Por Matías Serra Bradford
Clarín (Ar)
El Premio Nobel de Literatura John M. Coetzee ha establecido con la Argentina una relación particular. Viejo lector de Jorge Luis Borges, ahora incorporó otro fanatismo local: el de la novela Zama, de Antonio Di Benedetto, ya un clásico de la literatura nacional. En enero de este año, Coetzee publicó sobre este libro incomparable un largo y elogioso ensayo en la revista New York Review of Books. Allí subraya la influencia de Borges sobre Di Benedetto, recuerda la invitación que le extendiera el primero al segundo para dictar una conferencia en la Biblioteca Nacional, y la posterior firma del autor de Ficciones para que la dictadura militar liberara a Di Benedetto. Fueron dieciocho los meses que pasó Di Benedetto en el servicio penitenciario de La Plata, en el que fue maltratado brutalmente y que dejaría en él secuelas imposibles de borrar.
Dicho sea de paso, Coetzee se ha interesado por la situación de las cárceles en nuestro país, y ha participado en más de una oportunidad en talleres de escritura destinados a algunos internos del penal de José León Suárez. A punto de participar en un coloquio dedicado a la lectura de su obra en Latinoamérica, el escritor sudafricano mostró curiosidad por la adaptación de Zama al cine, dirigida por Lucrecia Martel, con quien tuvo una intensa conversación durante la última edición de la Feria del Libro en Buenos Aires.
Hace unos días, el autor de las novelas Vida y época de Michael K., Desgracia, Elizabeth Costello y el más reciente Los días de Jesús en la escuela, dialogó con Clarín como una prolongación de aquella conversación y como una apertura de nuevas puertas.
- Creó con éxito un puente Sur-Sur a lo largo de los cinco años de su Cátedra Coetzee en la Universidad Nacional de San Martín (Unsam). Y se ven los primeros frutos: se ha establecido una beca con residencia en Adelaida y Sídney (Pedro Mairal es el primer receptor) y un primer libro se tradujo y editó en Australia, de Mariana Dimópulos. ¿Cuáles son los próximos pasos?
- Me gustaría fomentar más contactos académicos entre los críticos literarios y los estudiosos de la Argentina, por un lado, y Australia y Sudáfrica, por otro. Estos tres países del sur, antiguas colonias de potencias europeas, tienen historias que en muchos aspectos son paralelas. Al mismo tiempo, me gustaría crear más conciencia en ambos países angloparlantes de la riqueza de la literatura argentina. Los escritores australianos y sudafricanos aprendieron mucho de Jorge Luis Borges, pero hay poco conocimiento de los escritores de las generaciones siguientes. Por eso, veo con agrado la visita de Pedro Mairal a Australia y espero ver que escritores de Australia viajen a la Argentina bajo los auspicios de un programa anunciado por el Malba.
- El año que viene publicará Cuentos morales, que alude a un formato clásico y a temas clásicos como la debilidad humana, los pecados y los defectos. ¿Una ironía sobre el poder edificante de la literatura en una era de medios sociales y streaming?
- Sí, hay cierta ironía en darle un título tan del siglo XVIII a un libro nuevo. En breve, será publicado por El Hilo de Ariadna, antes de su edición en inglés. Pero los cuentos efectivamente tienen un fuerte acento moral. En particular, se centran en las relaciones entre los seres humanos y los animales –no tanto en los derechos del animal, concepto con respecto al cual tengo mis reservas, como en nuestros deberes respecto de los animales-. En el futuro próximo, estos deberes serán de carácter moral más que político.
- Lleva varios años apoyando talleres de escritura en las cárceles argentinas para el programa de la Unsam… ¿De qué manera cree que ayuda a los internos? ¿Qué le brinda esta experiencia en lo que hace a la creación y la percepción?
- No me hago ilusiones sobre lo que pueden lograr las visitas intermitentes de escritores para ayudar a las personas encarceladas. Sin embargo, hacer un poco es mejor que no hacer nada. Sigo convencido de que poder expresar nuestros sentimientos de manera simbólica (en contraposición a expresarlos por medio de la acción física) nos da una sensación de confianza en el mundo de hoy.
- La gente solía creer –por ejemplo en lo que se refiere a Alfred Hitchcock- que una mala novela hace una buena película. Casos como Desgracia y Zama parecen desmentir esa idea…
- Las buenas novelas son difíciles de filmar porque en una buena novela todas las partes están firmemente integradas y es difícil dejar algo afuera. Las malas novelas no presentan este problema. En líneas generales, una película de dos horas es incapaz de transferir a su medio la totalidad de una novela importante. Por ese motivo, un film basado en una novela corta o incluso en un cuento resultará más satisfactorio.
Congreso en la Unsam
La obra de John Maxwell Coetzee en Latinoamérica.
Con inscripción gratuita, se llevará adelante en la Unsam el martes y miércoles próximos, en 25 de Mayo 1650 (San Martín). Participarán investigadores y académicos de distintos países que explorarán su trabajo como autor.