Revista Pijao
'Decidí escribir sobre Ramón Illán Bacca al enterarme que era posible dialogar con él': Luz García
'Decidí escribir sobre Ramón Illán Bacca al enterarme que era posible dialogar con él': Luz García

Cuando se inclinó a seguirle cantando bajito a la odiosa secretaria, cuya antipatía no había logrado vencer, lo recibido fue un gélido: “Hace rato lo espera el Director…Está impaciente”

      Lleno de aprensión abrió la puerta del despacho.

      Sólo más tarde pudo pensar con calma, sobre cuál de los dos había quedado más sorprendido, si él o el Director descubierto en su más inviolable secreto: ¡El momento de colocarse el peluquín en la secretísima calva! Un tonante “!fuera!” lo devolvió a la sala de recibo. Se rio y lo siguió haciendo aunque tenía conciencia de que no debía insistir. No le importaron las miradas rencorosas de la secretaria. Cada vez que recordaba la brillante calva de quien siempre había hecho alarde de sus largos cabellos y sienes plateadas, la risa se acentuaba.

     El intercomunicador empezó a encenderse y la secretaria después de estar un rato con el Director, regresó. Con una sonrisa beatífica le entregó una carta: estaba despedido.

     Ahora, sentado en el parque, mientras relee la carta: “Abuso en sus funciones”, piensa cómo la gente mediocre reduce a cuatro palabras lo que podía haber sido una bella historia de humor”

     Fragmento del cuento 'POETA MUERTO EN LETRAS ROJAS' del Maestro Ramón Illán Bacca.

     Decidí escribir sobre Ramón Illán Bacca al enterarme que era posible conocerlo y dialogar con él,  así sucedió una mañana de Mayo, entre aromas de café  y el tráfico incesante de personas, en un Centro Comercial. Nos citamos por teléfono y me preguntó: -¿Cómo vienes vestida?- -Como una poeta, Doctor: jean y mochila- lo escuché reír.

     Tener frente a mí, al Maestro Ramón Illán Bacca, o Ramón, -como me dijo que le dijera-, me significaba algo así como estar ansiosa de beber y encontrar una cascada.

     Durante una hora larga, compartimos historias, anécdotas, risas, preguntas y respuestas que iban y venían.

     Siempre acompañado de su buen humor me contó sobre esa etapa infantil de orfandad; su abuelo materno Gaspar Bacca, un italiano de Calabria, casualmente llegó al puerto de Santa Marta, cuando el capitán del barco donde viajaba lo dejó, diciéndole que se encontraba en Buenos Aires, Argentina.

     Ramón Illán Bacca, quedó huérfano a ocho días de nacido; su madre no sobrevivió a la eclampsia y fueron entonces  sus tías abuelas quienes lo cuidaron bajo su rigor católico y conservador. En casa siempre escuchaba las tertulias sobre la Guerra Civil española y los cuentos de las tías; su preferido era “El príncipe feliz” de Oscar Wilde. A los cinco años de edad, durante los días siguientes a una intervención quirúrgica sin éxito de estrabismo en su ojo izquierdo, su tía Carmen tuvo que leerle muchas veces este cuento para complacerlo.

      Sus estudios primarios transcurrieron sin sobresaltos. Los años de la secundaria los turna en diferentes colegios. En esta etapa adolescente, lee a Voltaire, Hemingway Y Moravia -entre otros- y sus ideas conservadoras empiezan a girar.

      Con una concepción diferente, quiere estudiar Filosofía y Letras o Psicología  “para poder hablar paja”, - dice él entre risas- pero por influencia de su familia, inicia la carrera de Derecho en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín. En esa ciudad reparte sus  días con los Nadaístas y  las noches  con el Movimiento Revolucionario Liberal;  sus calificaciones empiezan a descender y esa suma de comportamientos, motivaron su expulsión de la Universidad. Pasaron algunos años antes de reiniciar sus estudios en la Universidad Libre en Bogotá, donde finalmente recibió su grado de abogado.

     Ya graduado, ejerce como Juez en Fonseca Guajira y desempeña cargos importantes en diferentes municipios del Magdalena, entre ellos el de Secretario privado de la Gobernación, en donde una misión importante fue coronar a una reina de belleza y lo hizo con un brevísimo discurso:

     “Josefina. En esta época de guitarras electrónicas y minifaldas se imponen los minidiscursos. Te declaro la mujer más bella del Magdalena” 

     A su regreso a Barranquilla es nombrado abogado de Seguros Bolívar.

