Murió, en Estados Unidos, el académico, editor y traductor, Ollie Oviedo, un excelente intelectual y un inmenso ser humano. Fueron muchos los años que compartimos en el hacer de la literatura y la amistad como un apostolado. Profesor titular y Decano en la Universidad De New México, en Portales, donde vivía desde hacía varias décadas. Doctorado en literatura, destacado alumno de la universidad de Nueva York e invitado como ponente a grandes eventos, en muchas ciudades del mundo. Publicó varios libros de crítica literaria y fue fundador y director de una revista universitaria que circulaba con prestigio en distintas instituciones superiores de Estados Unidos y Europa. Había nacido en Purificación, Tolima, Colombia, pero emigró siendo joven a Estados Unidos, en busca de las excelsas virtudes de formación que requería. Fueron más de cincuenta años allí, tantos que perdió un poco el acento colombiano, ese que recuperaba rápidamente al visitar el país y su terruño. Con gran sentido del humor y la ironía, Oviedo labró un prestigio entre los intelectuales, y sus libros y ensayos fueron un faro encendido para comprender América Latina, Colombia y el mundo. Experto en surrealismo, en Bretón, Octavio Paz, Yung y el psicoanálisis, imprimía a sus textos un foco profundo y enjundioso sobre los autores que estudiaba.
Fui invitado por él y su universidad a dar un ciclo de conferencias y a sentir la pulsión que ofrece ver un libro de nuestra autoría traducido, impreso y leído por estudiantes universitarios gringos. Con Ángela MacWen, poeta y guionista cinematográfica, emprendieron la aventura de vivir y verter al inglés mi novela Irene, con una bella introducción en la que se destacaban los retos de un traductor frente a una obra literaria. El libro circuló en distintas ediciones y, una muy significativa, en la universidad de Australia, lo mismo que otras, biligües, en Colombia.
Con sabios conocimientos me mostró gran parte de New México, el bello Santa fe y su arquitectura indígena y caminamos por el campus de su institución con los estudiantes que me observaban como bicho raro, los mismos que me invitaron a una hamburguesa y a que les hablara en español que Ollie traducía. Días maravillosos.
Con alguna frecuencia venía a Colombia, nos traía a mi hermano y a mí, camisas con palmeras playeras y pantaloncillos de colores.
Mucha falta nos hará su compañía y los vislumbrantes textos de psicocrítica. Pijao editores publicó algunos de sus libros de intertextualidad, método que manejaba muy bien y que desentrañaba la literatura como lector-autor en el diván.
Amante de los animales y los museos, del arte y el buen comer, Ollie Oviedo vivió con intensidad junto a Annette, su esposa, y sus dos hijas. Me parece verlo dando de comer a sus perros y alpiste a sus pájaros. Ahora en su nuevo recorrido reirá con esa fuerza amplia porque comprende que vivió entregado a los actos de la sensibilidad donde deambulaba a sus anchas.
Buen viaje poeta amigo, pronto volveremos a vernos y te contaré pormenores de la cultura que tanto disfrutabas. Los pájaros te seguirán con sus cantos hacía ese lugar donde el dolor desaparece.
Jorge Eliécer Pardo
Escritor y Cofundador de Pijao Editores