Revista Pijao
César M. Arconada, el cronista olvidado de la China de Mao
César M. Arconada, el cronista olvidado de la China de Mao

Por Alberto Gordo  Foto Fundación Banco Santander

El Cultural (Es)

Dice Francisco Javier Expósito, responsable de la Obra Fundamental de la Fundación Banco Santander, que a César M. Arconada (Astudillo, Palencia, 1898-Moscú, 1964) la posteridad no le ha tratado bien. Tanto que, de ser "uno de los grandes renovadores de la narrativa y las vanguardias del 27", ha pasado a estar hoy olvidado, gran parte de su obra descatalogada y su legado disperso en los cajones de la familia. Algo de esto cambiará a partir de ahora. Expósito, de la mano de Gonzalo Santonja -catedrático de Literatura Española en la Complutense y director general del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua-, se ha propuesto recuperar su obra, y de momento ha incluido uno de sus libros inéditos (Andanzas por la nueva China) en la selecta nómina de su colección. Una colección que es, según el mismo Expósito, un intento de "establecer un nuevo canon humanista" de la literatura en castellano.

El olvido de Arconada no por injusto es casual. Santonja tiene claras las razones de este olvido, o la razón principal, de la que se derivan otras: Arconada eligió Rusia para exiliarse y allí vivió, hasta su muerte, al servicio de un estado totalitario, la URSS, una de cuyas revistas oficiales -en español- dirigió durante años. "Él fue consciente de que literariamente se equivocó al elegir la URSS y no México", dice Santonja, "aunque vitalmente le fue bien: vivió sin apuros económicos, sin grandes lujos ni una vida burguesa, pero razonablemente bien".

La historia de sus primeros años no fue distinta a la de sus colegas de generación; también como les ocurrió a ellos, la guerra vino a desbaratarlo todo. Escritor autodidacta, en los años veinte Arconada empezó a escribir en el Diario Palentino, uno de los primeros periódicos de provincias que incluyó un suplemento literario. "Fue muy activo en aquellos tiempos", explica Santonja. Creó la editorial Ulises con un hermano de Ramón Gómez de la Serna, y allí publicó uno de los libros que más alegrías le dio: Vida de Greta Garbo. Fue traducido a veinte idiomas. "Ese libro, una biografía ficticia, narrativa, dio literalmente la vuelta al mundo", recuerda Santonja.

Fue amigo de Alberti, corresponsal en el frente del norte durante la guerra civil. De férreas convicciones comunistas, huyó a Francia en cuanto la derrota del bando republicano estaba clara. Fue a dar a un campo de internamiento, de donde lo sacaron Nancy Cunard y Pablo Neruda. Después marchó a Moscú. Allí se dedicó el resto de su vida a divulgar la literatura española, en particular la del Siglo de Oro. Tanto Santonja como Expósito destacaron su aportación al hispanismo en la Unión Soviética.

Andanzas por la nueva China tiene un origen propagandístico. "A mediados de los años cincuenta -relata Santonja- los chinos estaban muy interesados en difundir por el mundo la Revolución de Mao. Así que invitaron a escritores simpatizantes, como Arconada, Rafael Alberti o María Teresa León. Estos últimos escribirían Sonríe China".

Arconada tenía que haber escrito un libro sobre la industrialización del país, pero no fue así. Viajó dos meses por la China de Mao junto a su mujer, María Cánovas. Pero lo que interesó fue "el color humano de la arcilla". Es decir, nada de máquinas ni de industria: el libro está lleno de descripciones de la naturaleza, de referencias a leyendas, mitos, sabiduría popular, costumbres y paisanaje social. "Escribió lo contrario de lo que le dijeron que escribiera -cuenta Santonja-. Por eso entonces rechazaron su libro y por eso ahora este es un libro que nos parece moderno, y que merece la pena editar".

Ha habido una gran tarea de edición. Los responsables han descartado un 40% del original. "Nos hemos quedado con la parte literaria y hemos renunciado a la parte enciclopédica", explica Santonja, responsable también de Castillo interior, obra oculta e inédita hasta hace poco de León Felipe. Otra dificultad tuvo que ver con los nombres chinos, que Arconada transcribía de oído, por lo que ha habido que rastrear cada nombre.

Santonja sitúa a Arconada en la "tradición española, cervantina". Pese a haber vivido tantos años fuera, no se desvinculó nunca de su tradición (ni siquiera llegó a dominar el ruso). Otra influencia importante en Arconada fue el cine, disciplina artística sobre la que escribió antes de exiliarse en Rusia. O la música, que él integraba en su obra de manera similar a cómo lo hicieron los del 27: desde la tradición, desde la música popular. Fueron estas huellas en su obra la manera que tuvo de mantener el contacto con España. Pues sólo con Alberti se siguió viendo hasta el final de su vida.


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