Por Sergio Vera
El País (Es)
¿Quién dijo que el perro es el mejor amigo del hombre? Un japonés, desde luego que no. Porque las mascotas preferidas por los nipones son los gatos. Por eso, en la cultura popular japonesa hay felinos por todas partes. Desde la adorable Hello Kitty al repelente Doraemon, pasando por Meowth, el eterno enemigo de Pikachu. De modo que no es de extrañar que uno de los detectives más queridos de la ficción detectivesca japonesa moderna tenga siete vidas.
Todo empezó a inicios de los años setenta. El fin del milagro japonés coincidió con el llamado boom Yokomizo, que llevó al creador de Kindaichi a retomar las aventuras de su célebre investigador. Y poco a poco, la escuela social creada por Seicho Matsumoto (del que Libros del Asteroide acaba de publicar La chica de Kiushu) fue perdiendo protagonismo en favor de los llamados misterios ortodoxos (honkaku). Libros que seguían las reglas de la Golden age encabezada por clásicos del enigma británico como Conan Doyle o Agatha Christie.
Y uno de los presuntos culpables de la renovación del misterio honkaku fue Jiro Akagawa (1948, Fukuoka) quien escribió sus primeras historias a muy temprana edad, influenciado por Osamu Tezuka, considerado padre del manga, y los libros de Sherlock Holmes.
Tras graduarse, trabajó en una librería y en la Sociedad japonesa de ingenieros mecánicos, por lo que no retomó la creación literaria hasta 1976, cuando debutó con Tren fantasma, premio Yomimono al mejor autor novel de misterio.
Desde entonces, Akagawa se ha llevado el gato al agua. Ha vendido cientos de millones de ejemplares de sus casi seiscientas obras, entre las que destaca la exitosa serie de la gata Holmes, por combinar con originalidad asesinatos truculentos, humor japonés y toques de enredo amoroso.
El estilo de la serie es muy ágil y visual, con descripciones parcas y abundante diálogo, lo que sumado a sus situaciones caricaturescas la convierte en una especie de manga sin viñetas. Sus tramas sorprenden por su frescura y complejidad, sabe dar una vuelta de tuerca a los resortes clásicos de la novela policíaca, y su peculiar comicidad nace de las situaciones rocambolescas que desencadenan sus personajes esperpénticos.
Su protagonista es Yoshitaro Katayama, un policía sin actitudes ni aptitudes, sin vocación ni intuición, que se marea con la sangre y es incapaz de hablar con mujeres. Aunque sin duda, el personaje más carismático es la inteligentísima gata calicó que ayuda a los torpes sabuesos humanos con sus pesquisas. Un felino que, entre novelas y recopilaciones de cuentos, ha protagonizado cerca de 50 libros, de los que solo dos han llegado a nuestras estanterías, de la mano de la editorial Quaterni.
Los misterios de la gata Holmes (2015) supuso el debut del personaje allá por 1978. La novela arranca cuando encargan a Katayama vigilar la residencia de una Universidad femenina de Tokio. La residencia donde vivía una chica recientemente asesinada y en la que se sospecha que algunas estudiantes están ejerciendo la prostitución. Y como suele ocurrir en estos casos, pronto empiezan a sucederse los misterios y los muertos. Misterios como el de la desaparición de todo el mobiliario de una sala de la residencia, y fiambres como el del decano, que un buen día amanece desnucado en una habitación cerrada por dentro a cal y canto…
Pero el difunto tiene una gata con mucho olfato que irá dando a Katayama pistas para resolver el asesinato de su amo, el misterio de habitación cerrada más original que he leído nunca.
Una deliciosa novela de misterio neoclásica, de trama ligera y adictiva que disfrutarás como un enano si creciste con los irregulares de Baker Street.
Menos recomendable, a mi juicio, es La mansión de los gatos (2016), que no es la segunda, sino la tercera novela de la serie. Se abre con unos extraños accidentes provocados que pronto desembocarán en una cadena de violaciones, desapariciones y sangrientos crímenes que parecen obra de un gato fantasma. Una novela de arranque pausado que, a partir del segundo cuarto, se convierte en una espiral de violentos golpes de efecto que no dejan títere con cabeza ni darán tregua al lector.
El gran éxito cosechado por estas y otras investigaciones de Holmes, sobre todo entre las adolescentes niponas, ha hecho que la simpática gata saltara a la pantalla, el cómic y hasta las consolas. En el cine y la televisión, ha protagonizado tres obras con formato teatral y dos series hasta la fecha, con adaptaciones escritas por el propio Akagawa. En cuanto al anime y el manga, ha sido retratada por algunos de los dibujantes más conocidos del sector; y en el mundo de los videojuegos, ha protagonizado títulos como la novela visual Mikeneko Holmes: ghost Panic publicada en 2001 para Wonderswan Color.
Así pues, vemos como el enigmático humor amarillo de Jiro Akagawa supuso un revulsivo dentro del misterio ortodoxo japonés, que con la serie de la gata Holmes dotó de nuevo sabor a los ingredientes tradicionales del género, parodiando y homenajeando clichés y enfrentando a casos de lo más intrincado a unos policías estrambóticos. Novelas divertidas, sin más pretensión que el entretenimiento y que disfrutarás si te gusta jugar a los detectives y no le buscas tres pies al gato.