Revista Pijao
Los libros de ficción de 2017: una selección iberoamericana
Los libros de ficción de 2017: una selección iberoamericana

Por Jorge Carrión

The New York Times (Es)   Foto Andrew Testa

Mircea Cãrtãrescu, Solenoide, traducción de Marian Ochoa de Eribe, Impedimenta

En nuestra época, en que el canon de la narrativa ha sido invadido por la nouvelle y la crónica-ensayo, es muy raro que se celebre la aparición de novelas larguísimas, ambiciosas y sofisticadas como las del Gran Canon del Siglo XX.

Por eso es tan interesante el fenómeno que ha provocado Solenoide: un consenso de admiración extrema que tal vez tenga que ver con la nostalgia. En su catedral autoficticia, Cãrtãrescu consigue ir alternando de un modo deslumbrante materiales narrativos de signo muy diverso: recuerdos de infancia, exploraciones oníricas de enorme fuerza visual, una novela de claustro de profesores (que no de campus), sexo bizarro, cartografía urbana (Bucarest) y memorias de un escritor frustrado.

Porque, como las recientes novelas larguísimas, ambiciosas y sofisticadas que también han sido rápidamente canonizadas (La broma infinita, 2666, La novela luminosa) el monumento en realidad es antimonumental. Por eso el yo, en vez de referirnos a cómo se formó el gran escritor, nos habla de todo lo que jamás pudo escribir ni publicar. Es decir, en lugar de hablar de la muerte del autor, nos habla de la muerte en vida del escritor. Y ese punto de partida es extremadamente fértil.

También te interesarán: Otra maravillosa locura hiperliteraria, la que firma Laura Fernández en Connerland (Literatura Random House); otra novela magistral y excesiva, las mil páginas de La Historia (Anagrama), de Martín Caparrós, felizmente reeditada; y la segunda parte de otra obra argentina y desmesurada, La parte soñada (Literatura Random House), de Rodrigo Fresán (quien, merecidamente, acaba de ganar el premio Roger Callois en Francia).

Fernanda Melchor, Temporada de huracanes, Literatura Random House

Pocas veces se da consenso crítico sobre la importancia de una obra, y menos por parte de los escritores que son estrictos contemporáneos del autor. Por eso hay que celebrar la recepción de Temporada de huracanes, que está siendo elogiada por muchos creadores y periodistas como la gran novela mexicana del año.

El asesinato de la Bruja es el centro vacío de esta exploración de las posibilidades de la lengua oral y de la polifonía para cubrir o descubrir un crimen. El estilo es virtuoso, abrumador. En ese lenguaje coloquial y abrupto sorprende —y duele— la presencia constante de la violencia machista.

No es difícil ir de lo particular a lo universal, de esa muerte concreta a todas las muertes femeninas que palpitan en la historia reciente de México; pero ese paso lo da el lector, no la novela, que se lee como una novela del Boom, pero en las claves de género que —por suerte— nos ha proporcionado el siglo XXI.

También te interesarán: Otras tres celebradas novelas iberoamericanas de autores también nacidos en los años setenta y los ochenta que exploran incisivamente cómo el lenguaje literario puede narrar los estratos de la violencia: El diablo de las provincias (Periférica), de Juan Cárdenas; Aunque caminen por el valle de la muerte (Literatura Random House), de Álvaro Colomer, y Viaje al interior de una gota de sangre (Alfaguara), de Daniel Ferreira.

Igor Barreto, El muro de Mandelshtam, Bartleby

El último libro del poeta venezolano —que ha sido recibido en su país como un auténtico acontecimiento— ha logrado algo de extrema dificultad: criticar la supuesta Revolución bolivariana desde el corazón de los barrios humildes, de la miseria suburbial, de la topografía chavista, sin maniqueísmo, sin propaganda, construyendo con materiales exclusivamente poéticos una asombrosa ontología de la pobreza.

“Yo vengo del encuentro con las antípodas”: así comienza el prólogo del volumen, un relato titulado “Rayas sobre el muro”, donde Osip Mandelshtam se instala en la parte alta de Ojo de Agua e interactúa con sus habitantes. La prosa y el verso se alternan según convenga a la intención de este libro inestable, bellísimo, inteligente, duro, con algo de summa y mucho de vertedero: “y la basura/ era juntada de nuevo/ y arrojada al interior del camión/ que se la tragaba/ llevándola a una prehistoria/ futura”.

También te interesarán: La desafiante Poesía reunida (Lumen), del maestro Williams Carlos Williams, en la excelente traducción de Juan Antonio Montiel, Edgardo Dobry y Michael Tregebov; el complejo e irónico artefacto narrativo sobre la impostura en el arte contemporáneo que ha creado Vicente Luis Mora en Fred Cabeza de Vaca (Sexto Piso); y El libro de Aurora (Alfaguara), el sorprendente volumen que recoge los poemas, apuntes y ocho cuentos inéditos de la traductora Aurora Bernárdez.

