Por Andrés Seoane
El Cultural (Es)
El tiempo y el olvido son en ocasiones los enemigos más encarnizados de los poetas. Contra ellos tuvo que luchar en su día la obra del Nobel onubense Juan Ramón Jiménez, que en la actualidad ya ocupa el lugar que le corresponde como una de las cumbres de la poesía en español del siglo XX. Pero si los versos del poeta gozan de unánime reconocimiento, el abandono pesa sobre uno de sus más notorios legados materiales, su casa de verano en Fuentepiña, Moguer, donde Juan Ramón pasó algunos de sus mejores años y escribió algunas de sus mejores obras. Propiedad en la actualidad de particulares ajenos a la familia, la casa y la finca llevan años en un lamentable estado de deterioro y abandono acuciado por un incendio, el segundo en los últimos años, declarado el pasado domingo y que se controló cuando estaba a escasos metros de la edificación.
La cercanía del desastre ha levantado de nuevo la voz de los múltiples admiradores del poeta que reclaman algún tipo de protección y rehabilitación para un entorno con alto valor histórico y cultural. En esta nómina cabe incluir al poeta y estudioso de Juan Ramón Alfonso Alegre, que asegura que "la casa de Fuentepiña es, sin duda alguna, el lugar más representativo del poeta y su mundo y uno de los espacios fundamentales donde la poesía de Juan Ramón se gesta durante toda su vida". Sin embargo, la falta de protección de este entorno ha supuesto la vandalización de la casa, que ha llegado a ser ocupada ilegalmente, y que haya sufrido todo tipo de destrozos, a los que por poco se incluyen las llamas, una situación que sería irreversible.
Pero la situación legal de la casa es más que compleja. Fuentepiña, aunque está inscrita en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz como Bien de Interés Cultural (BIC), no lo es en realidad. Sus actuales propietarios recurrieron la protección y los trámites llevan en constante litigio por múltiples juzgados de diversas instancias desde hace años, alegando que ni fueron informados ni se les concedió el trámite de audiencia. "Como ha explicado recientemente Carmen Henández-Pizón, sobrina nieta del escritor, Fuentepiña fue inscrita en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz como Bien de Interés Cultural, pero los propietarios recurrieron la protección". La también legataria de la obra del poeta se quejaba estos días de la desidia de la administración, que según ella no hace nada pudiendo actuar.
En este sentido se pronuncia Alegre, que afirma que los impedimentos "son temas administrativos que por difíciles que sean no justifican que las instituciones locales, autonómicas o estatales no puedan hallar una solución, después de tantos años, a un tema tan importante, y ahora ya tan urgente, para la cultura de nuestro país", opina aludiendo a la responsabilidad del Estado que debería trascender al ente autonómico. "En cualquier país de nuestro entorno como Francia, Inglaterra o Alemania, el Estado ya habría actuado. Cualquiera que visite el lugar y sepa lo que significa en la historia de la poesía en lengua española se dará cuenta no sólo de la importancia de protegerlo y cuidarlo sino de las enormes posibilidades que tendría como espacio de encuentro para la poesía y para la cultura", defiende.
Precisamente, el dotar al lugar de un uso cultural es la alternativa que Alegre plantea para evitar la definitiva desaparición del emblemático lugar. "Si tenemos en cuenta que Juan Ramón Jiménez es uno de los poetas mayores del siglo XX, y que así fue reconocido cuando se le otorgó el Premio Nobel de Literatura en 1956, Fuentepiña debería declararse, por la universalidad del poeta, Casa de la poesía", explica categórico. "Si no se hace es porque no hay verdadera voluntad política de resolver las cosas. Es inexplicable que sesenta años después de la muerte del poeta las cosas no se hayan solucionado sino que estén peor que nunca. El incendio que acaba de producirse, ha estado a punto de destruir para siempre ese maravilloso lugar", concluye Alegre, impeliendo a actuar antes de que sea demasiado tarde.
Platero a la sombra del pino
Uno de los grandes tesoros que guarda la finca es un pino centenario, ya enorme cuando Juan Ramón era un niño, bajo el que yace enterrado el inseparable compañero de Juan Ramón, el burro Platero, protagonista del libro más emblemático de su primera época, y el que le ha dado fama mundial, Platero y yo.
"Platero y su escritura son inseparables de Fuentepiña, y la casa y el enorme pino paternal que, por fortuna, todavía vive junto a ella, aparecen con frecuencia en el libro", apunta Alegre. "En Platero y yo se cita como la casa de la Piña, y en ella y en su colina aledaña, el poeta leía, pensaba, y escribía. Tanta es la importancia del lugar que el poeta entierra allí a Platero, al pie del pino, y lo evoca en el último capítulo del libro":
Esta tarde he ido con los niños a visitar la sepultura de Platero, que está en el huerto de la Piña, al pie del pino redondo y paternal. En torno, abril había adornado la tierra húmeda de grandes lirios amarillos. Cantaban los chamarices allá arriba, en la cúpula verde, toda pintada de cenit azul [...]
Pero la importancia del árbol no se circunscribe al incipiente Juan Ramón poético de los inicios en Moguer, sino llega hasta su obra última. En Espacio, escrito en Estados Unidos en 1954, cuatro años antes de su muerte, el exiliado poeta recuerda su Moguer natal y escribe porque "puede ver Moguer en la distancia":
"¡Un árbol paternal, de vez en cuando, junto a una casa […] Qué honda vida la de estos árboles; qué personalidad, qué inmanencia, qué calma, qué llenura de corazón total queriendo darse [...] ¡Qué amigo un árbol, aquel pino, verde, grande, pino redondo, verde, junto a la casa de mi Fuentepiña!
Así pues, como recuerda Alegre, la naturaleza y el pino atlántico de copa redonda de Fuentepiña, declarado Especie singular, algo que no basta para salvarlo de otro posible fuego, "recorren la obra de Juan Ramón Jiménez de principio a fin y son la realidad natural y el símbolo más importante de su poesía. Esa casa y ese lugar, hoy abandonados y en grave peligro, deberían ser desde hace tiempo lo que son en sí mismos, un verdadero santuario de la poesía que todos deberíamos cuidar".