Por Carles Geli
El País (ES)
Indiscutible clúster del sector del libro (49,5% de la facturación editorial de España, de la cual el 85% en la capital catalana), Barcelona no ha sabido o podido consolidar un ágora profesional de compraventa de derechos internacional. De ello se ha ido percatando la Setmana del Llibre en Català, que arrancó hace 35 años como feria para dar visibilidad al libro en catalán y su fondo; luego ha ido haciendo crecer su vertiente de festival literario y este septiembre, por vez primera, incorporará un tercer ámbito, el de salón profesional, con la presencia de 16 editores y agentes literarios de 14 países (de Rusia a Israel, de EE UU a Croacia), que tendrán reuniones comerciales con sus homólogos catalanes.
La sede del Colegio de Arquitectos de Cataluña (COAC), al lado de la Avenida de la Catedral que del 8 al 17 de septiembre acogerá la Setmana, será el centro de operaciones de la hasta ahora mayor delegación internacional de este sector que ha convocado nunca el Instituto Ramon Llull, que ha desviado hacia la Setmana la visita de editores y agentes extranjeros que organiza desde hace seis años, en un afán de internacionalizar la edición en catalán y profesionalizar la feria. A ello destina 30.000 euros.
En esa línea debe leerse también la presencia, por vez primera, de un estand sólo para la venta de traducciones de autores catalanes a otras lenguas, entre ellas el castellano, si bien ésta no sobrepasará el 15% de la oferta. Será el único lugar donde adquirirse libros en ese idioma, puesto que en la Setmana “sólo puede haber libros en catalán; el resto es como si a una feria de carne de cordero llevaras de vaca”, ejemplificó Joan Sala, presidente de la Setmana y vicepresidente de la Associació d’Editors en Llengua Catalana, organizadora de un evento con un presupuesto de 390.000 euros, de los cuales 200.000 los aportan el Ayuntamiento y la Diputación de Barcelona y la Generalitat. Los intercambios con empresas patrocinadoras comportan un montante suplementario de 200.000 euros.
Las voluminosas cifras son proporcionales a una cita que no para de crecer, este año con 163 expositores (13 más que en 2016), repartidos en 62 módulos, 1.750 metros cuadrados para acoger 250 actividades y unas 200 novedades editoriales, nueva demostración de que los editores en catalán creen ya en la Setmana, consolidándola como el trampolín de la rentrée.
Por ese escenario desfilarán unos 170 autores; entre los extranjeros, Paul Auster (que presentará su última novela, 4 3 2 1) y la catedrática de Clásicas en Cambridge Mary Beard. Jordi Puntí, Suso de Toro y Rafael Vallbona estarán entre los locales. En esa nómina sobresale Jaume Cabré, al que la Setmana le ha otorgado el 21º premio Trajectòria y uno de los tres originales de una litografía de Joan-Pere Viladecans para la ocasión. “Hace mucho tiempo de todo: más de 50 años que escribí por vez primera un texto con consciencia estilística y 45 que vi impreso un cuento mío”, lo celebró Cabré a través de un escrito. La presencia de editores de Baleares genera que, junto a los de Andorra y Valencia, por vez primera la Setmana reúna a sellos de la casi totalidad de los llamados Països Catalans. Lengua, sí, pero también mercado.