Los sordos ya no hablan, la última novela publicada hasta ahora por la biblioteca Gardeazábal en ediciones Uniaula, nos regresa, después de 30 años de haber sido dada al público por primera vez, a un libro donde volvemos a sentir angustia profunda por la tragedia que desapareciera a Armero en noviembre de 1985, a enfrentarnos con un documentado juicio histórico y a entender que el autor sigue siendo uno de los más grandes que ha dado la literatura colombiana. En una hermosa edición de 292 páginas, con un llamado precisando que se trata de “La verdad sobre Armero antes que mitificaran a Omaira”, Gustavo Álvarez Gardeazábal penetra en los más ignorados e irónicos secretos alrededor de la vida de quienes protagonizan la novela y que fueron en realidad las figuras que en el pueblo constituyeron el liderazgo antes de ser tapados por el lodo en esta antigua y próspera región del norte del Tolima. Por allí desfilan el alcalde Ramón Rodríguez, el sacerdote párroco Osorio, el director del serpentario, el profesor Efrén Torres, director del centro Charles Darwin, Aquileo Cruz, el juez, el peluquero, el administrador de la emisora y otra serie de personajes, todos bien delineados y que van cumpliendo su papel en una novela ágil y vigorosa bajo diversos planos que le dan una arquitectura de edificio narrativo precisamente organizado.
No en vano la ya larga experiencia de Gustavo Álvarez Gardeazábal en su oficio de narrador sagaz, hábil y sabio, se ve aquí pintada para mostrarnos lo que fue ese horrible proceso que no cesó sino con la muerte de 25 mil habitantes gracias a la ignorancia frente al tema, a la falta de decisión, a los temores y a la cobardía de quienes han debido actuar de otra manera. Con razón se ha dicho que es un juicio histórico y sólo al leerla para conocer los detalles del antes y el después, le queda a uno mayor claridad alrededor de los sucesos lamentables.
No son pocas las novelas que han sido publicadas sobre Armero donde escritores consagrados como Eduardo Santa o Germán Santamaría dejaron libros más que decorosos, sin olvidar los de Magil, Jairo Restrepo, Luz García y por último el definitivamente poético El barro y el silencio de Juan David Correa. Curiosamente es la novela de Álvarez Gardeazábal la que más se adentra en los aconteceres con una investigación tan cerca de la realidad que la conocemos bien quienes vivimos y sufrimos el hecho y tratamos de cerca la mayor parte de los personajes que describe el autor.
Cuando publiqué por Plaza y Janes una amplia crónica titulada Los últimos días de Armero y que fuera el primero en el mundo sobre la tragedia, no llegué a imaginar que se vinieran tantos buenos libros desde la novela, pero esta que acabo de releer de Gustavo Álvarez Gardeazábal me parece fuera de serie. Recomiendo su lectura porque se trata de una novela cinco estrellas
Carlos Orlando Pardo
Director Pijao Editores
