Por Karen Rodríguez
La casa en la que vive Verónica Cárdenas está rodeada por el verde de las plantas. Su estructura, que alude a la arquitectura de los años 70, se impone ante la mirada desprevenida. En todos esos cortes, perspectivas y diseños creados por Jacques Mosseri, el esposo de Ana Mercedes Hoyos, se encuentran detalles que referencian que este es el hogar de una familia de artistas, los Cárdenas. Esa casa es la inspiración de Verónica.
El trabajo creativo de esta artista se inicia con un proceso de observación: mirar, una y otra vez, y detallar los espacios y objetos, para después plasmarlos en una hoja o un lienzo. A través de sus obras se conocen los lugares que la rodean de forma más inmediata: su estudio, que se encuentra en la parte trasera de la casa, el jardín o el invernadero.
Toda su obra representa lo que los espacios y los objetos le hacen sentir: el miedo, el vacío, la nada. Cárdenas vive en una constante introspección artística para ir más allá de la técnica: el arte más allá del concepto. “La pintura es algo que se vuelve abstracto, de ahí sale la escultura que es figurativa y esta es como una continuación del dibujo que he realizado, pero en tres dimensiones”.
A Verónica Cárdenas el ser artista le corre por las venas, se puede decir que va en la genética y a lo que no pudo negarse. Aunque empezó estudiando música encontró en la pintura su salvación. Su formación artística comenzó a finales de los años 90, en The Art Students League de Nueva York; luego continuó en la Universidad de Columbia y a su regreso a Colombia, en el 2000, estudió Bellas Artes en la Universidad de los Andes. Esta fue la única manera de materializar sus pensamientos, de plasmar la realidad que sus ojos ven y llevar al espectador a esos lugares que hacen parte de su intimidad.
Para ella, el arte es como un deporte en el que se tiene que trabajar duro y con disciplina para llegar a lo que se quiere. Por ello, con constancia y dedicación trabaja todas las tardes en su estudio, nunca para. Tampoco deja que nadie se involucre en su proceso creativo. “Creo que el trabajo del artista es algo muy íntimo e independiente, tienes que vivir en tu propio mundo. Pienso que crear en compañía va en contra de lo que es ser artista”.
Hace 20 años está dedicada a su obra, en la que además de retratar esos espacios y atmósferas en los que habita, también ha incluido autorretratos en pintura y escultura: una representación de las múltiples formas en las que puede llegar a verse a sí misma. Su trabajo es una producción espontánea, no le importa repetirse, sabe que lo importante es que sea genuino.
La génesis de los paisajes e interiores que pinta está en el trabajo de su papá, Juan Cárdenas; y de su mamá, Mónica Meira. Pero nacer en una familia de artista no la ha condicionado en su trabajo. Reconoce que cada uno tiene su identidad, su manera de pintar y sus propias preguntas acerca del mundo.
Sin embargo, en la que podría ser una dinastía de pintores, afirma que la genética ha mostrado algunos tintes en los que todas las obras de los Cárdenas parecieran llegar a un mismo punto. Como ocurrió con su hermano Miguel, quien también ha hecho caras en escultura y, sin querer, hay cosas que les han salido parecidas.
Como sus padres, también se ha despojado de las vanidades del mundo, ha dejado que su propia obra sea la que hable. “Para mí, ser artista es ser honesto. Es expresar las cosas como son de una forma modesta y no pasarse del límite. Es una búsqueda por ser auténtico y que las cosas sean francas. Creo que para hacer arte no debes tener ninguna vanidad o ser exagerado, porque si es así no tendría nada de verdad”.
Esa realidad que está ante sus ojos, que en ocasiones se convierte en abstracta o figurativa, son las obras que están expuestas en la Galería de Arte de la Fundación Cardioinfantil, creaciones realizadas entre el 2009 y el 2016, hechas en técnicas como pastel, lápiz, tinta y escultura. Esta muestra se convierte en una retrospectiva de la evolución de su trabajo, que va orientado a la realización de esculturas geométricas en las que se concentren el color y la forma de manera sencilla.
Con información de El Espectador