Revista Pijao
La palabra escrita vs los emojis
La palabra escrita vs los emojis

Me eduqué en un ambiente en el cual se le rendía culto a la palabra, con una madre declamadora de poesía, muy cercana a la literatura del Siglo de Oro e hispanófila de tiempo completo. Desde niña sentí una inmensa atracción por la sonoridad de muchas de nuestras palabras de uso corriente e inmensa intriga por aquellas que desconocía su significado y que me invitaban a develar su enigma. Incluso, muy en secreto, y con inmensa picardía  averiguaba en mi diccionario Espasa Calpe lo que significaban ciertas “groserías” o las llamadas palabras prohibidas. 

Aún hoy en día me declaro una enamorada total de nuestro bello idioma escrito; todo ello, además, alimentado por mi afortunada unión por más de 40 años a un escritor de altos kilates y con  una hija fruto de dicha unión, consagrada al estudio del idioma español, quien ya ostenta doctorado justamente en Filología.

Uno de mis pasatiempos actuales, ahora más rápido de ejecutar con la ayuda de la tecnología, es estar buscando sinónimos, antónimos, etiologías y definiciones de palabras. Ensayo a escribir desde siempre, pues en mi época de estudios escolares en la primaria existían las clases de Caligrafía, Gramática, Ortografía y Redacción; y en los grados de bachillerato, Literatura y Español, siendo desde entonces éstas mis preferidas, sobre todo la asignatura de mis primeros años: “Redacción”, la cual consistía en llevarle a la profesora de tarea, una pequeña “composición” acerca de algún tema inherente a nuestro transcurrir, en el cual se ponían a prueba conocimientos, sentimientos y habilidades relacionados con el uso de la palabra escrita.

Incluso en mis años de primera juventud la comunicación entre  los enamorados, era por medio de las llamadas “esquelas amorosas”, en formato pequeño, escritas a mano en bellos papeles en colores pastel, en ocasiones hasta perfumadas, las que,  por supuesto, emocionaban el corazón y daban un total encanto a los mensajes, y, consecuencia lógica, a la relación sentimental. Hasta anécdotas curiosas nutren el repertorio epistolar, ya que quienes no estaban “dotados” para ello, recurrían a algún amigo “literato” quien algunas veces y con intereses personales entreveraba la comunicación.  En tiempos de mis  mayores, llegó a existir el “Epistolario de los enamorados”; era un libro con cartas ya prefabricadas hechas para toda ocasión: conquistar, declarar el amor, hacer reclamos por celos o terminar una relación de novios o compromisos matrimoniales. Resultará en extremo jocoso para los jóvenes de nuestra época  estos usos de antaño, y para nosotros, pues no deja de ser divertido, no lo podemos negar.

El mundo epistolar encierra para muchos, yo incluida, toda un océano de conocimiento acerca  de los personajes admirados, sobre todo, en literatura, filosofía y aún en política, ya que en ese nivel las cartas, entre enamorados, esposos, amantes, amigos y aún enemigos, salen a flote,  generalmente, los auténticos sentimientos, verdades históricas y la personalidad de cada cual sin ropajes; la misma intimidad; tanto, que en número sorprendente, lamentablemente  bastantes de  llegaron a ser censuradas por los descendientes o editores, quemadas, destruidas y hasta desvirtuadas  e intervenidas para poder ser publicadas.

Pues bien, con este preámbulo, el cual podría ser más largo, pues el tema da para muchísimo, y es del todo fascinante,  nos encontramos en la actualidad, y, claro, con la indispensable tecnología inherente a nuestra práctica de comunicación, con elementos que de alguna manera brindan atractivo especial para todos, incluidos nosotros los mayores, como es el cada vez más extenso y rico mundo de los EMOJIS. Sí señores, esos simpáticos muñequitos y dibujos  que representan en forma gráfica, muy ágil, vertiginosamente veloz; chistosa, candorosa y muchas veces bella, nuestras propias emociones, sentimientos, sorpresas y exclamaciones. 

Es cada vez más extenso el horizonte visual,  también incluida la “animación”,  que representa lo que queremos decir y lo que sentimos; “ahorrandonos”’ (¿?) el uso de la palabra escrita. Facilitandonos la comunicación. Adentrándonos ágil, liviana y hasta jocosamente en la expresión de nuestras emociones, ya no escrita, sino visual y a un solo clic de nuestros aparatos electrónicos.

La COMUNICACIÓN, ahora teniendo a la mano los EMOJIS… Enriqueciéndola o ¿empobreciéndola? Recuerdo que los adolescentes en los años noventas del siglo pasado principiaron a utilizar apócopes y siglas, para expresar sus sentimientos: el T.Q.M. parece ser precursor de la utilización de recursos rápidos y contundentes para dichos efectos.

