Revista Pijao
Reina Roffé: “De Rulfo tomé las tijeras de podar”
Reina Roffé: “De Rulfo tomé las tijeras de podar”

Por Jorge Morla

Un nombre propio destaca en la bibliografía de Reina Roffé (Buenos Aires, 1951): Juan Rulfo. Al esquivo e inabarcable autor mexicano la novelista y ensayista dedicó libros como Juan Rulfo: Autobiografía Armada o Juan Rulfo. Las mañas del zorro. Su acercamiento más ambicioso al de Jalisco, sin embargo, fue su Biografía no autorizada, que ahora la editorial Fórcola reedita coincidiendo con el centenario del escritor que fotografió con letras el páramo mexicano.

De pequeña quería ser…

El hombre invisible de H. G. Wells en la versión para TV de 1958. Aprovechar mi invisibilidad para hacer justicia.

¿Qué cambiaría de usted?

Mi nombre de pila y cierta tendencia a la anhedonia por una actitud resiliente.

¿Cuál es el mejor consejo que le dio alguno de sus padres?

Que mantuviera mis valores hasta el final.

¿Con quién le gustaría quedar atrapado en un ascensor?

Con la gran Colette, con uno de sus magníficos libros, los de su Claudine o La ingenua libertina, llenos de protagonistas traviesas que ejercen sus libertades en un mundo prejuicioso con las mujeres.

¿Algún sitio que le inspira?

Mi cuarto propio.

¿Cuándo fue la última vez que lloró?

Lo que se dice llorar, no recuerdo. Aunque ganas de llorar, cada día con las noticias.

¿Qué música le sirve para trabajar?

El Adagio de Albinoni, Lakmé de Delibes y la música que Vangelis creó para Blade Runner.

¿Cuál ha sido el mejor regalo que ha recibido?

Una Olivetti lettera a los quince años.

¿Para qué sirven los premios?

Para lo inmediato.

¿Rulfo o Borges?

Me pone en un aprieto. Soy muy indecisa.

¿Qué significa ser escritora?

Un acto de fe.

¿Y biógrafa?

Ejercitarse en el arte del transformismo para entrar en la “novela” o la “película” del biografiado.

¿Qué tienen Rulfo y su obra que aún hoy nos fascinan?

El don de un lenguaje que nos envuelve con su magia y se queda en nosotros como el sonido de las casuarinas mecidas por el viento, allá en Jalisco.

¿Qué aprendió de él?

Que lo bueno y breve, dos veces bueno.

¿Cuál es el último libro que ha leído y le hizo reír a carcajadas?

Difícil que me ría a carcajadas, pero todavía me hace sonreír la Mafalda de Quino.

¿Y el que mataría por haber escrito?

Mrs Dalloway, de Virginia Woolf.

¿Qué personaje de la literatura o el cine se asemeja a usted?

Sherezade, porque salvo mi vida contando historias.

¿Qué le hace suspirar?

El talento y la belleza.

¿Cuál ha sido su gran experiencia?

Vivir fuera de casa. Ver mi propia cultura bajo la lámpara de otras culturas.

En una fiesta de disfraces, ¿de qué se disfrazaría?

De esas calaveras tan simpáticas, con sombrero mexicano, de Guadalupe Posada.

¿Dónde no querría vivir?

En un destacamento militar.

¿Qué la deja sin dormir?

La idea de perder a mis seres queridos.

¿Tiene un sueño recurrente?

Tengo sueños distintos con un escenario recurrente: la casa de mi infancia.

¿Y un olor preferido?

El de los jazmines en los puestos callejeros de Buenos Aires.

¿Qué siente cuando ve su foto en los diarios?

Sorpresa y estupor. Parezco otra.

Respecto a su trabajo, ¿de qué está más orgullosa?

De mis tijeras de podar, esas que Rulfo sabía emplear como nadie.

¿Cuál es la noticia que siempre ha esperado leer?

El hambre, la miseria y la ignorancia han sido erradicados del mundo.

¿Cómo ve el futuro de Argentina?

Con enorme zozobra.


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