Revista Pijao
Un viaje a través del miedo
Un viaje a través del miedo

Por Juan Cruz

El País (ES)

La Palma es una isla especial. Liberal, revolucionaria. Bellísima. Por allí entró a Canarias la Ilustración. Esa idea de luz y libertad no ha desaparecido. Cuando Franco inició su rebelión (desde las islas) los palmeros se alzaron contra él. No es leyenda, la realidad se ha contado y está en la historia como ´La Semana Roja`. La historia de Los Alzados. Alexis Ravelo (Las Palmas de Gran Canaria, 1971), autor premiado de novela negra, la ha convertido ahora en ficción en Los milagros prohibidos (Siruela). Es, como dice en el libro, “un viaje a través del miedo”.

Un maestro es el símbolo de la tradición ilustrada de la isla en esta rememoración de aquellos días en que Franco aún no logró dominar la isla. Y un falangista que lo persigue representa la presencia fatal del miedo. “Las dos Españas, que dice Machado”. Ravelo ha sido premio Hammet de novela negra, enseña escritura y cuando las cosas no habían entrado en ese carril servía copas por la noche. En la plaza de Cairasco, en su ciudad natal, lo saludan todos como un héroe.

El maestro hace ese viaje hacia el odio; está enamorado, enseña. La guerra despierta en él el miedo, el odio. “Y ese viaje a través del miedo también es un viaje hacia la vileza”. Ese trayecto “empieza cuando le quitan el libro y le dan un revólver. Sigue cuando lo hacen huir al monte y él intenta conservar intacta la pureza, la bondad, la inocencia”. El maestro se había jurado no disparar nunca a nadie, “y en los tiroteos dispara al aire”. Hasta que en un país de fieras tú también tienes que serlo “para sobrevivir”.

Es la guerra, que convierte a La Palma en una isla roja acechada por la vileza de la contienda civil. “Al maestro lo envilecen las circunstancias; él piensa que va a mantener su moral incólume. Es imposible en la guerra”. Ese viaje al odio es el que lleva a la isla al rencor, “una guerra siempre va a sacar lo peor de cada uno, y también lo mejor”. En ese periodo de los alzados no hay muertes; en la ficción ocurren, son metáforas.

La Palma era heredera de una tradición ilustrada; teatros, escuelas, respeto a la masonería, defensa de la enseñanza como materia obligada para la convivencia. “Aquel país que venía de la larga noche del atraso, de unos procesos históricos durísimos desde la Restauración, tenía con la República una oportunidad de romper la rueda de la iniquidad. La guerra lo interrumpe absolutamente todo”.

Ese momento en que se quiebra la historia esto es lo que pasa en La Palma, según Ravelo. “Cuento lo que dicen los libros que cito en Los milagros prohibidos, sobre la isla hasta la segunda República y algunos estudios de Salvador González Vázquez. América y Europa la conectan con las ideas y con las revoluciones; con la masonería y con el liberalismo progresista o el liberalismo ilustrado. Pero ahí siguen las castas y la depauperación de los menos privilegiados. Canarias en ese momento tiene el mayor índice de analfabetismo, con Murcia”.

Y “aquel horroroso” verano, como se dice en la novela, da paso una represión brutal que sigue a la Semana Roja. Los símbolos de la guerra (entre hermanos, no se olvide) están ahí con una verosimilitud a la que él no le ha querido quitar ni un gramo. La venganza, la delación, el insulto. La violencia. “Mientras escribí esas escenas que tienen que ver con el enfrentamiento feroz entre hermanos me sentí fatal. Como siempre que escribo de violencia. Pero esa metáfora tenía que estar. Eso fue el conflicto”.

Los Alzados, como se les llama también en el libro, no llegaron a matar a nadie, adelanta Ravelo. Pero ese símbolo mayor del enfrentamiento tenía que estar. “El hermano de derechas que traiciona a su hermano de izquierdas y el hermano de izquierdas que lo vuela todo”. El horror está en el libro y se llama odio, o guerra.

--¿El ejercicio del odio fue peor en estas zonas alejadas?

--Lo que ocurre en La Palma es muy singular. Durante la Semana Roja los de izquierdas y los liberales de izquierdas llegan a un acuerdo con la unión de derechas en el club donde se reunían los burgueses. Y llegan a un pacto social para evitar la violencia. La legalidad republicana se tambalea pero se mantienen. Ese paraíso, en términos relativos, donde no hay muertes, se interrumpe en octubre, cuando los representantes de Franco azuzan a los caciques locales e instrumentaliza la rabia. El miedo entonces hace su aparición. Con la venganza, con el odio. Y aparece la sangre.

Eso es lo que simboliza la novela. “Es un viaje a través del miedo. El problema es que cuando huimos a través del miedo, éste sólo genera violencia, más odio”. En la historia estos alzados de La Palma quedaron como tales, cuando los verdaderamente alzados fueron Franco y los suyos. “A los que en la Semana Roja estaban en el monte los llamaron Alzados para marcarlos como delincuentes, como a los maquis de la Península, guerrilleros antifranquistas, los llamaron bandoleros”.

—Con un material tan rico podría haber escrito un ensayo, una historia. ¿Por qué escribió una novela?

—Ya había ensayos muy buenos, como el de Salvador González Vázquez. La novela populariza cualquier tema. Puede tener tres, cuatro, cinco lecturas. Y una novela publicada en la Península pone esta historia al alcance de más gente.

Los milagros prohibidos lleva tres ediciones en tres meses.

 


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