Por Patricio Tapia
La Tercera (Ch)
De haber seguido más estrictamente las advertencias que sus familiares sicilianos le dieron la primera vez que Simonetta Agnello Hornby fue a Londres en 1963 -tenía que ser muy cuidadosa porque allí: desaparecía una joven cada semana, le dijo una tía; los autos circulan por la izquierda y no respetan a los distraídos, le dijo un tío; está plagado de homosexuales, le dijo su padre-, es probable que ella no hubiera conocido bien la ciudad.
Había viajado, sin mucho entusiasmo, para aprender el idioma, pues según su madre, sus hijas no podían llegar a los 18 años sin dominar al menos tres lenguas. Nacida en Palermo, en 1945, en una familia de barones de la pequeña aristocracia rural de Sicilia, no sólo se enamoró de Inglaterra, sino también de un inglés, con quien se casó y tuvo hijos. Desde 1972 vive en Londres.
Allí ha sido una destacada abogado especialista en temas de menores y de familia, además de otras actuaciones (presidenta del tribunal sobre necesidades educativas especiales y colaboradora de fundaciones contra la violencia doméstica).
Pero, en algún momento, se convirtió en escritora. No fue algo temprano, sino a los 55 años que escribió su novela La Mennulara, de resonante éxito. Si su vida profesional estaba en Londres, su vida imaginativa estaba fundamentalmente en Sicilia, pues en poco tiempo escribió una trilogía novelesca siciliana (conformada, además, por La tía marquesa y Boca sellada) que retrata la isla en distintos períodos desde finales del siglo XIX hasta la actualidad, con sus tradiciones y problemas (el ambiente opresivo de la aristocracia decadente, la connivencia entre el poder político e intereses mafiosos), generalmente a través de familias mal avenidas y a menudo abusivas. Su última novela, Café amargo, es el relato de un amor clandestino en el sur de Italia, desde la unificación hasta el desarrollo industrial, a través de un personaje que se casa joven con un noble mucho mayor.
Simonetta Agnello Hornby también ha publicado dos libros de algo así como memorias (ambos disponibles en español la Librería Italiana de la Filsa): Mi Londres, un recuento de sus paseos por la ciudad recorriendo sus calles y lugares poco conocidos, entrelazándolos con anécdotas familiares y episodios de su propia vida, bajo el “numen tutelar” de Samuel Johnson, y Unas gotas de aceite, que podría ser un recetario memorioso o una autobiografía gastronómica, en el que mezcla sus recuerdos con la cocina de su familia y una imagen de la Sicilia de los años 50.
Su último libro, aún no traducido, es Nessuno può volare: un relato de viajes, en que busca descubrir bellezas artísticas, de Sicilia a Londres, atravesando el patrimonio italiano, pero también los obstáculos y barreras que limitan su acceso, especialmente para quienes se mueven en silla de ruedas. Pues su compañero de travesías es su hijo mayor, George, quien desde hace 15 años convive con la esclerosis múltiple. El libro comienza con un recuento de su familia siciliana, en la que crece sabiendo que “todos son normales, pero distintos, cada uno con sus características, a veces un poco ‘extrañas’”, y presenta a una prima sordomuda, la niñera húngara un poco coja, el padre con una pierna mala, una tía abuela cleptómana y luego George, su hijo mayor, que no puede caminar, pero que sabe que “nadie puede volar”.
Antes de viajar a Santiago, la escritora respondió algunas preguntas por mail.
Su trabajo como escritora se inicia tarde. ¿Por qué?
La Mennulara, mi primera novela, vino a mí como una película mientras esperaba un vuelo en el aeropuerto de Roma, el 2 octubre del año 2000. Era una bonita película y yo escribí la historia.
Después completó una “trilogía siciliana”. ¿Lo proyectó así, tan conscientemente?
La tía marquesa, sobre una antepasada que sufrió maltrato de la familia y del marido, me vino a la mente cuando había terminado la redacción de La Mennulara, en noviembre de 2001 y la escribí. No pensé que podría ser parte de una trilogía.
Ha vivido más tiempo en Inglaterra que en Sicilia. Pero la isla italiana tiene gran presencia en sus libros.
Es mi isla y está en mi corazón.
¿Vuelve a menudo?
Al menos dos veces por año.
Su experiencia como abogada, ¿ha influido en la negra visión de las familias de algunas de sus novelas?
Ciertamente. Cuando una se interna en las familias, resulta que son todas terribles.
Su familia, en todo caso, tiene cosas extrañas…
Provengo de una familia bastante inusual.
Habiendo vivido en dos islas, ¿son sus habitantes muy distintos?
Todos los isleños se sienten distintos de los demás y todos tienen miedo de las invasiones.
En su guía personal de Londres busca rutas alternativas a las del turismo clásico. ¿Cuál es su lugar favorito?
Los Inss of Court, donde se encuentran los estudios legales, también antiguos conventos.
Pensando en su novela Café amargo, ¿era una práctica común que los nobles se enamorasen a primera vista de mujeres mucho más jóvenes y sin dote?
Los nobles en el pasado solían contraer matrimonios con mujeres de su mismo pasar y con apreciable dote. Pero creo que los ricos, que no eran necesariamente también nobles, podían tomar por esposa a una mujer sin dote. Antes los hombres desposaban a mujeres casadas más jóvenes que ellos, especialmente en segundas nupcias. Las mujeres a menudo morían en el parto y el viudo se casaba con una mujer joven que podía cuidar a los niños huérfanos y darle otros niños.
¿Y era común tomar café sin azúcar?
No, por lo general, se toma con azúcar. Pero también está el llamado 8: el café se sirve caliente como el carbón en brasas, negro como el alquitrán y amargo como la hiel.
Alguien en la novela, al hablar del amor homosexual, dice que “al verdadero amor se le perdonan tantas cosas”. ¿Se pensaba así en Italia entonces o es una influencia de su vida en Inglaterra?
La homosexualidad era bien conocida en Sicilia. Era aceptada en la familia, pero no en público. El hijo varón homosexual era protegido por parientes y hermanos, era descrito como diferente. La homosexualidad femenina, por el contrario, era poco conocida. Es cierto que mi padre consideraba que Inglaterra estaba llena de homosexuales. Pero estos eran numerosos en Taormina hace dos siglos, donde abusaban de jóvenes pobres.
En Unas gotas de aceite hay varias recetas. ¿Tiene una que nunca le falla?
Sí, las albóndigas de berenjenas.