Mi desencanto acerca de la utilización “facilista” de estos recursos visuales, soslayando la escritura, se lo expresé en un chat con palabras escritas a  una de mis sobrinas catedrática universitaria en Diseño ,y, claro está, gran cultivadora y admiradora  del mundo gráfico, lo cual  nos condujo a controversia enriquecedora. Ella defendiéndolo. Yo, muy conservadora, esgrimiendo mis argumentos acerca de lo irreemplazable de la palabra, escrita, verbal; ¡el idioma! EL VOCABULARIO, la expresión culmen de la evolución. La cima misma del proceso ascendente a nivel filogenético. La conquista de la palabra, primero verbal, luego escrita, en mi parecer, ha sido el más elevado logro del hombre a lo largo de todo el proceso histórico. 

LA ESCRITURA, todo un tratado de largo aliento para eruditos en el tema, desde las civilizaciones más arcaicas, hasta nuestros días. Las grandes bibliotecas son un reservorio sagrado de la palabra. Existe  una nutrida bibliografía ilustrativa. Mi esposo Eduardo Santa, entre otros, nos dejó importantes y bellos libros acerca de esto: “El mundo mágico del libro” y “El libro en Colombia”, de recomendada lectura.

La expresión del pensamiento principió mediante lo gráfico, la cultura rupestre, las primeras representaciones, lo cuneiforme, los jeroglíficos etc.… para evolucionar hacia los idiomas escritos … la palabra, primero verbal, luego escrita. ¡Oh! la palabra ¡irreemplazable! ¿Habrá dicha más grande que cuando a una mamá y a un papá, su pequeño bebé principia a juguetear con la palabra? Mamamama … papapapa.

Cuando comuniqué a una de mis hermanas alguna gran alegría por medio de WhatsApp y utilizando, como no, (con lo que amo la escritura)  la bella expresión escrita y ella me contestó con un “monito”. Sentí tal decepción, que de ahí inicialmente arrancó toda esta pequeña disertación que hoy por medio de la palabra escrita les comunico a ustedes.  

¿Alguien pide la palabra?

En mi ya larga práctica profesional como Psicóloga, el lenguaje oral, algunas veces escrito, es el medio maravilloso de comunicación. Fíjense ustedes que hasta la manera de hablar de una persona, las palabras que utiliza, su tono, timbre de voz, su acento, ya nos va informando acerca de su origen. A mayor vocabulario, mayor coeficiente de inteligencia, por lo regular, salvo cuadros clínicos específicos. Pero hasta en los retardos mentales encontramos déficits de lenguaje. Por lo regular en mentes brillantes se da un espectro de vocabulario amplísimo. La palabra es incluso el organizador por excelencia de las emociones y del pensamiento. La Psicoterapia se basa en la palabra. Justamente la catarsis es el ejercicio mediante el cual, lo que se siente es puesto en palabras para alivio de las tensiones y angustias. Casos, los hay, que solo utilizan el dibujo… algunos casos…escasos. Pero la palabra y su espectro maravilloso es el faro iluminador y de primer orden acerca del  mundo intelectual, afectivo y cognitivo de los seres humanos en forma generalizada.

 Y volviendo al tema de hoy: Palabra vs.Emojis …  A mí no me vengan a decir que es lo mismo un “Te amo”, “Me encantas”, “Me haces falta” a un EMOJI,  así sea lo más bello del mundo, a colores, con corazones y estrellitas, florecillas y explosión de besitos en labios en movimiento. Tal vez, si utilizamos las dos expresiones, escrita y visual … Fíjense ustedes que aún en los dibujos animados hay una nube con mensaje escrito. Los llamados grafitis incluyen palabras, de protesta, de emoción, de humor. Las mismas caricaturas, ingenio maravilloso, incluyen carteles o títulos con palabras.  Bueno, amanecerá y veremos, todo evoluciona o ¿involuciona? ¿Regresaremos al mundo gráfico exclusivo como el hombre de las cavernas? Nuestras juventudes exhiben cada vez más un vocabulario pobre, con desconocimiento de los diversos significados, con fallas en la ortografía, en la gramática, y, consecuencia lógica, en la redacción, si es que la utilizan; pero, peor aún, en su manera de hablar. No todos, por supuesto, pues aún se dan en número que alivia el corazón, buenos lectores que reciben de los libros, para su evolución  mental, ése beneficio  inagotable y enriquecedor. Inclusive,   en  este campo de los libros,  ahora también vamos encontrando la ayuda auditiva; la palabra hablada, los discos.

 Con perdón de los grandes realizadores en Artes Gráficas y Visuales, pienso que todo junto es más completo. Contundente. Armonioso. Alimento para  los sentidos: oído, ojos, MENTE. Lo visual, lo gráfico, lo dinámico, lo estático, lo mudo y no tan mudo; todo ello junto a la palabra hablada o escrita. Fuente de divertimento, de gozo, de creación literaria, científica y de humana comunicación;  enaltecedora de aquella cúspide alcanzada en el larguísimo proceso evolutivo del hombre. La palabra. ¡La palabra por siempre!

Cedo la palabra.

RUTH AGUILAR QUIJANO  Mayo 27/202


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