Revista Pijao
Nuevos retos para la 'segunda adolescencia' en Pandemia
Nuevos retos para la 'segunda adolescencia' en Pandemia

 

 Llamativa la información acerca de que ha aumentado el consumo de DROGAS PSICOTRÓPICAS en los mayores de 65 años; edad que se consideraría fuera de la franja de “consumidores” y gozando de su nueva nomenclatura generacional, en la que según la OMS no están considerados como “viejos” si no pertenecientes a la denominada “Edad mediana” (65 a 78 años). Edad en la que, a nivel promedio, ya se ha alcanzado la “jubilación” (JÙBILO) y en la que ya se han cumplido tareas y obligaciones: educación de los hijos, pago de hipotecas y créditos para adquirir bienes y otros menesteres; y crecimiento personal, cursos de actualización y nuevas estrategias y refinamiento en conocimientos profesionales a nivel global. Se creería que un piso económico y afectivo que brinda seguridad, comodidad y bienestar los cobijara por completo.

Esta franja, Edad Mediana, cubre hasta los 78 años de edad, dado que en la actualidad, cada vez más se les ve a sus integrantes, en términos generales “sanos”, “activos”, vigorosos, conservados en lo motriz e intelectual y funcionando en diversas actividades, incluso alternativas laborales.

A nivel del hogar, habitan en  los llamados “nidos vacíos” (ya los hijos han tomado sus respectivos caminos, volando en sus propios horizontes). Generalmente aún en pareja, (los decesos se dan más frecuentemente en la siguiente etapa evolutiva). Gozan ellos de independencia, son dueños de su propio espacio y de desplegar sus gustos y “mañas” sin que ello genere malestar o crítica limitante por parte  de la prole. Autónomos. Libres. Amos y señores de sus propias vidas.

En los tiempos que corren, y,  más aún, antes de la pandemia, por supuesto, se les veía  ejercitándose en algún deporte, asistiendo a espectáculos, restaurantes, centros comerciales; y en viajes, en tures alrededor del mundo en los que grupos de personas de cabellos blancos llenan buses, aviones, trenes y cruceros.

Pareciera por tanto que se encuentran a plenitud en los “Años Dorados”. Sin embargo, existe una franja, al inicio de dicha etapa,  que luce “desgastada” por la malsana ambivalencia. Ese querer y no querer al mismo tiempo. Esa fustigante “duda” que punza el espíritu. Ambivalencia que desestabiliza y compromete la razón, esclavizando el pensamiento acerca del quehacer. Recién obtenida la Jubilación, dicha situación los cuestiona permanentemente si era lo correcto o no, si debieron retardarla, si el trabajo que ya los agobiaba era lo adecuado y si el dinero les alcanzará o no. Con respecto a su lugar de vivienda, principian a sentir la casa demasiado grande ya sin los hijos, y muchos reducen sus espacios, vendiendo sus buenas casas para cambiarlas por pequeños apartamentos. Otros “sueñan” con retornar a su terruño natal, pero no se deciden dadas las favorables condiciones que ofrece el lugar en donde han laborado largos años Y así en otros muchos campos, incluso en nimiedades como el vestir, el tener o no tener auto propio, en qué invertir los pequeños ahorros monetarios, gastar o guardar, etc.etc.  La inestabilidad emocional los embarga.

Como en una segunda adolescencia el cuerpo sufre cambios, ahora “involutivos”, y la inconformidad de muchos con su nueva apariencia les plantea ansiedad, rechazo y hasta fantasías de “cirugías plásticas” para borrar la huella que los años inexorablemente van marcando en sus cuerpos. De tal manera, que a vuelo de pájaro, la plenitud ideal, la tan soñada tranquilidad, el soltar lazos, imprime en muchos,  temores e incertidumbres. A veces, el deseo no se compadece con el cuerpo; ni la fantasía con la realidad. Impetuosos en el campo ideativo, pero mermados en el campo físico. Así, aunque la imaginación cree falsas realidades de “poder”, la estructura física ya marca limitaciones: el tenista, el golfista, el trotador que vive en la mente con grandes ejecutorias, en el campo de acción exhibe ya limitaciones. Lo mismo en el campo amatorio y con él en muchos más.

Pues bien, retomando la noticia del aumento de consumidores en mayores de 65 años de edad, encontramos que así como los  psicotrópicos, existen muchas otras alternativas disfuncionales en esta franja llamada ahora Edad Mediana. Y esto en la situación actual, exacerbado por el “encerramiento”, que constriñe en forma asfixiante muchos campos de acción, e incluso llega a devastar significativamente  necesidades afectivo-emocionales básicas como la socialización y con ella la recreación en diversos  ámbitos.

De tal suerte que, aunado a la exigencia de readaptación que exige la propia edad involutiva, tanto a nivel físico, como laboral y afectivo; viene ahora , y ya vamos para más del año, la estremecedora exigencia de reubicación en un mundo “acorralado” por un virus amenazante, enemigo sin rostro, pero que ya va dejando muchos rastros de dolor y muerte.

