Revista Pijao
Películas que marcan la vida
Películas que marcan la vida

Llamado “El Séptimo Arte”, el cine, ha enriquecido grandemente nuestro panorama mental. Principiando, por el cine mudo, hasta llegar, a las grandes realizaciones en la actualidad, con todas las sorprendentes y casi alucinantes  ayudas tecnológicas. El cine, ha venido a constituirse, en nuestro aliado, en diversos niveles de nuestro acaecer: Afición, recreación, instrucción, campo cultural, escenario social, oportunidad de  encuentros amorosos; en fin, alcanza a alimentar, una muy variada gama de emociones  en el hombre moderno, incluida, por qué no, la adicción.

Ya lo tenemos, incluso a la mano, en nuestras propias  casas, dado el fácil acceso a películas de toda clase, que nos es posible  ver, sin tener que desplazarnos a salas de teatro, como era menester anteriormente, en tiempos no demasiado lejanos. Inolvidables programas entre amigos, eso de ir al cine. Existían los llamados MATINALES, que eran proyecciones de películas infantiles,  en horarios de la mañana, y generalmente en día festivo: “Pinocho”; “La bella durmiente”; “Alicia en el país de las maravillas”; aparte del ingenio de Walt Disney, que nos deleitó con, “Fantasía”, “Bambi”…; y a nuestros hijos posteriormente, con “El rey león” , “La bella y la bestia”, “Pocahontas ; entre otras muchas más.

También,  existía toda una taxativa programación, en los teatros, para la proyección de películas para adultos; así, por la tarde, el “Matiné” y la Vespertina;  y, por la noche,  la “Nocturna”. Horarios de 3 p.m.; 6 p.m. y 9 p.m., respectivamente, toda la semana.

Invitación obligada del novio, para asistir a alguna de estas funciones, en grandes salas de teatros, las que contaban con cafetería; y la compra de palomitas de maíz, no podía faltar; así, como la oportunidad, cobijados por la oscuridad y el estimulo romántico de varias películas, para imitar un poco lo que se veía en pantalla. Cabe aclarar, que no era nada obseno, pues la proyección de las películas y sus títulos y contenidos, tenían severa clasificación. Para mayores de 12 años, para mayores de 18, y algo que no alcanzaba a ser parte, por entonces, de nuestro conocimiento, el “Cine Rojo”, en salas especiales, las misteriosamente   llamadas salas X.

Digo que estricta clasificación, ya que el portero ejercía insobornable control para  entrar al teatro. Era una experiencia, un poco  expectante y azarosa, en nuestra pre adolescencia, pues le impedían a uno entrar a ver películas que no fueron acordes con la edad. En más de una ocasión, fui devuelta a casa, por tal razón, en compañía de mis hermanas mayores, a quienes  echaba a perder el programa. ¡Bochornosos eventos!

Asociando CINE y LITERATURA, encontramos, que  muchas de las grandes producciones cinematográficas, están basadas en obras clásicas de la literatura universal. Cada cual, tendrá una  lista muy clara en su memoria, de aquellas que les han impactado; desde la infancia, hasta su  presente. Lo que, además, espero, les haya motivado, luego de ver la película, para ir a conseguir el Libro, en el que se basó dicha escenificación.

 De tal suerte, vemos, que el cine,  no sólo es algo recreativo, si no que, también, se constituye, en promotor de la lectura. Cuestión  del todo loable en estas épocas, en las que al parecer, leer grandes o pequeños libros, no es propiamente necesidad de primer orden, por lo menos  en nuestra población colombiana.

Y, aunque luego de ver la película, no vayan muchos, a conseguir el libro respectivo; bastante ha quedado impreso en su mente, del fascinante panorama de la Literatura Universal: ¡Madre y fuente donde abrevan casi todas las Artes! Exceptuando, tal vez, la música, el canto y el baile; aunque muchos de los Ballets y las Operas, también toman de ella contenidos y personajes.

Siempre me había preguntado, el por qué, de la fácil expresión en el lenguaje corriente, de “dichos” cargados de historia, de cultura general, de conocimientos de la mitología y sus personajes paradigmáticos; y, en mis largas elucubraciones, he venido encontrando, que, una de las fuentes de dicha “culturización”, es,  justamente, la magnificencia del Séptimo Arte.

