Revista Pijao
Escribiendo un diario
Escribiendo un diario

Escribir un DIARIO de nuestro acontecer cotidiano. Escribir para nosotros mismos. Así, en secreto, en soledad.  Nuestra intimidad. Nuestros más  sensibles afectos, emociones, sueños y desesperanzas. Nuestro sentir y vivir. Amores perdidos. Amores inconfesados, imposibles. Amores realizados con sus dichas y sus goces. Pasiones y desenfrenos. Anhelos. Frustraciones y éxitos. Incertidumbres y zozobras. Ilusiones. Ideales en factibilidad de ser desplegados en diversos horizontes. Nuestras inquietudes existenciales y nuestro estilo de vida.

Diarios que cumplen en mucho con la verdad desnuda, ya que el destinatario es el propio yo, muchas veces mediante la bella figura: Querido Diario: “ Hoy …”   Muy diferente este ejercicio  a las Autobiografías en las que la elaboración va dirigida a un público y el esmero es parte del proceso literario, la corrección, y, por qué no, hasta la vanidad puede estar presente, acicalando y cuidando la propia  imagen.

Tal vez, solo las cartas puedan asemejarse un poco con los diarios;  aunque en la comunicación epistolar, coexiste la intencionalidad del diálogo con el otro, amigo, amante, novio, esposo, copartidario. Por esto,  a tantos y valiosos archivos epistolares se les  ha aplicado la censura, por parte de descendientes, relacionados y hasta editores, según las corrientes ideológicas, políticas, religiosas y hasta “pudorosas” que imperen en su momento histórico.

Pareciera ser tan antiguo como la literatura misma este bello ejercicio de escribir un Diario. Encontramos en la bibliografía sobre el tema ejemplos numerosos. Diarios de grandes escritores que son de obligada lectura y que nos conducen a conocer, y, mejor entender, el transcurrir de aquellos autores que admiramos y amamos. Los diarios develan secretos, muestran la parte oscura de cada cual, así como también la luminosidad y el ingenio; la ternura, y lo no confesado, o divulgado, o puesto en escena a nivel público. Nos acercan al ser humano que hay detrás de la fama y la creación misma.

Pocos, muy pocos, creo yo,  desconocen el Diario de Ana Frank. La niña de 13 años,  judío-alemana,  quien legó a la humanidad, sin saberlo,   mediante sus escritos en su “Diario”, toda la cruda realidad vivida por ella y su familia, ignominiosamente perseguida, como todos los de su  origen étnico y filiación religiosa, por el demente y genocida régimen Nazi.

  Los Diarios de Pessoa, de Kafka, de André Gide, de Paul Auster, de Susan Sontag, de Dostoievski, Tolstoi, Unamuno, Virginia Woolf y tantos más, que nos ayudan a conocer realidades inimaginadas. Tan profundas y desgarradoras que mediante ellos muchos investigadores alcanzan a establecer diagnósticos psicológicos, ya que, dichos escritos, proyectan claramente la psique de sus autores, con sus falencias y  debilidades; e incluso, hasta sus  patologías, en diversas esferas: ya afectivas, ya sociales, ya sexuales.

Alcanzan los Diarios tan magnífica importancia, que los llamados Diarios de Viaje en manos de grandes viajeros, científicos, investigadores y literatos, nos han aportado inmensos conocimientos geográficos, naturalistas, sociológicos e históricos, debido a que en ellos ha quedado  el valioso testimonio de cómo eran costumbres, hábitos, lugares, poblaciones; y, hasta territorios, ríos y montañas; nevados y bosques; fauna y flora, que ya para nuestro momento, o ha desaparecido, o ha sufrido drásticos cambios.

Se podría hacer toda una rica clasificación de este atractivo quehacer de las gentes con sus Diarios. Los hay,  pues,  Idílicos, Románticos, Místicos, Científicos; de Viajes, de Evolución de enfermedades; de pesquisas de Investigación de diversa índole; y, hasta alucinatorios. De encarcelados, de Guerra, de Destierro, de Náufragos … todo un atractivo y colorido mosaico, en el que se dan cita los deseos, frustraciones, apasionamientos, dolores y sufrimientos, de nosotros mortales en los que se encarna el convulso universo del vivir, con las vicisitudes propias que la vida conlleva; a más de desenvolverse ese vivir, en psiques signadas por  diferentes edades, capacidades, aptitudes, talentos y visiones del mundo y su acaecer histórico, geográfico y social.

