Revista Pijao
Padura y Silva, la novela negra en español, y sus antihéroes
Padura y Silva, la novela negra en español, y sus antihéroes

Por Sara Gómez Armas (EFE)

Lejos de la imagen de tipos duros, toscos e implacables que tienen los detectives en el género tradicional, tanto Padura como Silva crearon, con Mario Conde y Ruben Bevilacqua, respectivamente, la antítesis a ese cliché, dos policías sin vocación, cultos, bonachones e instintivos, idealistas y enamoradizos en lo personal.

Los dos autores, declarados seguidores de Manuel Vázquez Montalbán, Juan Madrid o Andreu Martín -precursores del género en español y miembros de esa primera generación-, participaron hoy en un coloquio en la embajada de España en La Habana en el que indagaron sobre las similitudes de su obra y la validez de la novela negra como espejo de la sociedad.

"Me sorprendió ver que las conexiones entre los dos personajes fueran tan profundas y de detalle. Los dos han estudiado psicología, acaban como policías de manera casual. Tanto Conde como Bevilacqua sólo han disparado su pistola una vez y esperan no tener que volver a hacerlo", resumió Silva, cuyos libros a penas se conocen en Cuba.

Para Padura, el "gran parentesco" entre esos dos personajes es el "elemento ético": "esa responsabilidad que sienten ambos con algo que no está de moda, que es ser decente, más que un buen policía".

Tanto Conde como Bevilacqua han bordeado en más de una ocasión la frontera entre el bien y el mal, cuando la han cruzado las consecuencias no han sido buenas, y han decidido instalarse en el bando de los buenos, diseccionaron los dos escritores. "Yo trabajo para que los hijos de puta no se salgan con la suya", es el lema de Mario Conde, ese policía y escritor frustrado creado por Padura como su álter ego.

Una nueva entrega de Mario Conde, la novena, se publicará en enero bajo el título "La transparencia del tiempo", en la que "el Conde", ya con 60 años, tendrá que sumergirse en el inframundo de los asentamientos marginales de La Habana donde viven los emigrantes que llegan desde el oriente de la isla, más empobrecido.

Esa novela pretende mostrar los últimos cambios sociales que se han dado en la isla con el deshielo con EE.UU. y la apertura económica, como el resto de títulos de la "saga Conde" han mostrado la Cuba del momento, lo que la convierte en una buena muestra de "la historia de la Cuba contemporánea", afirmó Padura.

"El acto criminal te coloca en la parte oscura de la sociedad. Entras en un territorio que empieza tener ribetes mucho más profundos y complejos de carácter ético y también da una muestra de los valores y miserias de una sociedad", apuntó el ganador en 2015 del Premio Princesa de Asturias de las Letras.

Lorenzo Silva también defendió la novela negra como instrumento para ahondar en los entresijos de una sociedad: "en una investigación criminal se levantan las alfombras de mucha gente y saca a relucir una sociedad desde el escaparate, la trastienda y el sótano". Para Silva, la novela negra es la única que permite llegar a los "márgenes de la realidad" y aportar el "retrato de los estratos más descartados de la sociedad" que no se encuentra en la literatura tradicional.

"El homicidio es el crimen más democrático del mundo, todo el mundo puede cometerlo y puede ser víctima de él. Por eso, te permite como herramienta narrativa para bucear por todos los niveles y estratos sociales", apuntó Silva, que también ha buscado romper estereotipos con su saga policiaca. El sargento Ruben Bevilacqua, su protagonista, es Guardia Civil, un cuerpo militar con funciones policiales del que se tenía una visión muy denostada en España por una mala herencia del franquismo; y su compañera de fatigas, Virginia Chamorro, es mujer, un personaje casi invisible en la novela negra.

La tensión sexual no resuelta todavía entre Bevilacqua y Chamorro es otro elemento de magnetismo para los lectores de Silva: "unos me dicen que si no se acuestan ya, me dejan de leer, y otros tantos que si se acuestan me dejarán de leer". "No sé qué pasará. De momento ha dejado de preocuparme la posible relación sentimental entre ellos y he preferido centrarme en el vínculo de camaradería entre dos compañeros que trabajan codo con codo durante tanto tiempo", contó Silva, que acaba de publicar "Tantos Lobos", la décima entrega de su saga negra.

El segundo título de la serie, "El alquimista impaciente" (2000), le valió el Premio Nadal; mientras que con "La Marca del Meridiano" (2012), la séptima entrega, obtuvo el prestigioso Planeta.


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