Por Walter Lezcano
Clarín (Ar)
Puntual, sencilla y sonriente, Paula Hawkins aparece como si fuera una turista con todo el tiempo del mundo y no una best seller internacional con más de 20 millones de libros vendidos y traducida a más de 42 lenguas. Su primer libro, La chica del tren, la posicionó en el escenario literario mundial con una obra de suspenso psicológico que tuvo su coronación con una adaptación al cine. Ahora publica Escrito en el agua (Planeta), una historia en la que una mujer aparece asesinada en un lago y desata una trama policial y de misterio en la que se ven involucrados un pueblo y una familia rota por el crimen y recuerdos devastadores.
Nacida en Zimbabue y nacionalizada en Inglaterra, Paula Hawkins tiene un pasado como periodista financiera (“Creo que lo que más me aportó fue aprender a leer entre líneas: no tanto lo que la gente dice, sino lo que no dicen o las cosas que quedan en sombras.”), otro, bajo seudónimo, como escritora de novelas románticas de poco éxito (“mis primeros libros no reflejaban bien mis ideas literarias”) y un presente rutilante. En estos momentos, ella es una de las autoras de policiales más famosas del mundo.
En Buenos Aires habló con Clarín, aunque no aceptó que le sacaran fotos.
-Tus libros hablan de la identidad como una construcción en el tiempo. ¿Encontraste tu identidad literaria cuando dejaste de usar seudónimo para escribir?
-Siento que a partir de La chica del tren encontré mi verdadera voz. Siempre estuve mucho más interesada en la respuesta que tiene la gente a la tragedia: si se curan, si logran sanar o no sus heridas luego de un hecho terrible y definitorio que les sucede.
-¿Cómo cambia la mente de un escritor cuando pasa de escribir en la pobreza a escribir con seguridad económica?
-Siempre necesité de cierta presión a la hora de ponerme escribir. Antes tenía la presión de salir de la pobreza. Ahora tengo otro tipo de presiones que están relacionadas con cumplir las expectativas de los lectores y tratar de satisfacerlos o no. La verdad es que no sé cuál de las dos es mejor (risas).
-En Argentina hay un problema endémico con el femicidio y tu novela empieza con la muerte de una mujer. ¿Cómo pensás este tema para incluirlo en tus ficciones?
Este es un tema que voy a seguir encarando en mis novelas. No tengo tanto conocimiento de lo que ocurre en los países de Latinoamérica pero es un problema más bien global. Por ejemplo, en Inglaterra son asesinadas dos mujeres por semana en casos de violencia extrema.
-¿Cómo fuiste encontrando las estructura final de Escrito en el agua? Son muchas voces armando el rompecabezas.
-El punto de partida es la relación entre dos hermanas. A partir de ahí se va creando una atmósfera misteriosa que envuelve a la comunidad y a toda la novela. Y fui agregando capas de sentido. Cuando empecé a escribirla sabía adónde quería llegar, sabía cómo quería terminar la historia pero no se trató tanto de ingeniería literaria sino de que la historia fluyera. Además tuve que reescribirla muchas veces mientras iba desarrollando la historia y los personajes.
-A pesar de trabajar con materiales actuales decidiste inventar un pueblo para ambientar tu historia.
-El pueblo es un personaje más dentro de la novela. Hay un lugar en Inglaterra que me inspiró pero yo quería tener todo el control sobre un espacio determinado. Cuando ya tuve eso, pude desarrollarlo todo y darle detalles distintivos para que tuviera su propia personalidad. Hacer eso fue relativamente más fácil que ir trabajando con las palabras y la estética de las frases. Siempre estoy encima de eso y tratando de mejorarlas. Me importa mucho la estética de las descripciones y de los términos que utilizo.
-Otros de los temas de tus dos novelas es la familia que siempre es una institución social que parece estar en crisis.
