Por Agencia EFE
Lisboa.- António Lobo Antunes no se cansa de escribir. "Trabajo una media de 12 horas al día", contaba hace poco en una de sus crónicas para la revista "Visão". Eterno aspirante al Premio Nobel y principal exponente vivo de la literatura portuguesa, el escritor cumple 75 años este viernes, 1 de septiembre.
En varias ocasiones ha asegurado que no hace "otra cosa que escribir". Y aunque también dedica mucho tiempo a leer, lo cierto es que produce sin parar. En su haber tiene 27 novelas y en los últimos tiempos publica una al año. La próxima espera tenerla lista para este otoño (boreal).
"Creo que de pequeño me caí en una marmita con poción mágica, como Obélix", el personaje de cómic, bromeaba el pasado febrero en una de las raras entrevistas que concede.
Su productividad sorprende aún más teniendo en cuenta que no utiliza computadora ni máquina de escribir. Sus largas y poéticas obras surgen de un lápiz o bolígrafo, a menudo en pequeñas hojas tamaño DIN-A-5. Es como "escribir sin condón", lo comparó en una ocasión.
Lobo Antunes encandila a sus seguidores de todo el mundo con su lenguaje enérgico, poco convencional y denso y sus textos llenos de atmósfera y metáforas. Sus libros no son "best-sellers" pero se han traducido a 60 idiomas.
En sus obras a menudo desempeña un papel importante la época en que tuvo que servir como médico (estudió psiquiatría) a principios de los años 70 en Angola, entonces colonia portuguesa. Procedente de una familia acomodada, el joven Lobo Antunes se vio obligado a participar en la guerra colonial por el régimen dictatorial portugués. "Fue horrible, en una guerra sólo hay perdedores. Fue una experiencia radical que cambió mi vida", aseguró.
Tras 27 meses de servicio regresó a Portugal a principios de 1973. Durante mucho tiempo trabajó como psiquiatra en un hospital y sólo escribía en sus pocos ratos libres. Hasta que en 1979 su segundo libro, "Os cus de Judas" ("En el culo del mundo") consiguió el éxito a nivel internacional. Con un profundo tinte autobiográfico, está protagonizado por un veterano de guerra psicológicamente devastado. En forma de monólogo, el personaje cuenta a una prostituta en un bar de Lisboa todos sus recuerdos, anhelos y amarguras.
Hijo de un reputado médico, Lobo Antunes vino al mundo el 1 de septiembre de 1942 en Lisboa. Con tres años enfermó de tuberculosis y tuvo que pasar un año en cama. En 2007 superó un cáncer y después otros dos, y desde 2010 está casado en terceras nupcias con una periodista 21 años más joven que él. El miedo, la muerte, la enfermedad y la violencia aparecen en sus obras, como también las pequeñas cosas de la vida y una mirada melancólica.
Entre sus referentes están Sartre, Hemingway, Malraux, Camus, Faulkner y Tolstoi. Y de sus contemporáneos admiraba sobre todo al alemán Günter Grass, fallecido en 2015, "como escritor pero también como persona".
¿Cómo se describiría como escritor? "Lo que escribo no puede llamarse novelas. No cuento historias, no quiero entretener, no intento resultar divertido o interesante", explicó en una de sus crónicas. Lo que le interesa es intentar meter toda la vida entre las tapas de un libro, dijo en una ocasión.
No tiene tarjeta de crédito, automóvil ni teléfono celular y los críticos le consideran un genio literario único. Cuando en 2007 recibió el Prémio Camões, el galardón más importante de las letras portuguesas, le describieron como "maestro de la lengua portuguesa".
Algunos le consideran sin embargo arrogante y testarudo, algo que él no contradice. "Soy introvertido, reservado. Lleno de dudas sobre mí mismo. No es fácil vivir conmigo. Es como si estuviese continuamente en una guerra civil", admite. Más allá de algunas entrevistas y festivales literarios y culturales, hace años que apenas se deja ver en púbico. Prácticamente solo sale de casa para comprar cigarrillos. "No tengo vida social, no voy a cenas ni al cine, casi no veo a mis amigos, vivo solo para los libros", asegura.
De aquí a 2020 quiere publicar su libro número 30. "Después quiero parar. Lo tengo decidido. Quiero llegar a la cifra redonda y parar antes de estar senil". En el Nobel de Literatura ni siquiera piensa, dijo hace poco en una entrevista. "Ese premio sólo despierta tanta atención por el dinero (unos 850.000 euros). No significa nada para la Historia. ¿Quién ganó hace cinco años? Ni siquiera me acuerdo..."