 La pre-adolescencia y adolescencia de nosotros mortales ajenos al don excelso de los grandes escritores, parece haber sido escenario compartido en el que llevábamos nuestro Diario. Recuerdo que existían formatos de bellos libritos en color rosa con candadito y llave  incluidos. Candadito que preservaba nuestros secretos.

Bello y útil ejercicio. Además de psicoterapéutico, pues eso de poner en letras nuestras emociones, ya constituye de por sí un gran organizador del pensamiento, y,  por ende, de las mismas apreciaciones y percepciones del entorno y de nosotros mismos. Se alcanza mediante dicho acto de escribir, a moldear la relación entre el intra - mundo y el mundo externo de la vida real.  Los  científicos lo saben; es un acto que conlleva un alto grado evolutivo en la cognición. Darle el don de la palabra a nuestro sentir y parecer, conlleva desahogo y bienestar. Comprensión, asimilación, y,  hasta análisis. Algo así como poner distancia a la vida pulsional y sentimental para crear panoramas de racionalidad.

En el momento actual de pandemia, sería un elemento bastante útil, tanto a nivel psicológico, como hasta histórico, eso de escribir el diario acontecer de nuestras vidas bajo estas circunstancias. Constituirían, algunos diarios, testimonio valioso de nuestra época.

Ya se habla a nivel académico del “Journaling”. Termino anglosajón que alude a la famosa práctica de llevar un diario. Esta práctica, a un nivel “dirigido”, combina técnicas terapéuticas, ya que sus creadores, invitan a establecer metas, incluyendo  frases positivas; pues  la programación psiconeurolingüistica rige la metodología.

La inclinación de los Psicólogos abanderados en dichas técnicas, siguen lineamientos acerca de las Teorías de enseñar a ser felices a sus seguidores. Dichas técnicas también están orientadas hacia  lo que llaman “The happiness Planner”. O sea,  llevar un diario en el que cada día conlleve un mensaje de gratitud, positivismo, disciplina y resiliencia. Cada día marcado con un objetivo a realizar, y al final, no debe faltar, el agradecimiento por lo obtenido.

Existen, de igual forma, aplicaciones de dichas técnicas a nivel del trabajo, campo en el cual ha resultado muy útil. Se promueve la costumbre de  llevar una planeación diaria, con específicas metas para alcanzar, y, con la consabida escritura de lo realizado; así como también, de lo no alcanzado, incluyendo las frustraciones y sinsabores acaecidos en el cumplimiento de las tareas; todo lo cual brinda beneficios a nivel emocional, convirtiéndose en método psicoterapéutico, coadyuvante del bienestar y éxito laborales.

Todas estas técnicas están centradas también en el muy apetecido, seguido,  y cada vez más divulgado “Mindfulness”, consistente en la creación de hábitos sanos, que nos lleven a la felicidad, basados en:  Agradecer lo que se tiene, desplegar actos de  bondad, y socializar. A esto se le debe adicionar el cumplir  un diario de productividad, practicando las tres premisas básicas: Madrugar, hacer ejercicio, y, dormir bien.

 Estas corrientes positivistas, con un auge cada vez mayor, han venido derivando en más premisas, las cuales tienden a brindar lineamientos concretos para nuestro bienestar, como el hecho de reservar un espacio para la espiritualidad. Así, pues,  promueven sus directores, que,  a más de madrugar, se deben reservar consagradamente, unos muy valiosos minutos, para la meditación.

Otros hablan acerca de cómo el agradecimiento conlleva mensajes tan positivos, que inciden hasta en el hecho de mejorar la productividad. Agradecimiento, tanto a nivel familiar, como laboral y hasta económico y bursátil; todo lo cual, concluyen, genera mayor y mejores efectos en la productividad, con base, por supuesto, en la eficiencia.

Todo esto dentro de la moderna Psicobiología que estudia los efectos benéficos de la palabra en nuestro organismo, su buen funcionamiento y salud. A más agradecimiento, mayor bienestar físico y mental.

 

RUTH AGUILAR QUIJANO

Especial Pijao Editores


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