Por Javier García
La Tercera (Ch)
Ocurrió durante una tarde lluviosa. Los niños estaban en la sala del colegio. La profesora los reunió y les contó que Pablo Clausen, su querido compañero, ya no estaría más entre ellos. Había muerto durante la noche, al parecer debido a un problema cardíaco. En el pueblo de Salisbury, donde vive una poderosa comunidad evangélica descendientes de inmigrantes europeos, no solo caerá agua desde el cielo, sino que también habrá extrañas muertes en aquellos aquejados por el llamado “mal de Berkoff”.
“Somos tus amigos, tus verdaderos amigos, los que solo tú puedes ver porque nosotros te escogimos a ti”, le repetían esos seres imaginarios que visitaban por las noches a Pablo, el niño fallecido en agosto de 1980. Tres décadas después, el grupo de compañeros de la infancia se reencuentra en Salisbury. En ese territorio ubicado a 600 kilómetros al sur de Santiago. El motivo: el funeral de uno de ellos, Juan José Birchmeyer.
Hasta la zona llega Martín Martinic, un actor de teleseries que alcanzó cierta fama en la capital. Ahí verá a Perci Guidotti, profesor y escritor inédito, y a Emilia, viuda de Birchmeyer. Todos alguna vez pasaron por la casa embrujada, una fortaleza abandonada que quedaba en la llamada esquina Berkoff.
Un sitio emblemático para el lugar es el cementerio, “emplazado en uno de los puntos más elevados de Salisbury, surgía amurallado por bosques oscuros”, se lee en Salisbury, la nueva novela de Francisco Ortega (42), que publica editorial Planeta.
En rigor, el ejemplar es una versión corregida y extendida de El horror de Berkoff, que el narrador nacional publicó por editorial Forja en 2011. Ahora, se suman dos capítulos y material adicional.
“El horror de Berkoff es una novela especial para mí porque tuvo que ver con un proceso personal: mi separación. Es una novela que escribí casi en dos meses, en el verano de 2011. Muchos amigos me dicen, que de mis libros, es el que más les gusta. Yo quería sacármelo luego de la cabeza”, cuenta el escritor que ha vendido cerca de 80 mil ejemplares con las novelas El verbo Kaifman, Logia y Andinia, que forman la Trilogía de los Césares.
Además ha renovado su éxito con Mocha Dick, la novela gráfica realizada junto al ilustrador Gonzalo Martínez, que lo tiene en permanente gira por colegios y librerías. En el país ha vendido 12 mil ejemplares, mientras que en Colombia 12.500 copias.
“La novela es una manera de formar lectores. Pero pasa una cuestión muy freak, porque con Gonzalo nunca hemos ido a Colombia y el libro es un bestseller”, dice entre risas.
Seres reales
Nacido en Victoria, Región de La Araucanía, en 1974, Francisco Ortega escribió hace más de una década un guión para una película de nombre Victoria, que nunca se filmó. Es de alguna manera el origen de Salisbury. La idea surgió cuando coescribió el guión de Se arrienda (2005), de Alberto Fuguet, quien ahora apunta una frase para la promoción de Salisbury: “Una inquietante suma entre los miedos de Stephen King y los monstruos criollos de José Donoso”.
Cada cierto tiempo Ortega regresa a Victoria, un territorio de cielos oscuros, calles frías y casas descascaradas por la humedad. Le gusta ir en tren, como también visitar el cementerio. Y así como el autor estadounidense Stephen King hace ficción a partir de su ciudad natal, Maine, Ortega trabaja con su pasado y hace de Victoria la referencia para crear el imaginario de Salisbury.
¿Por qué quiso recuperar esta novela?
El libro lo revisé desde cero. Lo que pasa que en 2011 yo trabajaba en la editorial Alfaguara, y Mike Wilson había sacado El púgil (2008) en Forja y él me hizo el link para publicar. Pero a medida que pasaba el tiempo veía que no me gustaban algunas cosas de la novela. Como la editorial era pequeña, dejé harto material fuera, como algunos capítulos que ahora recuperé. Bueno y el título era el original del libro. El horror de Berkoff es un título que se lo puse a última hora para aprovechar la palabra horror. Pero ahora quedó en Salisbury porque el gran protagonista es el pueblo.
¿Hay elementos de su vida en la historia?
Esta novela es súper biográfica. En los 80 no había ni televisión en el sur, por lo menos donde yo vivía. Con mi grupo de amigos nos ingeniábamos con lo poco que había, historietas, casettes y revistas. Uno de los coprotagonistas de Salisbury solo escucha a Queen. Y yo crecí escuchando Flash Gordon, de Queen. La casa del protagonista es mi casa, la niña que me gustaba vivía al frente, igual que el personaje de Emilia. La mayoría de los personajes de la novela son reales. Yo era compañero de curso del fiscal Sergio Moya, a cargo del caso Caval. Antes estuvo a cargo del conflicto mapuche y aparece en el libro, pero con otro nombre. Esta es una novela que se hace cargo del problema mapuche a través de los mitos y el terror. Esta ciudad aunque se llame Salisbury es finalmente Victoria, y me interesa que este libro sea también una guía turística de Victoria. Quien la lea y luego la recorra podrá reconocer la estación de trenes, sus calles, la iglesia…
¿Cómo fue su vínculo con la religión?
Yo vengo de una familia evangélica. La familia de mi papá es católica, pero la materna es evangélica. Y de chico me llevaban a la iglesia de la Alianza Cristiana y Misionera. Participé hasta como los 12 años en muchas actividades, como las escuelas bíblicas de vacaciones. Entonces tengo una formación evangélica cristiana súper fuerte. Una vez en la iglesia me retaron porque andaba con un álbum de El regreso del jedi. Y bueno, no volví a la iglesia porque Star Wars me interesó más que Dios. Y claro, tengo un rollo con los evangélicos ¡Por algo son los malos en la Trilogía de los Césares!
En el ejemplar están presentes las Selecciones del Reader’s Digest. ¿Tuvo de esas revistas?
Tengo varios tomos empastados. Yo creo que junto al Mampato fueron mi gran biblioteca de niño. Por ejemplo, en una Selección de Reader’s Digest descubro a los 8 años que la ballena Mocha Dick es chilena. Además, de conocer historias del monstruo del lago Ness, los platillos voladores, un montón de cosas… fue mi gran ventana al mundo.
Y en Salisbury hay deuda a King y José Donoso…
Bueno este libro está inspirado en parte en la novela Salem’s Lot, de King. Y tiene harto que ver con el Donoso gótico de Casa de campo y El obsceno pájaro de la noche… Acá también hay un monstruo oculto por una familia… Yo creo que a Donoso siempre se le ha leído harto. Lo que decía Roberto Bolaño de él era por armar polémica. Si tú lees Los detectives salvajes y 2666 son novelas súper donosianas. Creo que Bolaño leía mucho más a Donoso de lo que confesaba. Quizá había envidia y también una suerte de renegar del padre.
La novela plantea que la infancia no es un mundo tan inocente, ¿no?
Yo creo que en este libro son más importantes los fantasmas morales que los sobrenaturales. El verdadero terror acá es crecer y fracasar. En ese sentido la infancia no es tan inocente y el sur tampoco. El sur no tiene nada que ver con las postales y los comerciales de leche Colun. En esas casas antiguas hay demasiadas historias perversas. Y hay otra cosa que se repite en los pueblos chicos: el clasismo y el rechazo contra el mapuche. En la novela yo exacerbo la imagen del que triunfa, el que alcanza cierta fama y el que fracasa.