Con frecuencia, las personas se refieren a contenidos de libros en su lenguaje. Por ejemplo, es usual oír  expresiones como: “Se armó la de Troya”; “Fue toda una Odisea”; “Los flechó Cupido”; “El tipo es un Narciso”; “Noo… ni que fuera Baco”; “Se cree bajado del Olimpo”; “Decisión Salomónica”; “Todo un Sansón”; “Eso es una quijotada”, et., etc.; y  muchísimas expresiones más, que mis lectores tendrán a la mano, en exclamaciones de amigos y relacionados; y, por supuesto, de ellos mismos también, de uso fácil y corriente en su lenguaje.

Figuras de la Mitología griega; de la Biblia; del Quijote; de la Iliana, de la Odisea y de muchísimos libros, que las personas que utilizan tales términos, jamás han tenido entre sus manos; y, aún menos, los han leído; y que, ni siquiera saben quién es el autor; pero que constituyen parte integral de su espectro mental, o por decir  lo menos, de su vocabulario cuotidiano.

De manera que, el haber visto en cine, tantos y tantos acontecimientos, con  personajes “viviendo” esos dramas, esas aventuras, esas proezas extraídas de la literatura y encarnados en atractivos  actores y actrices; todo ello desplegado en escenarios “reales”, con  los atractivos componentes, de bella fotografía y paisajes exuberantes; construcciones, vestuarios, usos y “costumbres” de cada época; todo ello  constituye   elemento bastante propicio, para que la memoria, sea estimulada desde varias dimensiones, y, así, queden impresas, a veces, por siempre, historias fantásticas, desgarradoras, exultantes y aleccionadoras.

El Séptimo Arte, además de extasiarnos, nos enseña muchísimo. En los tiempos que corren, estamos asistiendo a redescubrimientos de autores magníficos. Valga el ejemplo de Tolkien con la película “El señor de los anillos”; de las hermanas Bronté, con “Cumbres borrascosas”; de Umberto Eco, con “En nombre de la rosa”; de León Toltoi, con “Ana Karenina”; y, la lista es interminable. Lo que escribo, es apenas  un abre bocas. Ahora en escena, y con prospectivos y alentadores premios,  Héctor Abad Facio Lince con “El olvido que seremos”. Y otras más, como el desgarrador libro de Ema Reyes,  cuya muy bien lograda película basada en él, está siendo transmitida por estos días en Señal Colombia.

Ah! Y no olvidemos, aquellos clásicos del mundo Judeo- cristiano, basados en la BIBLIA, que acompañaron nuestros días de infancia, en Semana Santa: “Los diez mandamientos”; “La Historia de Rut”; “José y sus hermanos”; y otros clásicos de libros famosos como:“Quo Vadis”, “Benhur”, “Atila frente a Roma”; “La persecución a los cristianos” etc.etc.; bellísimas cinematografías que forman parte de nuestro mundo ideativo, de nuestra fantasía, de nuestro pensamiento mágico y de nuestros precarios conocimientos, acerca de esos temas y muchos otros.

Así mismo, hemos asistido, a ver, en la pantalla, grande o chica, los más famosos ballets y óperas; como también, obras de teatro y biografías de los maestros del arte pictórico, musical, científico y literario. Lo que ensancha, en forma notable, el horizonte de nuestro conocimiento, con ése maravilloso invento del cine, en el que se reúne lo visual, lo auditivo, lo espectacular del  “realismo” re-creado, que alcanza a transportarnos a otros países, lugares, épocas, e historia, de casi inagotable índole, como es el acontecer mismo del hombre, a lo largo del tiempo.

Y hablando de épocas, siglos; HISTORIA; ése indispensable  registro cinematográfico, de hechos que se constituyen en hitos importantes de la humanidad, con sus momentos estelares, y, sus grandes cataclismos; ha logrado, este mágico Séptimo Arte, aprisionarlo en producciones impactantes, que nos “muestran” y nos hacen vibrar y casi vivenciar, ese acontecer epopéyico; y, también, sentimental. Hemos aprendido, muchas veces, de héroes y villanos, en el cine. De humillaciones y vejámenes; de magnicidios; y, lo peor, de numerosos genocidios. Guerras, destrucción, traición y muerte.

