Líbano, Tolima (1950)
Ha publicado, ocho novelas, Marítza la fugitiva, Trashumantes de la guerra perdida, La última tarde del caudillo, La baronesa del circo Atayde, Cangrejo Editores, 2015, El pianista que llegó de Hamburgo, Cangrejo Editores, 2012, cuatro ediciones. Seis hombres una mujer, Grijalbo, 1992, tres ediciones. Irene, Plaza & Janés, 1986, siete ediciones, traducida al inglés. El jardín de las Weismann, Plaza & Janés, 1979, nueve ediciones, traducida al francés por Jacques Gilard.
Ha incursionado en el género de cuentos con Los velos de la memoria, Editions Vericuetos, Paris, 2014, cuatro ediciones (Caza de Libros), de próxima aparición en francés; Transeúntes del siglo XX, 2007, dos ediciones; Las pequeñas batallas, Pijao Editores, 1997, dos ediciones; La octava puerta, Editorial Oveja Negra, 1985, incluido en la Biblioteca de Literatura Colombiana, tres ediciones; Las primeras palabras, 1973, en coautoría con su hermano Carlos Orlando Pardo.
Su libro de poemas, Entre calles y aromas, fue Premio Nacional de Poesía, 1985. Su obra ha sido incluida en diversas antologías, como Cuentos hispanoamericanos: Colombia, edición bilingüe español alemán, (Erzählungen aus Spanisch Amerika: Kulumbien) y Cuentistas hispanoamericanos en la Sorbona; Menaces. Anthologie de la nouvelle noire et policiere latino-americaine (Cuentos latinoamericanos, edición en francés); Antología da novela Hispano Americana (edición en portugués). Con su relato, Sin nombre, sin rastro, sin rostro, recibió el Primer Premio del Concurso Nacional de Cuento sobre Desaparición Forzada, en el 2008.
En 2013, recibe el Premio Nacional de Literatura otorgado por los lectores de la re- vista Libros y Letras. Pijao Editores publicó en su colección Maestros Contemporáneas, cinco tomos de su obra, novelas y cuentos, en 2014. En 2018 fue ganador del premio internacional de novela José Eustasio Rivera, por su libro 'Marítza la fugitiva', y recibió el primer premio 'Pijao de oro', entregado por esta casa editorial
Libros Publicados
Los velos de la memoria a varias voces
Publicado en Libros y letras
Los velos de la memoria, el libro del escritor colombiano Jorge Eliécer Pardo, será presentado el 25 de abril en la Feria Internacional del Libro de Bogotá, luego de su éxito en el Consulado de Colombia en París donde lanzó en su primera edición el pasado noviembre de 2015.
Los velos de la memoria, son tejidos por 32 relatos y 45 fotografías que viajan por la historia de Colombia. Se escuchan las voces de las víctimas en el lenguaje purificador del río, en la inocencia de los niños, en los restos insepultos. Personajes anónimos que, en el largo éxodo por el país, no encuentran explicación a sus despojos.
No son testimonios ni denuncias, tampoco crónicas de confrontaciones bélicas. Son narraciones de la memoria que surgen desde la indefensión, el horror y la muerte. Ritual de duelo contra el olvido.
Dice Eduardo García Aguilar: “Los velos de la memoria me han conmovido profundamente…
Prosa sobria, sencilla y efectiva… cuando leemos cada uno de los textos parecen dictados por un ser misterioso… como si no hubieran sido escritos… poemas donde el autor usa la voz de los fantasmas que convoca… Ni la izquierda, ni la derecha, ni lo religioso o lo no religioso, ni los malos ni los buenos están exentos de cierta culpa. Me recuerda muchos libros de la violencia de grandes escritores mexicanos y pienso en el maestro Edmundo Valadés, su cuento, La muerte tiene permiso, gran clásico de la literatura mexicana… El libro de Pardo está llamado a convertirse en clásico de la literatura colombiana”.
