Por Juan Cruz
El País (Es)
Jorge Herralde hizo ayer el comunicado más simbólico de la vida de un editor de su clase: se despidió de dos criaturas que prolongaron su visión de la jugada (que dura más de medio siglo) y, a la vez, de un equipo fabuloso con el que jugó la Champions de los premios literarios.
En ese equipo estaban personajes legendarios de las ligas culturales. Fíjense con quiénes empezó Herralde a decidir sobre los ensayos en español, en 1973: Luis Goytisolo, Vargas Llosa, Salvador Clotas, Benet y Enzensberger. Salvador Clotas, agitador de la literatura en los años del boom, aparece, en la ficción sobre esta explosión literaria, suplantado por el escritor inventado por José Donoso, Marcelo Chiriboga.
Cuando fueron yéndose unos, Herralde mantuvo a Clotas, pero hizo entrar a otros grandes: Román Gubern, Rubert de Ventós, Savater y Verdú, que comenzaron su égida desde 1997 a 2016. Herralde sumó a ese premio el galardón para novela. Desde 1983 lo acompañaron el citado Clotas, Juan Cueto (de los más divertidos ensayistas españoles), Esther Tusquets y el ya citado Goytisolo. En los últimos siete años siguió Clotas, como es natural, pero se incorporaron, en lugar de los otros, Paloma Díaz-Mas, Marcos Giralt y Molina Foix. Muchos de ellos, y esto es marca de la casa Herralde, autores suyos.
“Este año”, anuncia Herralde, “al asumir Silvia Sesé la dirección literaria, con la responsabilidad correspondiente, me pareció pertinente que confeccionara los nuevos jurados según su probado criterio”. Así, en Ensayo, que será fallado el 27 de septiembre, estarán Jordi Gracia, Chus Martínez, Joan Riambau, Daniel Rico y la editora. ¿Y el de Novela? Será el primer lunes de noviembre y ahí estarán jurando Gonzalo Pontón Gijón, Marta Sanz, Jesús Trueba, Juan Pablo Villalobos y la editora.
Maestro de Anagrama, su creador y todo, con su mujer, Laly Gubern, coincidió en el tiempo, y en el genio, con otra grande, Beatriz de Moura, creadora exitosa de Tusquets, que hace nada se hizo a un lado, y con extintos inolvidables, como Barral, Pradera y Salinas. Decir que deja la conducción de premios que hizo a su mano, y que hicieron la editorial, no ha debido ser fácil, porque nació para hacerlo todo. Pero, como él dice, ahora tiene que ponerse en el sitio de los que miran desarrollarse “el probado criterio” de los otros.