Por John Better Foto Andrea Moreno
El Tiempo
Jaime Manrique es un escritor barranquillero de renombre internacional y algo desconocido en su país, tal vez por el hecho de residir en Nueva York desde hace más de 30 años. Su prosa ha sido elogiada por figuras de la literatura como Susan Sontag, Severo Sarduy y el argentino Manuel Puig.
En 1978 aparece su primera ‘nouvelle’, ‘El cadáver de papá’, que incluyó tres relatos cortos y poemas de autores en lengua inglesa que Manrique tradujo de forma excepcional. Aquella novela llamó la atención tanto por su calidad como por los temas abordados, la homosexualidad, el incesto y el parricidio.
Tiene en su haber una serie de textos claves dentro de la literatura latinoamericana y estadounidense. ‘Luna latina en Manhattan’, ‘Oro colombiano’, ‘Maricones eminentes’, ‘Nuestras vidas son los ríos’ y ‘El callejón de Cervantes’ son algunos de ellos.
Buena parte de la crítica se refiere a él como “ese escritor latino que escribe en inglés”. “¿Ese?”, replica Manrique al otro lado de la línea telefónica desde Manhattan. “El uso del pronombre demostrativo suena despectivo –critica–. Dicen ‘ese’ como si se tratara de ‘esa rata’. No creo que sea una desgracia escribir en inglés. Hay muchos escritores latinos que escriben en este idioma. El mismo Puig y Cabrera Infante escribieron en inglés, lo cual no es un estigma para los escritores de ascendencia latina. Yo creo que en este siglo la gente va a escribir en muchos idiomas. Aunque al parecer hay gente a la que le molesta el hecho de que yo haya abandonado el español para elaborar mi prosa. Pero no es del todo cierto: ahora enseño literatura en español en el City College de Nueva York”.
Manrique llegó a Estados Unidos a los 17 años, junto con su madre, en busca de un mejor futuro. Su primer libro fue el tomo de poemas ‘Los adoradores de la luna’, que se hizo con el premio Eduardo Cote Lamus.
“Me han influido muchos escritores. En el plano poético me impactaron los románticos ingleses, sobre todo William Wordsworth, un poeta de la naturaleza. Después de leerlo a él y a (John) Keats nunca me repuse del impacto y pretendí que eso era lo mismo que yo quería hacer, hablar acerca de la naturaleza en los mismos términos, y lo fui incorporando de forma espontánea. Ahora caigo en cuenta de esta gran influencia, porque siempre pensé, erróneamente, que mi poesía estaba permeada por el Siglo de Oro español; pero no, los poetas de esa generación no estaban interesados en el tema de la naturaleza, salvo Garcilaso”, afirma Manrique, quien también se ha hecho célebre por sus estupendas traducciones al español de poetas de lengua inglesa.
Ahora, en cambio, está dedicado a llevar al inglés la obra de autores colombianos y de otros países de la región. “He traducido a Raúl Gómez Jattin, María Mercedes Carranza, Reinaldo Arenas y sor Juana Inés de la Cruz, de la cual ya hay un libro publicado”, cuenta.
También nos habla de la posible adaptación al cine de su novela ‘Nuestras vidas son los ríos’, protagonizada por Carolina Rabassa, actriz de Cali cuya carrera se ha forjado en Estados Unidos, y quien tuvo la iniciativa de proponerle el proyecto a una productora de ese país. El guion está casi terminado y la película podría rodarse dentro de poco.
“Esta idea viene desde hace tiempo. Primero fue Sofía Vergara quien tuvo la iniciativa, pero no llegamos a ningún acuerdo. Ella quería que yo escribiera el guion y a mí no me apetecía hacerlo en ese momento, pero con Carolina las cosas van sobre ruedas”, comenta Manrique.
El autor reconoce que sus libros nunca se han vendido mucho, excepto el de Manuela Sáenz (‘Nuestras vidas son los ríos’), al que le ha ido muy bien en Colombia, donde alcanzó la tercera edición. “El de Cervantes se ha movido bien en el mercado gringo. Nunca he sido un ‘best seller’ ”, dice con socarronería, y admite que es mejor no haberlo sido, porque así ha tenido tiempo para desarrollar su obra sin los obstáculos de la fama.
De Barranquilla, confiesa, extraña a sus amigos, aunque acepta con amargura que muchos están muertos. También añora las ciruelas maduras. Este año, Manrique regresó con una nueva novela, ‘Como esta tarde para siempre’, que aborda entre ficción y realidad las extrañas circunstancias en las que perdieron la vida Rafael Reátiga Rojas y Richard Píffano, dos sacerdotes colombianos que supuestamente eran pareja y que pagaron para que los asesinaran.
