En uno de mis artículos del año pasado, titulado:“Sentido de pertenencia”, hice énfasis en los sentimientos de satisfacción y orgullo, que experimentamos, cuando alguno de nuestros coterráneos, gana un premio importante, bien en las Artes, la Música, las Letras; bien en la Ciencia, o en el Deporte … Pues bien, justamente acabo de experimentar esa vivencia, con una comunicación personal, que me ha hecho el reconocido y laureado escritor Carlos Orlando Pardo, acerca del Premio Escriduende, que acaba de ser otorgado a su hijo Carlos Pardo Viña, en la Feria del Libro en Madrid –España, por ser considerada, su más reciente novela ,“Los días del trueno”, la mejor, entre las novelas Hispanoamericanas, éste año.
Sentí, con su comunicación, orgullo de patria. Alegría de Terruño - tolimenses de pura cepa – como mi esposo el Maestro Eduardo Santa. Y, júbilo, en el regocijo de la amistad; filiación ésta, creadora de lazos finísimos, de identidad y de cariño. La amistad, nos brinda, placenteras sensaciones de bienestar y satisfacción, al sentir, que pertenecemos a un grupo determinado, en el que se comparten intereses comunes, afinidades, alegrías; y, también, tristezas; por qué no.
Reconfirmé con éste hecho, cómo el estar ligados a nuestras diferentes identidades, conlleva el poder enaltecernos, con valores de cofraternidad, coparticipación, codependencia. Somos connaturalmente sociables; y, el ser – con- el otro; es justamente, lo que da brillo y significado a nuestras diferentes experiencias.
Experimentamos orgullo, de los logros, no solo de nuestros hijos y familiares, sino también, de nuestros relacionados. Y, cuando éstos relacionados, forman parte del radiante circulo de nuestros afectos; la alegría que emerge de nuestras sanas emociones, se convierte es un sentimiento, que nos proporciona un piso seguro de pertenencia. Pertenecer a, luz que ilumina senderos, con horizontes de salud mental.
Todos, confesos , o inconfesos, sentimos, que el COMPARTIR nuestro devenir afectivo, es uno de los ejercicios vitales, más profundos y significativos. Necesario, desde la inconsciencia misma. Desde lo más primario y elemental, hasta lo más trascendente y sublime. En variadas dimensiones y en múltiples niveles. Es, la vivencia sui géneris, que parte desde lo instintivo hasta lo oblativo. Y, con la cual formamos grupo universal con nuestros bellos animales, hasta alcanzar el refinamiento y la intelectualidad. El lenguaje escrito. La expresión en un vocabulario cifrado. El mensaje, la codificación del sentimiento y la decodificación de la comunicación. Requerimiento básico por excelencia, dentro del existir.
Gracias, Carlos Orlando, por brindarme ésta alegría, que celebro desde la amistad, que heredé de mi esposo; y, que hemos sabido conservar a lo largo de nuestro periplo vital, con una descendencia que va enalteciendo nuestras familias y nuestra patria, pues ya están configurando los hijos sus propios nombres, en los distintos campos del quehacer intelectual y artístico, con éstos galardones logrados en sana lid; como éste otro , que me enviaste ahora, de tu nieta, Estefanía Pardo, obtenido en el campo de la composición musical, en escenarios de rigurosa competición norteamericana.
Vibramos con ello, sumergidos en las raíces creadas por nuestra nacionalidad, nuestra cultura, y la relación fraterna, que sabiamente, ayer, como hoy, nutrimos de acontecimientos espléndidos.
Te repito: Te felicito; los felicito (patria, terruño, familia y galardonados); y, me felicito. Y, finalmente, nos felicitamos; pues, siento con ello, orgullo personal en exultante coparticipación.
RUTH AGUILAR QUIJANO
Especial Pijao Editores