-Las familias ahora tienden a ser flexibles, las configuraciones que van teniendo son distintas a como era hace mucho tiempo. Escrito en el agua trata de una familia disfuncional pero la protagonista, Jules, se hace cargo de su sobrina. De alguna manera, eso cura un poco las heridas de esa familia. La familia sigue existiendo, sólo que va cambiando constantemente.
-Los personajes en Escrito en el agua tienen secretos y zonas oscuras que tratan de esconder.
-Esta novela trata de un poco de las historias que nos contamos a nosotros mismos y de cómo tratamos de evitar ciertos hechos dolorosos para poder escapar de la tragedia. En el caso de Jules, lo que le sirvió para seguir adelante fue negar y escapar del pueblo en el que creció. Para sanar hay que volver y confrontar las heridas. Me gusta escribir sobre el lado oscuro de las personas y me resulta fácil llegar ahí. Tiendo a pensar lo peor.
-¿De dónde sacás tus materiales para poder escribir?
Muchas veces con solo mirar una noticia en el diario algo se detona en mi cabeza, es un disparador que genera muchas preguntas. Un tiempo después, algunas de esas noticias siguen conmigo y me vuelvo a preguntar qué pasó con esa historia que tanto me interesó, cómo continuó la vida de esa gente. Y, por supuesto, leo un montón y miro muchas horas de televisión.
-¿Te interesa confrontar con cierta mirada despectiva que hay sobre los best sellers?
-Soy consciente de que muchos escritores, como Stephen King, han elogiado mi trabajo y otros no tanto. Llega un momento en el que hay que dejar eso a un lado porque si no te quedás paralizado con esas opiniones. Y en realidad lo que hay que hacer es ponerse a trabajar lo de uno y seguir mejorando con esa propuesta.
-Un escritor trabaja con la soledad. ¿Cómo manejás el ego y la creatividad estando tan expuesta?
-En realidad me gusta mucho estar en la mía, con mis cosas, trabajar en soledad y estar tranquila. Pero también disfruto conocer a mis fans y lectores. Fue una transición difícil pero ya me estoy acostumbrado.
-¿En qué momento de tu vida decidiste que el feminismo era tu camino?
-No hubo un momento revelador ni se trató de un despertar, fue algo más bien natural. Y lo hice toda mi vida. Es parte de mí, de mi vida. De eso se trata el feminismo. Lo que sí recuerdo es que cuando tenía 18 años leí El cuento de la criada, de Margaret Atwood y fue el primer libro que de cierto modo me conmovió y me acercó a las ideas feministas.
-¿Te interesa desafiar a tus lectores con libros cada vez más complejos?
-Al principio Escrito en el agua puede parecer un poco confusa y hay muchas cuestiones a tener en cuenta. Pero me parece un gran momento cuando la historia empieza a cobrar sentido y todo comienza a encajar. Hay libros que uno puede leer más fácilmente, de forma más sencilla. Pero esta clase de historias y tramas con las que estoy trabajando me parecen más interesantes.
-¿Qué te motiva en estos momentos?
-Soy ambiciosa: quiero escribir cada vez mejor.
-Después de un hit enorme, ¿estás preparada para un libro que fracase en ventas?
-Nunca estás preparada para el fracaso. Pero si pasa va a estar todo bien. Yo voy a seguir escribiendo.
Al cine, otra vez
Así como ocurrió con La chica del tren, Escrito en el agua es también será llevada al cine. Si en el proyecto anterior Paula Hawkins no estuvo muy involucrada, esta vez figura como productora ejecutiva y estará participando en la elección de los actores, en la dirección y en aprobar el guión.
-¿Cómo estás viendo el mundo del cine en el que te estás metiendo?
-Hasta ahora no había tenido mucha experiencia con ese universo. Mi paso por Hollywood fue agradable pero más bien superficial. Ahora estoy un poco más involucrada, más comprometida. De alguna manera va a ser un rol de consultora, no mucho más.