Por Rosario Caicedo NY
Revista Arcadia
La Feria internacional del libro de Cali abrirá sus puertas este 12 de octubre. Desde muy lejos he seguido con entusiasmo el desarrollo de este importante evento. Cali, mi ciudad, llena de libros y de gente que ama los libros. Mucho para alegrarse. Por ejemplo: gracias al Programa Editorial de la Universidad del Valle, bajo la dirección de Francisco Ramírez, el nuevo libro que compila la gran mayoría de las obras de teatro escritas por Andrés Caicedo estará a disposición de los lectores. Como se puede ver en la foto de la carátula, el editor de este tan esperado libro es Sandro Romero Rey. El libro fue lanzado oficialmente en Cali este pasado 8 de septiembre en la Biblioteca Jorge Garcés Borrero. Yo ya lo tengo en mis manos. Finalmente, la entidad encargada de “promulgar y promover” la obra del autor envió a mi lejana morada las copias que me corresponden por ser una de “los herederos”. Ocho libros para ser exacta. Ocho hermosas carátulas con una bella foto tomada por Diego Vélez durante la dirección teatral de El mar. La última de sus obras. El teatro fue su primer amor. “Pero le fui infiel con el cine, Rosarito, y me le fui de la casa. Y ya no me volvió a encontrar”. Esas palabras cubren mi mente mientras observo la figura de Andrés en la foto. Su cara con la mirada hacia abajo, hacia el suelo…su alta figura ya derrotada, con un poco de luz en medio de la oscuridad. Ah, lo que puede decir del presente una fotografía del pasado…
El nombre que ha brillado por su ausencia en todas las actividades destinadas a promover el libro es el del editor Sandro Romero Rey. Sí, así de brillante y de claro. Borrón total. Comenzando por el hecho que “los herederos” no tuvieron la delicadeza de obsequiarle un libro. Ni uno. A quien hizo el libro. A quien lo ordenó, revisó hoja por hoja de cada guión y escribió una brillante introducción. Romero Rey: el escritor y dramaturgo que conoce al derecho y al revés la obra teatral de Andrés Caicedo. El EDITOR del mencionado libro. Ausente en el lanzamiento oficial del 8 de septiembre, lanzamiento organizado en gran parte por la mayoría de los miembros de la sociedad que “protege” la obra del escritor. La entidad encargada de “ promover” su legado literario. La misma organización que vetó/censuró/prohibió que el libro Correspondencia saliera a la luz. (Valga la pena aclarar que quien esto escribe forma parte de dicha entidad). Vale la pena decir también que mi voz y voto son minoritarios. Pero voz es voz. Y es justo y necesario ejercer el derecho a hablar y denunciar. Así sea en el desierto. Si no es así, ¿para qué tenemos voz? En este caso en particular, mi voz se usa para informar que el editor de la obra en cuestión ha sido ignorado del panorama teatral de Andrés Caicedo en la Feria internacional del libro de Cali. Así de simple.
En la feria en la que de acuerdo a los artículos que he leído, “Cali se convertirá en ¡Que viva la música! y habrá carpas con el nombre de la novela escrita por el jovencito que odiaba la censura a tal extremo que la comparaba con “una araña polla que me roe el alma”. Bueno era él para describir sus tormentos. Así pues que en la ciudad donde la quinceañera María del Carmen Huerta se encuentra a sí misma abandonando las buenas costumbres, uno de los principales responsables de que mucha gente sepa quien fue/es el creador del enorme legado literario que incluye la obra teatral, no fue invitado tampoco al conversatorio donde se honrará el nuevo libro. El editor es eliminado en septiembre y en octubre. A Andrés Caicedo se le prohíbe la junta con Sandro Romero. Hay cosas que no cambian aún después de la muerte.
