Por Liliana Martínez Polo
El Tiempo
Si alguien aún tilda a Efraim Medina (1967) de autor irreverente, seguramente no ha leído sus obras recientes. Viene de una novela de larguísimo aliento: ‘Lo que todavía no sabes del pez hielo’ (2012). De ella, en retrospectiva, el mismo autor dice: “Como novela, la considero hoy excesiva”.
Otros lectores dirían que fue una muestra de su madurez. Y puede ser que Medina –radicado en Italia– tenga razón al decir que en el libro había “demasiado de todo (...) al punto de que encandila y no deja ver la historia”, porque no era un libro fácil. Pero inspiraba respeto.
Este año publicó ‘Los infieles. Vol. 1 Acto de pudor’ que tiene una prosa más sutil y, a la vez ágil, incluso con la buena dosis de reflexiones de su protagonista.
‘Los infieles’ pudo ser un ensayo, pero se convirtió en novela. Y Medina tiene en mente seis volúmenes más. Esta plantea la historia del profesor que desde una cama de hospital cuenta los hechos que lo llevaron a reposar allí con una bala en su cabeza.
“Mi intención era escribir un breve ensayo sobre la infidelidad y temas afines –recuerda Medina–. Luego, pensé que sería más divertido si le inoculaba algo de ficción. Imaginé al profesor de filosofía enamorado de su oficio y al tiempo frustrado por no ser un verdadero filósofo. Ese profesor no podía limitarse a escribir notas, tenía que tener una vida. El resultado es su historia matizada en las notas que escribe”.
¿Cuál fue la primera idea?
A pocas cuadras de la casa donde vivo, un diseñador de joyas italiano asesinó a su esposa colombiana por celos. Jamás lo cité en la novela, pero está latente en sus páginas. Por otro lado, la mujer es mi curiosidad esencial, mi religión, mi idea de mundo. El ser padre de una niña ha acrecentado mi interés en todos los temas que atañen al género femenino.
¿Cómo es su relación con la filosofía?
Amo la filosofía. Kierkegaard, Schopenhauer y Deleuze fueron superhéroes de mi atormentada adolescencia. En el libro quise rendirles tributo a ellos y a otros grandes pensadores y demostrar que son tan entretenidos y refrescantes para el alma como las mejores bandas de rock o el cine ‘underground’. El libro es un modo de recordar a Édgar Gutiérrez, amigo y catedrático de filosofía que murió absurdamente. Muchos de los diálogos compartidos con él impregnan la novela.
¿Cómo integró a los autores y citas dentro de su novela?
Algunos de los pensadores que cito corresponden a la ficción. Los inventé para armonizar ciertas ideas con la historia. Las citas reales son pocas y breves. Sé que algunos lectores se han trasnochado intentando encontrar a J. Corolla o a H. D. Smith, pero ellos solo viven en mi imaginación.
El eje es la relación entre el filósofo y la hija que quiso educar como una mujer libre y feliz. ¿Refleja sus propias preocupaciones?
Están todas. Elisa, mi hija, es el centro de mi universo vital y conceptual. También lo es mi hijo menor, Daniel. Con él la relación es distinta, porque estamos hechos de la misma sustancia. ‘Los infieles Vol. 1’ es una novela sobre lo que significa ser padre. Y no es un evento biológico, sino una decisión conceptual.
Hay cambios en su tratamiento del lenguaje...
Soy cada vez más consciente de mis distintos registros y he aprendido a controlarlos para ser más eficaz. El silencio es el elemento básico de la escritura, el silencio en el texto y el de quien escribe. Antes solía ser más desbocado. Tenía tanto deseo de darle cosas al lector que terminaba abrumándolo. Ahora quiero ir más despacio. Antes dije lo importante que es para mí leer filosofía, en esa misma dimensión está lo que es la poesía.
El filósofo de su novela defiende a las mujeres, pero no revela cómo las trata...
Ha sido deliberado que la vida del protagonista de ‘Vol. 1’ permanezca en claroscuro. Cada novela de la serie ‘Los infieles’ tiene una historia independiente. Pero en muchos aspectos y personajes tendrán relaciones más o menos estrechas. Aún hay cosas por saber de este gentil profesor.
¿Cuál es su visión del feminismo? El tema parece indicarse a través de su protagonista...
Como ideología me resulta aburrido. Creo que la mujer es la única posibilidad que le queda a este mundo, pero si su objetivo es alcanzar las mismas metas del hombre, estamos jodidos. El hombre fracasó en sus sueños y triunfó en sus pesadillas. No hay nada en él que la mujer deba reflejar. Imagino a la mujer con otro lenguaje y una propuesta de vida distante de la masculina, un nuevo final de partida.
El profesor piensa que escribir es un acto de arrogancia...
Creo que la arrogancia es un elemento importante de la creación. Escribo porque creo que tengo algo importante que compartir con otros, algo vital que expresar. Pero esa arrogancia debe limitarse al ejercicio de escribir, pintar, componer. Lo funesto es que el artista sea arrogante y sucede más a menudo: artistas con obras mediocres repletos de arrogancia.
Hace poco, en su Facebook, posaba desnudo junto con este libro. ¿Qué mensaje quiere dar?
En la estructura de consumo el cuerpo de la mujer es el elemento esencial, se usa para vender todo, incluyéndola a ella como mercancía. Simplemente he jugado con esos valores porque me resulta cómico. El 99 por ciento de los videos musicales tienen chicas culonas y tetonas como gancho. Me divierte usarme a mí mismo como gancho para mis libros. Soy un provocador sin remedio.