Por Diario Clarín (Ar)
El escritor británico Brian Aldiss, conocido por sus relatos de ciencia ficción que marcaron al género a partir de la década de 1960, murió a los 92 años en su casa de Oxford, en el norte de Inglaterra. Fue reconocido por clásicos como la voluminosa trilogía Heliconia y por haber escrito el relato que Steven Spielberg -con adaptación de Stanley Kubrick- llevó al cine en 2001: Inteligencia artificial.
Aquella producción cinematográfica se basó en el cuento Los superjuguetes duran todo el verano (1969), en el que un robot con apariencia de niño entra en crisis porque no se siente querido por sus padres. En el relato, los límites entre realidad y ficción se confunden tanto como la cada vez más borrosa frontera entre vida biológica y vida artificial. Autor de unas 40 novelas, libros de cuentos y otros de no-ficción, el sello de Aldiss fue cuestionar la ética de nuestro tiempo a partir de investigaciones sobre las posibilidades de la tecnología, con historias que suelen tener un final dramático o distópico.
El autor explicó años atrás, en una entrevista con la BBC, que para él la ciencia ficción no era “una especie de predicción del futuro”, sino una “metáfora de la condición humana”. Y fue más allá al señalar que “si en el siglo XXII quisieran saber cómo éramos, tendrían que leer ciencia ficción: no por las historias narradas, sino por el espíritu que revelan”.
Uno de sus trabajos más recordados, Barbagrís (1964), retrató a una humanidad errante que lucha por sobrevivir tras un accidente nuclear. Cuando escribió esa novela corrían los fuertes temores surgidos de la Guerra Fría.
Años después, Aldiss se transformaría en un autor de culto de la ciencia ficción. Junto con nombres como J. G. Ballard, John Brunner y Michael Moorcock integró la renovación del género denominada Nueva Ola.
Hábil en el uso de la ironía y el humor, otro de sus ejes pasó por tomar investigaciones científicas (desde las ciencias exactas a las sociales, como la psicología) para construir historias. En Heliconia, una trilogía aparecida a mediados de los ‘80 y narrada en más de mil páginas, contó la historia entera de un planeta y de sus habitantes. Para escribir esa obra, consultó durante años a geólogos, astrónomos y biólogos.