Me pregunto: ¿Será que el editor del citado libro está siendo vetado por la misma entidad que ha censurado al autor? No necesita uno ser alumno de Sherlock Holmes o de Hércules Poirot para llegar a una conclusión afirmativa. Enumero para el lector unos pocos detalles:
Sandro Romero Rey fue también uno de los editores del malogrado libro Correspondencia. El libro que no fue.
Sandro Romero Rey fue entrevistado para el artículo titulado Las cartas silenciadas de Andrés Caicedo, publicado hace dos meses en la revista Arcadia, en el cual se narran detalladamente los hechos que llevaron a la censura del libro de cartas.
Sandro Romero Rey, junto con Luis Ospina, respondieron en forma clara y contundente a la carta firmada por Pilar y María Victoria Caicedo Estela, y publicada en la misma revista, en la cual las hermanas niegan que la censura sea censura y afirman múltiples hechos erróneos con respecto a la obra de su hermano y al importante rol editorial que Romero Rey y Ospina han ejercido por décadas.
Me da la impresión que ante estos hechos, la no presencia del editor del libro de teatro de Andrés Caicedo es consecuente con lo que ha venido sucediendo desde hace años: el esfuerzo a censurar a quien no está de acuerdo con la tradición, la familia y la propiedad. Empezando por el escritor muerto y siguiendo por otros personajes. Ahora ya vamos por un editor.
Afortunadamente, para quienes irán al conversatorio sobre el libro de teatro en esta Feria Internacional del Libro, se encontrarán este 17 de Octubre con personas que admiran profundamente la obra del precoz escritor. Personas que aman la libertad de expresión: Ramiro Arbeláez, Douglas Salomón y Mauricio Domenici. Mis agradecimientos a ellos, a Francisco Ramírez, a Diego Vélez y al ausente Sandro Romero. Y a todos los amantes del teatro que producen, actúan, dirigen y leen sus obras. Gracias a la magia y a los magos y magas de las tablas. ¡Gracias, Teatro Matacandelas! Son muchos los que se han enamorado de las palabras de un muchachito que se atrevió a hacer teatro contra la corriente en medio de una ciudad y una estructura familiar a las cuales él bautizó con el ya famoso juego de palabras. Calicalabozo no fue solamente el entorno citadino. Oh, no, queridos lectores. Lástima de esos cientos de cartas que se están guardando con tanto celo contra los deseos explícitos de quien las escribió. Lástima.
Así que todos los que lean este escrito y se encuentren en Cali este 18 de Octubre, y estén interesados en escuchar un gran diálogo sobre el teatro, deberían ir al auditorio ARCADIA de 15:30 a 16:15. Y cómo desearía yo que alguien presente pudiera preguntar la razón por la cual el editor del libro ha brillado por su ausencia. O que se le preguntara a los representantes de la censura oficial si pueden enumerar las obras de teatro en las cuales el escritor actuó o dirigió. Y cuántas son las que escribió, por ejemplo. Al menos encontrarse con un censor que sepa lo que está censurando. Lo mínimo. O poderles preguntar después de cuantas décadas de ser publicada ¡Que viva la música! se vieron obligadas a leerla.
O que hagan un breve resumen de la obra Recibiendo al nuevo alumno, por ejemplo. Preguntas básicas, pienso yo.
Afortunadamente parece que en la lectura de las obras de teatro del difunto, las fuerzas de la tradición y el buen comportamiento no se encuentran muy interesadas. No les ha llamado la atención todavía el saber qué es lo que pasa con ese “nuevo alumno” al final. Gracias a la vida y a la libertad. Porque si fuera de otra manera es muy posible que el libro de teatro tendría menos páginas. La experiencia de ver cómo 198 cartas están amordazadas, le hace pensar a uno que lo que devenga el futuro no estará lleno de libertad. Por eso queridos lectores, la necesidad de hablar, de denunciar y de amar al arte y a sus creadores por sobre todas las cosas.
Larga vida sin censura al maestro Sandro Romero Rey.