Se habla mucho del “daño” causado por el aislamiento en niños y jóvenes; indudable. Ya se están viendo casos: aumento de intento de suicidios y suicidios, depresiones y ataques de angustia y pánico. Pero en mi parecer, poco se ha hablado de esta franja a la que se creía felizmente “retirada” del ruidoso mundo exterior, feliz en sus pequeñas ínsulas, gozando de la “jubilación”, y  sin ingreso  aún en la Cuarta Edad, integrantes de la senectud declarada, acarreando enfermedades limitantes, tanto físicas como mentales, quienes ya habitan otros espacios,  recluidos en la quietud y la soledad, con gloriosas excepciones de individuos aún activos e integrados.

Estas llamativas noticias de aumento de consumo en los mayores de 65 años, en esta época de PANDEMIA, en mi parecer,  solamente es la punta del iceberg, ya que de igual forma, hay otros casos de abuso del alcohol, del juego, de la comida, del sedentarismo, etc, aunado al malsano recrudecimiento de desengaños, frustraciones y rechazo al mundo y sus congéneres; todo lo cual desemboca en el peligroso  “apagón emocional”. Y de ahí a los intentos de suicidio y suicidios y muertes por sobredosis que nos revela la existencia de Crisis Depresivas, Episodios Psicóticos y Trastornos de Personalidad en general, exacerbados por las severas restricciones inherentes a la situación bastante prolongada del Covid 19 que a nivel mundial nos ha invadido.

Y es que esta “Edad Mediana”, repito, conlleva una puesta a prueba de la estabilidad emocional, yo, reitero, la estoy viendo algo así como una - segunda adolescencia-, pues  plantea drásticos cambios en cuerpo y alma, con exigencias bastante comprometedoras con respecto a lo que se desea y se puede, lo que la fantasía elabora y la realidad impone, lo que la salud limita y la vanidad rechaza. De tal manera que  en el fondo se constituye en una Etapa Evolutiva que requiere de todo un largo proceso de reajustes en la integración, las capacidades de adecuación, asimilación y estabilización.  Al contrario de lo que popularmente se cree, no se van mermando los defectos, ni se suavizan en absoluto; si no,  por lo regular  se exacerban, y lo que en la juventud era “carácter” en este ciclo de vida es “mala maña”: intolerancia, egoísmo, perfeccionismo, rigidez o desorden, avaricia o liberalidad… todo ello  aflorando en forma a veces incómoda, sorpresiva o  abrupta.  Otras veces hasta jocosa y divertida, eso sí dependiendo de cual de ellas se trate.

Es de resaltar el hecho de coexistencia con el grupo anterior, el aún más nutrido grupo de “Edad Mediana”  con buenos niveles de ajuste psíquico, satisfechos con sus cambios biológicos, psicológicos y sociales. Se caracterizan por haber logrado   decidirse por un solo derrotero ante las ambivalencias y ser capaces de tomarle el gusto a la “jubilación”; léase a la “liberación” de yugos. Está integrado en su mayoría por personas quienes han cultivado hobbies  desde tiempo atrás y encuentran ahora tiempo propicio para dar rienda suelta a sus intereses en medio de los espacios que su hogar  les proporciona. Saben saborear en forma sana la soledad: buenos lectores, cocineros, escritores, artistas, jardineros, tejedoras, “cuidadoras”, poetisas,  pianistas y cantaoras y muchas más aficiones que se me escapan ahora y que coadyuvan enormemente  al despliegue de diversas dotes en sana y armoniosa tranquilidad. A ellos el encierro no ha causado traumatismo mayor, manejan la tecnología, se reagrupan vía zoom, ejercen virtualmente algunas actividades y aún sus profesiones y han logrado esgrimir alternativas vicariantes para “socializar” y “encontrarse” con hijos y nietos.

Conozco a nivel personal, dado que pertenezco a dicha franja, muchísimos integrantes  satisfechos y alegres, gozando a plenitud su nueva etapa de vida. Aún en estos tiempos de PANDEMIA algunos trabajan de consultores, brindando luces desde su   amplia experiencia laboral. Otros aún ejercen sus profesiones, hasta cirujanos figuran en mi lista aún prestando sus conocimientos en bien de la comunidad. Miembros de Juntas directivas, Orientadores y dadores de consejo y sabiduría. Académicos, Escritores y Periodistas, generadores de ideas y benefactores de la sociedad. Todos ellos aportan sus conocimientos y brindan a su entorno familiar, político y sociológico luces maravillosas a las nuevas generaciones, otorgando  una visión real y concreta con su ejemplo, afincado en   valores basados  en el culto a la justicia, a la solidaridad e igualdad; al respeto y la bondad;  y, con todo ello, a la ETICA como columna propia del existir y faro perenne en el transcurrir vital.

RUTH AGUILAR QUIJANO

Especial Pijao Editores

 


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