Antonio Orejudo, Los cinco y yo, Tusquets

Fiel a su poética irreverente e imprevisible, Orejudo juega en su nuevo libro con varios géneros y convenciones, de modo que según avanzan las páginas estamos ante un relato de autoficción en clave de novela de formación (con el enamoramiento platónico de Rafael Reig como hilo conductor), ante metaliteratura sobre Los Cinco de Enid Blyton, ante digresiones alucinadas o ante páginas cómicas.

Pero el tono no es festivo, sino sobre todo amargo, porque se trata de certificar el fracaso de una generación literaria, la suya, que no supo plantar cara a la anterior, la que fundó El País o inventó “la nueva narrativa española”. La operación consiste, pues, en disfrazar de novela experimental una declaración de derrota colectiva. Y ha sido un éxito.

También te interesarán: Las aventuras de la China Iron (Literatura Random House), de Gabriela Cabezón Cámara, una inteligente ficción sobre la utopía que revoluciona todos los géneros, a partir de un personaje muy secundario del Martín Fierro (al modo de Coetzee en Foe); Bola negra, la extraña y virtuosa novela gráfica de Mario Bellatin y Liniers; y Humo (Literatura Random House), la inquietante novela paraguaya de la escritora ecuatoriana Gabriela Alemán.

Aroa Moreno Durán, La hija del comunista, Caballo de Troya

Este año ha hecho ganadora la extraña apuesta que decidieron aventurar los directivos del grupo Penguin Random House Mondadori (creo que así se llamaba entonces) tras la jubilación del editor Constantino Bértolo: que Caballo de Troya fuera un sello de bajo presupuesto y con un editor anual invitado, una suerte de laboratorio donde se le pueda dar una oportunidad a voces interesantes, ocho por año.

El excelente trabajo de Elvira Navarro, Alberto Olmos y Lara Moreno —potentes escritores vestidos de editores para la ocasión— al fin se ha visto premiado con dos galardones de este 2017: el Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez que ha ganado Alejandro Morellón por El estado natural de las cosas, publicado en 2016, y el premio Ojo Crítico de Narrativa que ha merecido La hija del comunista. Se trata de la reconstrucción, precisa y no obstante lírica, durante la segunda mitad del siglo XX, de la vida de una familia española que emigró a Berlín oriental. Una suerte de genealogía secreta de la precariedad de la España del siglo XXI.

También te interesarán: Tiempo muerto (Alfaguara), una intensa novela que también habla sobre la migración, el matrimonio, la crianza y el paso del tiempo, de Margarita García Robayo; los exquisitos, hipnóticos y anacrónicos relatos de Pilar Adón en La vida sumergida (Galaxia Gutenberg), y la ambiciosa novela global de Carlos Fonseca, Museo animal (Anagrama).

Han Kang, La vegetariana, traducción de Sunme Yoon, Rata

Si Solenoide es la novela que más he admirado este año, La vegetariana es la que más me ha impresionado. Pasan los meses y sigo recordando la castradora figura paterna, la escena en el estudio del artista, el cuerpo radiante y pintado, la clínica psiquiátrica, los árboles consoladores, el miedo.

Son recuerdos palpables, gelatinosos. Leer a Han Kang es leer lo que escribiría Kafka si viviera en la Corea del siglo XXI. En sus manos la anorexia, la objeción de conciencia, la sensibilidad vegetal o el arte contemporáneo revelan capas de sentido en las que no habíamos reparado hasta encontrarnos cara a cara con esta luminosa y cruda lectura.

También te interesarán: Otra exigente investigación estrictamente literaria en el dolor, la que firma Marta Sanz en Clavícula; los brutales y desesperados y extraordinarios Cuentos escogidos (Seix Barral), de Joy Williams; y el premio Herralde de este año, República luminosa de Andrés Barba, un inquietante relato sobre un grupo de niños que se comporta como un enjambre violento, como una red horizontal, como una única y oscura inteligencia colectiva.

Antonio Ortuño, La vaga ambición, Páginas de Espuma

Supongo que el jurado que decidió concederle el premio Homenaje Mérito Editorial de la FIL a Juan Casamayor tuvo en cuenta lo que Páginas de Espuma ha logrado hacer con el premio Ribera de Duero de cuento: el libro ganador tal vez sea el más reseñado, comentado y difundido del espacio iberoamericano (solo se puede comparar con el ganador del Alfaguara, que este año ha sido Rendición, de Ray Loriga). La quinta edición del premio ha recaído en el escritor mexicano Antonio Ortuño, quien ha vuelto a demostrar su talento para cambiar de registro y de dimensión moral, en unos relatos que se pueden leer como estampas de una única novela de formación.

También te interesarán: La cartografía de la violencia mexicana que radiografía Emiliano Monge en los durísimos relatos de La superficie más honda (Literatura Random House); la arriesgada incursión de Juan Gómez Bárcena en el tema del exterminio nazi, Kanada (Sexto Piso); y el testimonio ficcional de otra violencia, la del País Vasco, que ha bordado Edurne Portela en su primera novela, Mejor la ausencia (Galaxia Gutenberg).