Angélica Pérez Pérez, periodista de RFI, Radio Francia Internacional, quien entrevisto a Pardo, afirma: “Testimonio desgarrador de una guerra que dura desde siempre, Los Velos de la memoria da voz a las víctimas en Colombia de masacres y asesinatos brutales. Es la muerte que habla. A partir de la indefensión y el dolor, Jorge Eliécer Pardo construye unos relatos de una enorme carga simbólica dibujada en los ritos que hacen las mujeres para paliar el sufrimiento, conjurar el olvido y devolverle la dignidad a sus muertos. Narraciones ataviadas de una poética tan horrorosa como sublime que convierten a la obra de Pardo en arquetipo de la estética del horror. La prosa de Pardo es audaz y valiente porque osa dar a cada uno de los actores de la guerra en Colombia el papel que ha jugado y sus responsabilidades. Los Velos de la Memoria es una obra de ficción que permite superar las premisas simplistas y peligrosas que cubren la memoria y con las que se corre el riesgo de hacer una paz a medias, tan funesta como la guerra misma”.
El poeta colombiano Jorge Torres, residente en París, escribió: “Impotencia, desamparo, orfandad: pesadilla escarlata en Los velos de la memoria. Por las palabras que en turbulencia descienden por el rio, en un territorio del planeta azul llamado Colombia, flotan en sus ondulaciones el miedo, el dolor y la rabia venciendo el olvido que ha borrado la permanente tragedia. Son las voces que llevan un eco que nadie escucha aunque ruja en los tímpanos y se fragmente en la retina insensible a todas las aberraciones de la patología de la violencia. ¡Impotencia! Esa es la sensación: nada puedo hacer para salvarme, estoy condenado y quisiera decir que se equivocan, que no pueden amputar mis sueños prematuramente; pero en verdad todo será inoficioso: cercenarán mi sensible arquitectura y desmembrarán todas las partes de mi ser para no dejar huella de mi existencia (es la mano de la depravación y la depredación). Impotencia que se diluye en el silencio cargado de una profunda tristeza que se desvela, como neblina, en el viaje del tiempo desde nuestros ancestros. Voces y voces al unísono, a veces a capela, o entre murmullos escondidos en la vegetación que es la única cómplice para intentar salvarse. Rostros y rostros de profunda mirada expresando la impotencia en el exterminio, en actos de sevicia y, después: manos, cabezas, miradas en procura del cuerpo y el ser para reencontrarse con sus íntimos que, en el total desamparo, buscan sus sueños cargados de desesperanza. No hay edad para el homicida: niños, adolecentes, adultos, ancianos, expresarán el grito y hablarán del viaje definitivo en el gesto del dolor; resistiendo la masacre aunque la orfandad perennice su existencia.
Los velos de la memoria es un poema profundo que exhuma el olvido y da aliento al verbo para reconstruir la historia, la verdadera historia que no se ha escrito; desempolva la mentira que han nutrido muchos cronistas de la Republica. La palabra fluye de una fuente esencial: el ser colectivo desterrado de su cuerpo, de su sueño, de su tradición; vive y permanece en la memoria y, que imagen tras imagen recorre el deambular de un tiempo trazado de añejo escarlata, dibuja la huella de la barbarie trashumante desde millones y millones de instantes cercenados. Las guerras del mundo. La impotencia, el desamparo y la orfandad, titilan en el libro: escucho un eco que me dice: ¡basta! ¡basta!, mientras leo Los velos de la memoria mis manos temblorosas arrancan estas sensaciones para que retorne el equilibrio asistiendo al funeral de la vieja guerra y a la floración de la vida”.
Los velos de la memoria
Por Jota Mario Arbeláez
Cuánta masacre, y tantos todavía con el corazón impávido. Cultivando su vida como las rosas del engaño. Con la disculpa de que “Eso no va conmigo”. Eso va con todos. Y al que no le ha pasado todavía nada le es aconsejable andar 'mosca'. Antes de que le llenen la boca. “Atenete y no corrás”, solía repetirme mi abuela.
Los habitantes del campo no ven la salida del sol sino la llegada de los asesinos que van por ellos, disparando a la par que cantan los gallos. ¿Y quiénes son estos asesinos con o sin sueldo diezmando vidas a diestra y siniestra? Paramilitares con motosierras talando cuerpos de sospechosos de auxiliar la guerrilla, guerrilleros con sus pipetas de gas como la disparada contra la iglesia de Bojayá atiborrada de fieles, militares fabricando ‘falsos positivos’, ese engendro consistente en ejecutar a jóvenes desocupados, y en ocasiones hasta tarados y mendicantes, engatusándolos en barrios populares con el cebo de una chanfaina en el campo y, una vez en este, masacrados en serie para vestirlos de guerrillos y presentarlos ante los superiores y los medios, en procura de una felicitación y una recompensa, como abatidos en combate. No estarían recogiendo café, dicen que declaraba el Gobierno cuando lo enteraban del hecho. Añadiendo la infamia del concepto a la infamia de la ejecución.
