográfica. No hay manera de no salir decepcionado. Creo que a Drácula le vendría mucho mejor el formato de serie. A ver si alguien se anima.


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