Revista Pijao
Juan Madrid: 'La buena novela negra debe molestar a alguien'
Juan Madrid: 'La buena novela negra debe molestar a alguien'

Por Andrés Seoane

El Cultural (ES)

"¿Está de acuerdo, considera justa mi pretensión?", pregunta Juan Madrid (Málaga, 1947) al hablar de su nueva novela, Perros que duermen (Alianza), donde reivindica la memoria de la lucha antifranquista y de una República de la que a que, a su juicio, "nunca se habla y si se habla se habla mal, con las cartas trucadas". La novela, que abarca desde el Madrid gris de la Guerra Civil hasta la actualidad, cuenta la historia del periodista y escritor Juan Delforo, hijo de padres republicanos, quien en 2011 recibe el legado del comisario Dimas Prado, un falangista que le ha protegido. El relato salta a las calles de Burgos en 1938, donde este comisario investiga un asesinato, y de nuevo a Málaga en 1945, cuando el padre del protagonista, Juan Delforo, fue condenado a muerte. Con ella, el veterano escritor, nombre canónico del noir español, será uno de los platos fuertes de la XXX edición de la Semana Negra de Gijón, que se celebra entre los días 7 y 16 de julio, la cual inaugura con una conversación junto a Paco Ignacio Taibo II y Ángel de la Calle sobre estos treinta años de la cita asturiana.

Pregunta.- Ha dicho que "Escribo contra el falso olvido que se nos ha impuesto a los españoles", ¿cuánto hay de ajuste de cuentas en Perros que duermen?

Respuesta.- Hay un periodo muy largo en este país que no se estudia ni en la universidad, ni en el bachillerato, ni los niños en el colegio, ni se nombra. Me refiero a la II República española. No es que yo me dedique a esto de rescatar la historia, yo me dedico a escribir, pero creo que es un tema que hay que plantearse, por qué se trata de esta manera, porqué los escritores no hablan de ello, y si hablan, lo hacen con arreglo a la ideología dominante, de la facción que manda. Existen una serie de conceptos impuestos que han condenado a la República a una serie de prejuicios absurdos.

P.- Aborda este libro también como un homenaje familiar, ¿qué le lleva a internarse en esta historia?

R.- Me lleva lo más corriente, lo más normal, que es escribir una novela. Es extraño por qué alguien se dedica a escribir sobre una cosa u otra. Aquí es probable que se mezcle eso también, mi padre era republicano y mi madre también, y me transmitieron sus sueños. Hacerles un homenaje es algo que pretendía, que les debía, y necesitaba contarlos, aunque, evidentemente, mis padres no son los personajes de esta novela.

P.- Quizá por ello Juan Delforo está de vuelta como protagonista directo e indirecto, ¿por qué partir de su alter ego para narrar esta historia?

R.- Lo llevo utilizando bastante tiempo, sobre todo como una voz narrativa diferente en las novelas en primera persona, donde hay un personaje que se llama Delforo, que en realidad significa Madrid, porque un madrileño es "del foro". Sirve como voz narrativa para decir cosas que Toni Romano, por ejemplo, no puede decir, por el carácter del personaje. Vigilo mucho eso, los personajes tienen una voz narrativa diferente unos de otros, porque siempre he estado en contra de esas novelas donde todos hablan igual. Está claro que es un trasunto mío cuando tiene la edad que tengo, y el padre es un trasunto de mi padre, pero de mi padre de ficción. Es un juego literario, porque la literatura admite perfectamente este juego de los espejos.

P.- Tras tanto hablar de ello de todas las formas posibles, ¿no cree que se han banalizado la Guerra Civil y la República a través de la literatura y del cine?

R.- No siempre, claro, pero en líneas generales son historias que están con los ganadores o son neutras. Esas que dicen que todos fueron buenos y malos al mismo tiempo, que no se puede juzgar toda la maldad hacia un bando, o que la guerra la ganaron los republicanos. Incluso tengo un amigo escritor que siempre dice "otra estúpida novela de la Guerra Civil", pero yo creo que hay pocas, poquísimas. Mucha gente se queja, pero de lo que menos se ha escrito es de la Guerra Civil, que nos marcó tanto que a día de hoy sigue haciéndolo. Se dan por hechos y por resueltos una cantidad de temas que ni siquiera se han planteado y sobre los que la postura de los historiadores serios desmiente a la popular, porque los españoles tienen una idea preconcebida de cómo fue la historia de este país y no cabe en la cabeza que se modifique.

P.- ¿Qué perdimos en aquella época y no hemos recuperado totalmente?

R.- Libertades. Fundamentalmente libertades y un Estado de derecho que no fue perfecto, porque no hay nada perfecto, pero sí mejor. Y también el derecho de las mujeres a decidir por sí mismas, el derecho al aborto, a la educación laica, al voto... ¿le parece poco? Todo eso vuelve poco a poco, pero tuvimos un retraso de más de cuarenta años por culpa del franquismo, que destruyó a este país completamente y lo sigue destruyendo.