¿Qué pensó cuando supo de esta historia?
Leí la noticia en la primera página de EL TIEMPO, un domingo de enero del 2011. Inmediatamente me llamó la atención, me pareció una historia excepcional. Pero la razón principal que me atrajo al tema fue que mi compañero, Bill Sullivan, había muerto en octubre del 2010 y en cierta forma me pareció que yo estaba viviendo en carne propia la historia de los dos sacerdotes. Bill no pagó para que lo asesinaran, pero se podría decir que se autodestruyó lentamente. De ahí en adelante empecé a investigar más acerca de estos dos hombres y de la relación que tuvieron durante casi 20 años. Entonces, podríamos decir que lo que me atrajo fue su trágica historia de amor, una versión patas arriba de ‘Romeo y Julieta’.
¿Qué tanto hay de realidad y de ficción en este libro?
(Gustave) Flaubert leyó en un periódico la historia de una mujer de provincia que se suicidó porque tenía muchas deudas y una relación extramarital. Por alguna razón, esos datos lo obsesionaron de tal forma que construyó el personaje de Emma Bovary. Yo diría que mi método es muy parecido a ese. Para Flaubert, haber encontrado esa historia en un periódico, al azar, fue el detonante para crear su personaje más memorable.
El origen de la historia de mi novela es real, como la muerte de ellos, sus intereses sociales, la labor que hicieron con el pueblo, la enfermedad del padre Reátiga, su relación con los chulos de los bares gais en Chapinero y su uso de las drogas también. Incluso se han hecho documentales y esto se ha publicado en la prensa. Pero yo no sabía quiénes fueron ellos en su niñez y su adolescencia, antes de que su vida comenzara a ser documentada; básicamente, antes de que se ordenaran sacerdotes. En últimas, lo que escribí fue una novela y no una obra de no ficción o un documental. No me interesaba entrevistar a los familiares ni a los amigos más íntimos, porque los parientes siempre presentan una versión higienizada de sus seres queridos, y eso habría sido una farsa.
¿Investigó a fondo la vida de los protagonistas?
Leí lo que encontré, pero lo más importante de todo fue la conversación que tuve con dos personas que los conocieron.
Homosexualismo y religión: ¿cómo cree que será recibida esta novela?
No tengo idea. Pero creo que puede ser más controversial la conexión que hago en la novela con la denuncia del padre (Rafael) Reátiga sobre los ‘falsos positivos’ que por la relación entre Iglesia y homosexualidad, que ya a nadie debería espantar.
¿Escribió este libro en inglés, como suele hacerlo, o al ser una historia local lo hizo en español?
Todas mis novelas, con excepción de ‘El cadáver de papá’, han sido escritas en inglés. Aun las historias que no suceden en Colombia, como la de Cervantes, que le pertenece al idioma español, o la de Manuela Sáenz, que además de Colombia sucede en Ecuador y Perú, las escribí en inglés. Si se tratara de escribir en el idioma local, habría tenido que hacer partes de la novela en el español que se habla en Perú, otras en el de Colombia y otras en el que se habla en Ecuador.
Soy un novelista en la tradición de Nabokov (ruso), Conrad (polaco), Beckett (irlandés), Dinesen (danesa) y muchos otros, que han escogido el inglés como su lengua literaria, sobre todo en los siglos XX y XXI. Lo que hago es parte de una tradición universal. La verdad es que en inglés escribo ficción con más naturalidad que en castellano, especialmente los diálogos. Me costaría mucho escribir diálogos en español, porque la forma en que hablamos se está transformando constantemente.
En cuanto a esta crítica, que se me ha hecho antes, quiero aclarar que, viviendo en Estados Unidos, he criticado más fuertemente al imperialismo de este país que la mayoría de los intelectuales colombianos. Y por eso me he hecho enemigos.
Me parece que tu pregunta esconde una alusión a la forma de pensar acerca del arte de la policía intelectual castrochavista. El nacionalismo lingüístico es absurdo. Si de veras quisiéramos ser nacionalistas en cuanto al lenguaje, los colombianos escribiríamos en chibcha, motilón, muisca o guajiro. No en castellano, una lengua que nos impuso el Imperio español.
¿Por qué eligió este título?
Es una historia de amor, pero el título (‘Como esta tarde para siempre’) no se refiere a una tarde feliz entre los personajes, sino al momento en el que uno de ellos se da cuenta de lo triste que será su vida después de que su compañero se suicide.
Dónde y cuándo
El escritor barranquillero Jaime Manrique será una de las estrellas del XII Carnaval Internacional de las Artes, que tendrá lugar en la capital atlanticense entre el 25 y el 28 de enero próximo. Para mayor información, visite este sitio web: fundacionlacueva.org