Por Isabel Reviejo (EFE)
Los escritores mexicanos Benito Taibo y Elena Poniatowska, así como la cantante peruana Tania Libertad, encabezaron el evento que rindió homenaje a Gabriel García Márquez en el año que se cumple medio siglo de su obra culmen.
Gabo, como llamaban al colombiano cariñosamente, "nos ha cambiado la vida a mucho que fuimos tocados por el embrujo de sus palabras", aseveró Taibo.
El escritor comentó que él y sus amigos, de jóvenes, quedaron "enamorados hasta el derretimiento" de "Cien años de soledad". La recomendaban a todo aquel que encontraran en el camino, y un día se plantearon qué podían hacer que fuera tan "exótico y surrealista" como la novela misma.
La inspiración -ayudada por algunas cervezas- llegó y tuvieron la idea de plantar la novela, para que de ella brotara "un árbol inmenso". Un cuarto de siglo después, regresaron y vieron que en el lugar había unos baños públicos.
Cuando escuchó la anécdota, García Márquez -recordó Taibo- "se murió de la risa", y sentenció: "Benito, lo plantaron al revés".
Por su parte, Poniatowska recordó que conoció al autor de "La hojarasca" en la casa del escritor mexicano Carlos Fuentes, y que sacaba a bailar a la escritora mexicana Elena Garro.
"Siempre nos quisimos", aseveró la autora y periodista, quien destacó que Gabo "buscaba siempre a los amigos de antes", a quienes estaban con él antes del éxito de "Cien años de soledad".
Incluso después de haber ganado el premio Nobel de Literatura (1982), señaló, "nunca se le subió" y siempre tuvo una "conversación muy normal".
Entre comentario y comentario de los escritores -a los que Poniatowska se refirió jocosamente como "babosadas"- Tania Libertad interpretó algunas de las canciones que más le gustaban a García Márquez.
Entonó "Aquellas pequeñas cosas" del español Joan Manuel Serrat; "Pequeña serenata diurna", del cubano Silvio Rodríguez, y "Nube viajera", de Jorge Massías, tema que García Márquez "adoptó como su bolero favorito", apuntó la artista.
Con la disculpa de no cantar un vallenato, uno de los géneros favoritos de Gabo y que él le enseñó a cantar, Libertad cerró sus interpretaciones con "Vámonos", del mexicano José Alfredo Jiménez.
Al final del acto, Taibo se levantó y se metió entre el público, para proponerles un juego, que cada quien dijera qué sintió cuando leyó "Cien años de soledad", con el objetivo de crear un "coro celebratorio por los 50 años".
Al momento las manos empezaron a alzarse. Quien rompió el hielo aseveró que sintió "felicidad, por un mundo maravilloso al que podía acceder en cualquier instante".
"La magia de la soledad", comentó el siguiente, antes de que otras personas aseguraran que les despertó la imaginación, que fue como una "caricia", un impacto, el inicio de su vida como lectores.
"Sentí una gran nostalgia, estaba de viaje en Europa y quedó en segundo plano, porque el libro fue prioridad en ese momento", afirmó un joven, mientras otro se dedicó a recitar el archiconocido inicio de la novela y un tercero aseguró que el relato hizo que muchas veces se "transformara" en Aureliano Buendía.
Taibo relató a los asistentes que, en una charla que realizó en una ocasión ante cientos de jóvenes, hubo uno que preguntó: "Quiero saber dónde está Macondo".
"Puedo decirles que aquí es Macondo", comentó el escritor tras la participación del púbico, la cual describió como "de profunda gratitud".
Después de decir que seguramente Gabo estaba "volando por aquí", Taibo cerró el evento con una promesa para el fallecido autor colombiano: "El próximo año que plantemos estará bien plantado".