P.- Precisamente, en la actualidad se ha impuesto un revisionismo de la Transición, que usted define como "un pacto de élites para negar que España fuera de izquierdas", ¿qué se hizo mal?

R.- No se pueden negar los hechos. Entonces hubo un pacto de las élites para gobernar a este país. Es decir, la Transición no destruyó el franquismo, lo cambió, lo modificó con las élites sociales y políticas que son las que gobiernan ahora, pero entonces no se reformó este país en nada. No se reformó ni la Guardia Civil, ni la educación, ni el aparato sindical, ni las relaciones con lo público. Se ha creado una mistificación con un PSOE que ha abjurado absolutamente de sus pobres principios socialdemócratas, que se pensó en algún momento que podían ser interesantes para este país, pero no lo fueron. Y de esas lluvias está este lodo. El error fue muy grande, hubo un engaño y los españoles nos creímos todos a Felipe González y su pandilla, que como vemos van por otro camino. Es algo muy característico de mi generación, darse cuenta de que lo que ocurrió en este país fue un engaño absoluto.

P.- Su novela es uno de los platos fuertes del XXX aniversario de la Semana Negra, ¿qué opina del festival, de su longevidad y de su papel en la difusión del género negro?

R.- El festival lo creamos los miembros de la Asociación Internacional de Escritores Policíacos, que se creó entonces con Yulián Semiónov como presidente y con Paco Ignacio Taibo II como vicepresidente. Pronto se desataron peleas por tener un presidente soviético en plena Guerra Fría, pero en ese organismo se propuso crear una feria en Gijón durante un momento de gran expansión en el que se difundió por todo el mundo lo que llamamos novela negra, que no fue sino una novela muy diferente a la que se hacía hasta entonces. No es una destrucción de la literatura, sino una novela que resucita términos de la escritura que van directamente hacia el ser humano, hacia los hombres concretos, en países concretos y sobre situaciones concretas. Y en la difusión de esta clase de novela la Semana Negra es un icono internacional por todo lo que ha conseguido.

P.- Sigue siendo la novela negra el género por excelencia para tomarle el pulso a la sociedad, para descubrir y describir sus miserias?

R.- La buena novela negra está dando una visión de la realidad, una propuesta de mirada a la realidad, y eso ha molestado muchísimo y sigue molestando en la actualidad. La literatura que merece la pena te cuenta historias que te hacen pensar que todo lo que te han contado es verdad, o podría serlo, y ha ocurrido y sucedido mientras te lo estaban contando. Debe fomentar el conocimiento de la sociedad, de sus puntos negros e inquietar y revolver a la gente. La literatura llamada negra es una literatura densa, muy fuerte, y que no es más que realista, pero muchos críticos o gurús nos odian y dicen que el realismo es periodismo, no literatura.

P.- Lleva escribiendo novela negra desde los años 80, ¿qué piensa del auge de estos últimos años?

R.- La mala novela policiaca tuvo una suerte muy grande cuando los editores y las editoriales eligieron otro camino distinto al de la literatura. Ahora goza del favor de los lectores, pero son lectores que a pesar de lo que leen seguirán sintiéndose muy tranquilos, porque en realidad son público, clientes. Hacia eso van las editoriales en el mundo de hoy. La gente dice estoy cansado de novela nagra, pero ¿de cuál, de la que el gran público hace y lee, que es una bazofia, un pastiche, o de una novela que está intentando contar lo que pasa en la sociedad, una novela en la que el lector se reconoce y que no tiene el paradigma de los grandes éxitos editoriales? Los escritores de buena novela negra nunca le vamos a quitar el público a estos escritores de best seller, porque ese lector está sujeto a otro texto y otro contexto.

P.- En ocasiones se le 'acusa' precisamente de escribir literatura, de hecho por momentos esta novela no parece demasiado negra, ¿es hora de dejar de considerar la novela negra como un género menor?

R.- Hace años. Es que nunca ha sido un género menor. Eso es un invento de alguien que en su día dividió la literatura en mester de clerecía y mester de juglaría. Son estigmas seculares. Por ejemplo, Cervantes en su época, y ahora, era un escritor popular y no un escritor culto. Él era un maestro de la literatura para pobres, popular, que consiguió burlando a la Inquisición contar cómo era la situación real del país. Me siento parte de esa tradición que intenta contar la historia de su país, y no que de la que se inventa personajes que no existen. La novela en este momento es penosa en este país, creo que por un desconocimiento realmente notable de lo que es literatura y no es literatura. En España todavía es un demerito absoluto dedicarse a la novela policiaca, porque incluyen toda en el mismo saco, y la clave no es si es novela negra o no, sino advertir si es literatura o no.


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