Revista Pijao
Walter Mosley gana el RBA de novela negra
Walter Mosley gana el RBA de novela negra

Es una de las grandes voces de la América que resiste; un escritor venido del gueto para señalar las vergüenzas del sistema; un maestro del género negro que utiliza a sus detectives y criminales para gritar contra el racismo y los abusos de poder; un historiador en la estela de Émile Zola. “La justicia es el tema central de mis novelas porque de donde yo vengo hay injusticias todos los días, a todas horas, contra todo el mundo”, cuenta a EL PAÍS Walter Mosley (Los Ángeles, 1952) en una soleada mañana en Barcelona, poco antes de que se le anuncie como ganador del XII Premio RBA de Novela Policiaca por Traición, que sale a la venta este viernes.

En esta novela Mosley cuenta el camino de expiación de Joe King Oliver, un expolicía afroamericano caído en desgracia por la corrupción del sistema. Tras pasar por prisión y perderlo todo menos el amor de su hija adolescente, Joe King, que recibió ese nombre para que nadie pudiera despreciarlo nunca, inicia una carrera en busca de la verdad al tiempo que trata de limpiar el nombre de un periodista condenado por luchar contra los abusos policiales. “La justicia no tiene cabida en nuestro sistema político y económico, pero se puede ir en pos de la verdad”, comenta Mosley. “Eso sí, hay que mancharse las manos. ¿De qué otra manera se puede combatir contra el mal si no es usando el mal?”, se pregunta cuando se le recuerda que, en su lucha, sus personajes torturan y matan o dejan que se mate, pactan con el diablo. “El mal es muy atractivo en un sistema que tiene una justicia distinta para pobres y ricos”, remata después de una pausa, mirada al infinito, gesto reflexivo.

Mosley reconoce que sus orígenes le condicionan al escribir sobre estos temas, pero que lo hace más la experiencia, dramática, de su condición. “Yo no hago un trabajo de documentación junto a agentes de la ley como otros escritores. La única manera de verme en un coche de policía o en una cárcel es si me arrestan. Una vez mi padre me dijo: 'Si un día os para la policía, tus amigos blancos van a ir a casa y tú vas a ir a la cárcel'. Desde esa perspectiva escribo”, comenta sin cambiar el tono tranquilo, la voz profunda, los ojos cansados.

El racismo, tan presente en toda su obra, ocupa un lugar central en Traición. “Las cosas han sido siempre así de horribles. El gran pecado de EE UU es haberse inventado la existencia del hombre blanco y su batalla contra todos los demás. Pero ahora el racismo ha dejado de ser un secreto. Trump nos ha dado algo por lo que luchar”, comenta un autor que, con sus frescos literarios, se ha convertido en uno de los grandes cronistas de lo trágico y absurdo de la vida de la clase trabajadora negra en EE UU.

Reconocido por la crítica como el gran renovador del hard boiled americanogracias a la serie de novelas protagonizadas por el detective Easy Rawlins en Los Ángeles, Mosley retrata ahora una Nueva York cruel, con enormes diferencias sociales pero con criminales en ambos lados del estrato social. Sin embargo, su relación con la novela negra no es siempre sencilla. “Siento que cuanto más complejo es un personaje, más me alejo del género”, responde a la pregunta sobre su relación con sus protagonistas femeninas, tan originales e independientes, tan del siglo XXI incluso cuando las sitúa en Los Ángeles en 1948.

Siempre complejos, la galería de personajes de Mosley da cabida a varios asesinos con los que el lector no se siente a disgusto, tipos elegantes, muy buenos en lo suyo. ¿No tiene miedo de idealizar la violencia? “Lo he pensado mucho y sigo sin estar seguro”, afirma justo después de una larga pausa de silencio y reflexión. “De todas formas, vista la realidad, los delitos de mis novelas ,no son para tanto”, remata divertido.

El autor de El diablo viste de azul ha combinado como pocos el elogio de la crítica con un constante éxito de ventas en Estados Unidos. “Eso es porque mi estilo es entretenido pero no renuncio a decir cosas importantes. Si echamos la vista atrás, es lo que ha pasado con Dickens y otros a los que consideramos clásicos: la gente quería leerlos”.

Mosley lleva esa vida anodina de la clase media, de los que no caen en la pobreza a pesar de tener dos trabajos y nunca se podrán jubilar -”¿ha llegado eso ya a España? Es terrible”- de los que están lejos del submundo criminal que retrata. “¿Influencias? Siempre que respondo a esta pregunta me acuerdo de aquellos que lo hacen para compararse con quienes nombran”, explica, “pero, claro, seguí mucho a Zola y al Hemingway de frase corta y certera; también a Macdonald, Spillane y Hammett, a quienes leí y releí e imité sin saberlo. Pero mi gran influencia es la vida, mi vida”.

Tomado de El País (España)


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