A pesar de que los victimados de cada día aparezcan en primera plana y se hagan oír en los noticieros radiales y ver por televisión, esas noticias atroces repetidas por 60 años se han vuelto paisaje para nuestras sensibilidades de piedra. ¿Qué le queda entonces al escritor espantado sino conjurar el espanto espantando al mundo con el relato de sucesos tan espantosos?
Me ha caído en las manos un libro cuyo propósito es develar esos dolorosos momentos cuando la muerte pasa pisando duro con sus botas de camuflaje, libro precioso a la vista para el bibliófilo por su diseño y la calidad de las 45 inquietantes fotos de mujeres de ojos que dejan ver sus almas laceradas por el espanto y la cólera reprimida, y a la vez doloroso de leer por cuanto cuenta lo que ha venido sucediendo en el país que no vemos quienes tenemos la fortuna de vivir en ciudades donde nuestra queja es que no podemos avanzar más rápido en nuestros carros por nuestras carreras. Hablo de Los velos de la memoria, editado inicialmente por Éditions Vericuetos de París France y ahora por la tercera edición en Caza de Libros. Lo firma Jorge Eliécer Pardo, empecinado y riguroso escritor y mi vecino de cuadra, autor de estos testimonios patéticos y estas crónicas vívidas del horror, como debe ser la labor de quien dispone de su caudal de palabras para señalar los caudales de sangre que en esta tierra fluyen como petróleo.
Jorge Eliécer Pardo hace honor a su nombre de patricio liberador con el apuntar minucioso de un holocausto que ha cobrado millones de víctimas entre muertos, desaparecidos y sobrevivientes desamparados. Se necesita coraje para acometer esta labor higiénica de denuncia impecable, contando con que el estilo empleado no es cortopunzante ni teñido por la pólvora y el agravio. Es alta poesía del dolor, expresión luctuosa y honesta, ceremonial, elusiva de gritos o gestos patéticos –sofrenada en la maldición para los malditos, que queda implícita–, pero hondamente sumergida en el infierno que nos fue deparado por los demonios de la política.
El luto requiere de velos, pero la memoria requiere que se los quiten. Los velos de la memoria es un libro que hunde el dedo sobre esa infamia reiterada que es la violencia. La paz debe conllevar que se imponga el perdón, pero también la memoria, para impedir que siga o que se repita. Si ya no por nosotros, por nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.
Guerra y literatura en la obra de Jorge Eliécer Pardo
Por Fabio Martínez
El narrador y academico vallecaucano, Fabio Martinez, compila en este volumen (Guerra y literatura en la obra de Jorge Eliecer Pardo) algunos textos críticos sobre la obra del autor tolimense, radicado hace varios años en Bogotá.
El presente libro recoge 56 textos entre ensayos, reseñas, comentarios y entrevistas, sobre el trabajo literario de Jorge Eliecer Pardo (Líbano, Tolima 1950), en particular las novelas ‘El pianista que llegó de Hamburgo’ (2012), ‘La Baronesa del circo Atayde’ (2015), ‘Trashumantes de la guerra perdida’ (2016) —primeras de El quinteto de la frágil memoria— y el libro de cuentos ‘Los velos de la memoria’ (2014), publicadas después de 20 años de silencio editorial del escritor (1992-2012).
Los textos, de intelectuales con amplia trayectoria aportan reflexiones a la discusión de la literatura que aborda la guerra y el conflicto armado colombiano, tema, que en los años 80 fue estigmatizado por editoriales, críticos, periódicos y revistas, pero que toma relevancia ante la necesidad de reconstruir la memoria histórica de los conflictos armados en Colombia desde las manifestaciones artísticas, nuevo enfoque que el autor en este quinteto da a su estructura narrativa, al uso del lenguaje poético y la simbología que en su entramado viene gestando desde la celebrada novela ‘El jardín de las Weismann’ (1979).