Hemos  visto en pantalla, el despliegue de toda clase de fanatismos: religiosos, raciales,  políticos y sociales, que han motivado las más bajas y crueles   acciones  del hombre. Nos ha mostrado, el cine, la abominable y absurda Santa Inquisición, en imperdonable ejecución por parte de la Iglesia Católica, con la puesta en marcha de terroríficas y macabras acciones, basadas en  ideas preconcebidas y retorcidas creencias; y esto, por varios siglos.  Hemos sido estremecidos, “viendo”  los campos de concentración con sus horrores, creados inhumanamente por Hitler,  en la persecución a los judíos. En fin, toda la flaca condición humana, con sus delirios y malsanas inclinaciones discriminatorias, en actos del todo espeluznantes y de absoluta incomprensión.

Claro que, no solo, reproducciones basadas en libros de la literatura universal, la historia y la música, tiene el Cine. Existen temas y guiones escritos exclusivamente con dicho fin, constituyéndose en  espléndidas creaciones  cinematográficas.

Películas inolvidables, que configuran nuestro repertorio personal.  Cada cual las tendrá grabadas en su mente, inclusive con los temas musicales, que tarareamos y cantamos y  que algunos fueron compuestos en exclusiva, para  películas inolvidables. Las musicales; “My Fair Lady”; “La Novicia rebelde”; “Mary Poppins”… e interminable nominación de  otras… cuyas melodías nos sabemos de memoria : “Zorba el griego” y el “Puente sobre el rio Kwai”, son solo algunos ejemplos.

En este  sucinto recuento, no pueden faltar, las de ficción, de amplio espectro: “La guerra de las galaxias”; “E.T.”; ”King-Kong”, son  sólo escasos ejemplos, pues los jóvenes y niños tienen su numeroso recuento, con  “El hombre araña” y muchísimos alienígenas que ya ocupan su puesto propio. También están las de terror, las de “loca” imaginación y las de “Animación”. “El exorcista”;”El bebé de Rosemary”; “El monstruo de la laguna negra”; “Jack el destripador” y otros asesinos en serie; con sus inspectores e investigadores detectivescos, siendo el precursor de todos ellos,   el literario personaje de Sir Conan Doyle, el inolvidable Sherlock Holmes.

También las de suspenso, con el siempre recordado Hitchcock, algunas basadas en libros. Las de Fellinni, clásicas del cine. Las de Almodovar; Scorsese; Tarantino, y, Woody Allen por supuesto, et.etc.  Los colombianos Carlos Santa, Sergio Cabrera; Pepe Sánchez; Carlos Duplat; Kepa Amuchastegui; Triana, Guerra,  y Rodrigo Garcia-Marquez y demás colegas comprometidos en este quehacer, el cual en nuestro medio, es acción de grandes esfuerzos. Afortunadamente, su trabajo creativo, ya va siendo conocido, seleccionado y premiado en los escenarios  internacionales.

Y, FINALMENTE,  LAS PELÍCULAS DE AMOR: “El cartero de Neruda”; “Doctor  Zhivago”;“Sissi emperatriz”; “El gran Gatsby”; “Bonnie  and Clyde”;“Lo que el viento se llevó” ; “La Maria” ; “Orgullo y prejuicio”; “JE T’AIME MOI NON PLUS”… “Love Story”; ¡ por siempre!

Tema de nunca acabar, este del ¡Séptimo Arte!

En esta ocasión vamos a llevar,  no a la isla, si no, a la Finca de un amigo; lugar que cuenta con los medios para verlas, cada uno de nosotros, solamente tres películas, ojalá aquellas que atesora su corazón. ¡A escoger se dijo!

Nota aclaratoria: La autora ya es persona que sobrepasa los 70 años de edad. He ahí su sucinta nominación de películas. Espero que los más jóvenes enriquezcan mi repertorio y en mis contemporáneos creo que voy a encontrar resonancia con algunas de las mías.

RUTH AGUILAR QUIJANO

Especial Pijao Editores

 


Más notas de Actualidad