Margaret Atwood, El cuento de la criada, traducción de Elsa Mateo Blanco, Salamandra

Bienvenidos a la época en que las series de televisión rescatan obras maestras de la literatura y las convierten en best-sellers. Gracias a dos excelentes series y no al premio Nobel de Literatura que sin duda merece, la enorme escritora canadiense Margaret Atwood ha visto cómo se multiplicaban exponencialmente los lectores globales de El cuento de la criada, su fábula sobre los peligros de la teocracia patriarcal (esa redundancia), y de Alias Grace (Salamandra), su compleja reconstrucción de un asesinato múltiple del siglo XVIII. En sus manos, la novela de anticipación y la novela histórica son instrumentos al servicio de la disección de la potencia política del cuerpo y la inteligencia femeninos.

También te interesarán: Las almas muertas (Nórdica), de Nikolái Gógol, un clásico que está más vivo que nunca gracias a la nueva y extraordinaria traducción que ha firmado Marta Rebón; Desde el amanecer (Lumen), de Rosa Chacel, una novela autobiográfica sobre el Valladolid de principios del siglo XX y su vocación literaria de una escritora española que ha sido reivindicada con justicia desde el Cono Sur por maestros como Ricardo Piglia y Mario Levrero; y Clarissa (Acantilado), la delicada novela crepuscular de Stefan Zweig.

Edgardo Cozarinsky, En el último trago nos vamos, Tusquets

La enorme atención mediática que ha recibido el nuevo libro de cuentos de Cozarinsky en Buenos Aires confirma una evidencia: en las más de tres décadas que han transcurrido desde que publicara Vudú urbano (Anagrama), con prólogos de Susan Sontag y Guillermo Cabrera Infante, se ha convertido en uno de los grandes escritores argentinos vivos. Escritor en el sentido más amplio y contemporáneo que pueda dársele a la palabra: cinematográfico, ensayístico, teatral, literario, espacial, chismoso, viajero, videoartístico.

En el último trago nos vamos incluye cuentos que nos transportan a su mundo apátrida, como “Little Odesa”, que explora la comunidad de inmigrantes rusos de Brooklyn, o “Grand Hôtel des Ruines”, ambientado en Camboya. El relato que abre el volumen, “Otra vida”, cierra el círculo que abrió en 1985 con “El viaje sentimental”: de nuevo un viaje fantasmagórico entre dos mundos.

También te interesarán: La reescritura gamberra de un viejo libro de cuentos que ha hecho Enrique Vila-Matas en Mac y su contratiempo (Seix Barral), quien —por cierto— siempre reivindica a Cozarinsky; el celebrado y exigente libro de cuentos del argentino-mexicano Nicolás Cabral: Las moradas (Periférica); y otro excelente libro de relatos que también se alimenta de la rica tradición de Río de la Plata, el segundo de Miguel Serrano Larraz, Réplica (Candaya).

Nona Fernández, La dimensión desconocida (Literatura Random House)

El autor de esta lista sabe que a las listas las carga el diablo. El autor de esta lista sabe, también, que las listas son bobas. ¿No existe acaso una edición previa argentina de La vegetariana (Bajolaluna, 2013)? ¿No había circulado ya en nuestra lengua El cuento de la criada? ¿No se publicó La Historia de Caparrós en 1999? ¿No ha sido este 2017 el año que más felicidad le ha regalado a Alejandro Morellón? Las preguntas y las listas, ese matrimonio: ¿ha sido uno de los libros que ha marcado 2017 Los peligros de fumar en la cama (Anagrama), de Mariana Enríquez, pese a que su primera edición sea de otro año, 2009? ¿Puede ser uno de los libros de este año otro que también es de 2009, Pájaros en la boca, de Samanta Schweblin, que con dos nuevos textos ahora se titula Pájaros en la boca y otros cuentos (Literatura Random House)? Por supuesto que sí, ambas autoras se han vuelto ahora y no entonces parte del canon de nuestra época.

Pero las listas son particularmente injustas con los libros que se publican a finales de un año y son leídos durante el año siguiente. Es lo que ha pasado con Había mucha neblina o humo o no sé qué (Literatura Random House), de Cristina Rivera Garza, un libro sobre Rulfo que tuvo la osadía de adelantarse al centenario. Y es lo que ha ocurrido también con dos autoras chilenas que se han vuelto importantes y visibles en estos meses: Arelis Uribe, cuyo libro de cuentos Quiltras (Los Libros de la Mujer Rota) es un inesperado superventas en su país, y Nona Fernández, que ha ganado el prestigioso premio Sor Juana Inés de la Cruz con La dimensión desconocida (Literatura Random House), una novela que conecta la famosa serie de televisión con la negrísima dictadura de Pinochet. Nunca es tarde si la dicha es buena, como bien saben todas las listas del mundo.

También te interesarán: Los sutiles relatos de Vera Giaconi en Seres queridos (Anagrama); el doloroso secreto familiar que Eduardo Halfon retuerce con maestría en Duelo (Libros del Asteroide); y Los días de la peste (Malpaso), la claustrofóbica y polifónica novela carcelaria de Edmundo Paz Soldán.


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