Revista Pijao
Rivales que movieron el arte
Rivales que movieron el arte

Por John Williams

The New York Times

Esa clase de detalles jugosos están por todos lados del nuevo libro del crítico de arte y premio Pulitzer, Sebastian Smee. Pero el autor va por algo más sutil y fascinante en El arte de la rivalidad: un estudio sobre las tensiones en cuatro amistades separadas — Manet y Degas, Matisse y Picasso, de Kooning y Pollock, y Freud y Bacon — y los efectos de esas tensiones en su arte y en el Modernismo.

En el relato, los diferentes temperamentos de estos artistas se cruzaron en momentos cruciales, llevando a revelaciones artísticas en la combinación de irritación, celos y autoanálisis.

Freud trabajaba con "paciente y concentrado escrutinio" durante meses en sus pinturas, mientras que su amigo Bacon trabaja en la agonía de la "oportunidad y alta emoción: furia, frustración, desespero". ("Su trabajo me impresiona", dijo Freud de Bacon. "Pero su personalidad me afecta". Degas alguna vez dijo de Manet: "Todo lo que hace lo hace de primera mientras a mi aquejan dolores intensos y nunca lo consigo. Matisse estaba siempre "peleando contra el caos", escribe Smee, mientras Picasso "aceptaba la colisión y el conflicto". De Kooning tendía a "revisiones interminables"; Pollock impulsivamente rompía vidrios y la cara de los demás.

El arte de la rivalidad va hacia una teoría observada de cerca pero lo hace para lectores no especializados a medio camino entre la minibiografía y una historia del arte más amplia.


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