Revista Pijao
Siegfried Lenz: extremadamente peligroso
Siegfried Lenz: extremadamente peligroso

Por Patricio Pron   Foto Fabián Bimmer (EFE)

El País (Es)

“Del todo imposible (...) inconcebible (…) extremadamente peligrosa en las circunstancias actuales”: los términos en los que Otto Görner, lector de la editorial Hoffmann und Campe, rechazó en 1951 la novela El desertorno dejaban a un joven Siegfried Lenz ninguna esperanza de ver publicada algún día su obra, la que, en palabras de Görner, podía “acabar como un fracaso artístico absoluto”.

El problema eran las “circunstancias actuales”, el eufemismo con el que el lector editorial aludía a las tensiones entre Alemania y el bloque soviético y la forma en que la publicación de la novela de Lenz podía aumentarlas. El protagonista de El desertor, que ahora publica en español Impedimenta, huye del bando alemán solo para descubrir, al pasar a combatir con los rusos, que la crueldad y la violencia irracional están presentes en todas las facciones en conflicto: la vida en el bando enemigo es “igual de gris, ni una pizca mejor” que en las filas propias y el Estado policial soviético apenas difiere en uno o dos aspectos menores del terror nacionalsocialista. Ni siquiera las “almas simples” permanecen a salvo de la furia de la Historia: con la (“inconcebible”) publicación de la novela, afirma Görner (quien, por cierto, tenía un pasado nacionalsocialista particularmente importante), “la editorial podría infligirse unos daños de valor incalculable”.

Thomas Mann iba a decir dos años después de que El desertor fuese rechazada que los textos de su autor eran “raros, originales, sugestivos: algo completamente nuevo”. Sin embargo, Lenz no iba a obtener ningún beneficio inmediato de la aprobación del Nobel: por entonces vivía en Stuttgart en lo que quedaba de la casa de sus padres (que había sido destruida durante la Segunda Guerra Mundial) y trabajaba como secretario.

A Lenz (que había nacido el 17 de marzo de 1926 en Prusia Oriental, había pertenecido a las Juventudes Hitlerianas desde los 13 años de edad y combatido en la guerra a partir de 1943) la suerte le sonreiría únicamente dos años después con la publicación de los relatos de ¡Qué bello era Suleyken! (1955), aunque su consagración como uno de los escritores alemanes más importantes de la posguerra solo iba a llegar 13 años más tarde, cuando el autor publicara Lección de alemán (1968), la historia de una amistad rota por la guerra y la inflexibilidad de un hombre de principios.

Culpa y memoria

Lección de alemán fue discutida y celebrada a partes iguales, en primer lugar, debido a que Lenz había encontrado en la historia de la relación entre el pintor Max Ludwig Nansen (inspirado en la figura de Emil Nolde) y su amigo de la infancia, el policía Jens Ole Jepsen (quien recibe la orden de requisar sus cuadros e impedir que siga pintando), una manera eficaz de hacer visible el conflicto interior de aquellos alemanes que se habían visto obligados a perpetrar hechos atroces durante la guerra a raíz de su sentido del deber. Para Lenz, la catástrofe moral de la adhesión al nacionalsocialismo tenía su origen en el autoritarismo paterno, una visión que (como observó Marcel Reich-Ranicki) era compartida por la oposición extraparlamentaria alemana y el movimiento estudiantil de la época. Pero Lección de alemán fue también un éxito debido a la excepcional habilidad de su autor para narrar de manera simple y atractiva la vida de unos personajes complejos.

Lenz compartía con contemporáneos suyos como Günter Grass, Heinrich Böll y Martin Walser la convicción de que la literatura debía contribuir a la discusión pública del pasado reciente, pero, a diferencia de ellos, nunca se permitió riesgos formales que pudieran alejarlo del público: permaneció fiel a un estilo que se caracteriza por el dinamismo de la acción, la vivacidad de los diálogos, la descripción de la naturaleza, un equilibrio logrado entre humorismo y tragedia, un vocabulario limitado pero usado con eficacia.

Ahora, 65 años después de lo previsto, la publicación de El desertor permite valorar cómo y dónde comenzó todo para su autor. Proska (su protagonista) es el héroe prototípico de Lenz: alguien que se debate entre su sentido del deber y su visión de sí mismo, entre la culpa y la memoria, entre la verdad objetiva de los hechos y una “verdad subjetiva” de igual o mayor importancia.

Sin embargo, no es esta la única razón por la que El desertor es un libro típico de su autor: la novela tiene el trasfondo autobiográfico que es característico de toda su obra, ya que el autor desertó cuando se le ordenó que fusilase a un compañero de armas. Tras ser rechazada, Lenz (que murió el 7 de octubre de 2014) no volvió a mencionarla, pero tampoco la destruyó: dos años después de su muerte, Hoffmann und Campe, la misma editorial que la rechazó en su momento, la publicó en lo que constituye una especie de triunfo póstumo del autor alemán.

Adaptaciones a la pantalla

A lo largo de su carrera, Siegfried Lenz publicó 14 novelas, 120 cuentos, numerosas novelas breves o nouvelles y decenas de piezas teatrales. Muchas de sus obras fueron adaptadas al cine y la televisión y se dice que vendió 25 millones de ejemplares. Quizás haya sido su condición de escritor popular en un momento en que la edición “seria” desconfiaba de la popularidad excesiva la que haya dificultado su recepción en España, donde (a excepción de la publicación de Lección de alemán en 1973 y de varios intentos de Tusquets y Debate entre 1988 y 1993) solo pudo ser leído y celebrado como el maestro que fue a partir de la década siguiente.


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