Por Sonia Corona
El País (Es)
Lydia Cacho (Ciudad de México, 1963) ha aprendido a contar la violencia en México a través de las historias para jóvenes. La periodista mexicana ha presentado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara Ciberespías al rescate, un libro sobre el acoso escolar y la violencia doméstica que adopta el lenguaje de los adolescentes. Cacho cuenta a EL PAÍS que se inspiró en la historia de un chico que sufrió maltrato en su casa y también en el uso de los videojuegos que un par de niñas le mostraron como un mecanismo personal para pensar en una mejor realidad.
“Estoy explorando nuevas formas para hablar sobre la violencia y de acompañar a las personas que la narran. Ciberespías al rescate es acompañar a los niños que me narran historias de violencias y cómo desde la fantasía están intentado huir de estas realidades tan duras que las personas adultas, sobre todo desde los medios de comunicación, les estamos poniendo en la cara sin darles una explicación”, explica la periodista. Cacho ha denunciado y ha documentado por más de dos décadas los abusos contra menores en México, incluyendo redes de trata y pornografía infantil, por lo que el tema de su nuevo libro le parecía imprescindible.
Para escribir Ciberespías al rescate, se introdujo en el mundo de los videojuegos y consiguió dominar el lenguaje de los gamers. En su iPad descargó algunos de los juegos más populares y notó que a través de ellos los jóvenes sueñan con construir mundos alternos más amables que los contextos en los que viven. “Si voy a dejar un legado debe ser uno que permita que los niños de ahora, que están recibiendo estas malas noticias todo el tiempo piensen que el futuro es posible y el país no es una desgracia absoluta”, explica.
Cacho sabe de primera mano lo importante que es denunciar el abuso para conseguir el castigo de quienes lo ejercen. En 2005, la periodista fue privada de su libertad por un grupo de policías del Estado de Puebla tras denunciar una red de pornografía infantil en el Estado de Quintana Roo. Más de 10 años después apenas ha conseguido que la Justicia reconozca que fue víctima de tortura por parte de los agentes que la raptaron por más de 24 horas. “Llevo años en este juicio, pero para mí es importantísimo porque lo que yo quiero con ese juicio es que ningún otro policía se atreva a torturar a un periodista nunca más”, apunta.
A pesar del laberinto jurídico que ha encontrado tras denunciar su caso, la periodista no pierde de vista que el sistema judicial de México tiene algunos resquicios donde un las víctimas pueden encontrar un poco de justicia. Asegura que recientemente se ha inspirado en las mujeres de Atenco --que llevaron su caso de abuso sexual por parte de policía a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)-- y también en algunos de los jueces que han revisado su caso en las apelaciones. “Cuando encuentras más jueces que se atreven a seguir adelante, a pesar de las amenazas, no solamente sientan precendentes jurídicos sino que van transformando el interior de los juzgados, la gente se inspiran en ellos y se atreven”.
Como una periodista que denuncia, Cacho revela que los casos de acoso y abuso sexual --que han desatado una ola de señalamientos en Hollywood-- están por despertar las denuncias en México. Ha charlado con mujeres del espectáculo que están dispuestas a contar sus historias y, que a pesar de su poder e influencia, tienen el mismo temor que cualquier otra mexicana que haya sufrido la misma experiencia en el trabajo o en la calle. “Las mujeres tienen mucho miedo, no solamente del juicio que se les hace al recosificarlas cuando denuncian que fueron acosadas u hostigadas, sino a recibir una doble violencia con la descalificación y la desacreditación”, explica Cacho, que está dispuesta a abrir otra caja de pandora.