     Respecto a sus primeros ejercicios de escritura me cuenta que fueron durante su época de estudiante con las bonitas cartas que enviaba a su familia pidiendo dinero, aunque generalmente las respuestas no lo eran tanto como las mismas cartas. Escribir y leer siempre estuvieron presentes en su cotidianidad. Durante su adolescencia y ya en su etapa laboral, estas actividades alternas, ocupaban muchas de sus horas: columnas en periódicos, revistas, reseñas sobre libros, cuentos, crónicas, ensayos, artículos sobre literatura y otros que le convencen de que lo suyo es eso: la literatura; que es lo que necesita para ser feliz, y que para hacerla realidad necesita todo su tiempo… y  a pesar de no contar con suficientes recursos económicos, decide abandonar el Derecho, aunque lógicamente continúa laborando en actividades más acordes a su personalidad, como por ejemplo profesor de Literatura Colombiana en la Universidad del Norte, en Barranquilla.

 

     Trabajando en el INCORA, uno de sus parientes, lector de aquellas lejanas cartas y conocedor de sus habilidades, lo recomendó para escribir en el periódico Progreso Campesino, de ese instituto. Para Ramón, fue una gran escuela; además de las entrevistas a campesinos, tenía que leer muchos tratados y estudios que otros realizaban. Recuerda especialmente dos de sus muchos escritos: “Cultivo de Ipecacuana en Manatí” y “Traída de dromedarios a la Guajira”

    En el  ya desaparecido Diario del Caribe, fundó el suplemento literario publicando nuevos autores, y sus propios cuentos.

     Las historias sobre la Guerra Civil Española, los cuentos de las tías, su experiencia laboral, sus tertulias con grandes escritores, las películas mexicanas, y sus viajes a España, Río de Janeiro, Valparaíso y sus andanzas por diferentes sitios colombianos, han sido nutrientes en su amplísima gama de escritos entre los que se destacan especialmente novelas y cuentos, que lo han hecho merecedor de importantes y numerosos reconocimientos.

     En la lista de este culto escritor, aparecen: cinco novelas: Deborah Kruel, Disfrázate como quieras, La mujer del defenestrado, La mujer barbuda y Maracas en la ópera (ganadora de un premio nacional). Cinco libros de cuentos: Marihuana para Goering, Señora Tentación, El espía inglés, Como llegar a ser japonés y Gato suelto y Feliz. En otros géneros como la crónica y el ensayo: Escribir en Barranquilla, Crónicas casi históricas, 25 cuentos barranquilleros, Había una vez en Barranquilla, Entre lo barroco y lo chévere y Voces.

     Ramón Illán Bacca, no tiene establecida una disciplina rígida para escribir, no cree mucho en ella, cree más en la inspiración, en la necesidad de contar ese algo que hay en el archivo de su memoria, recuerdos que muchas veces huelen a mar y a nostalgia y tienen sabor a frutas tropicales. Me cuenta que generalmente escribe después de las ocho de la noche, con la única compañía de una buena música clásica.

Actualmente escribe una novela y es columnista quincenal del suplemento literario de El Heraldo para el cual escribe “Puntos de Bizca” donde continúa con sus reseñas literarias.

  En sus escritos y sus diálogos siempre está presente el buen humor, no como un condimento agregado, sino como la manifestación de momentos de alegría surgidos en sus tramas; tal vez reflejando su aprecio a la cultura popular caribeña. Escribe por vocación sin pensar en fama o riqueza.

     En una entrevista, ante la pregunta -¿Eres tímido?- respondió “-Frente a extraños generalmente enmudezco”- hoy al finalizar nuestro diálogo, le agradezco con mi corazón, no haber enmudecido conmigo.

     Nos despedimos con una taza de café.

     Al regreso, frente a la estación del Transcaribe Esthercita Forero, alegremente recordé su canción “Mi vieja Barranquilla” y agradecida pensé en el Maestro que seguramente muchas veces la habrá escuchado.

 

Luz García

Especial Pijao Editores


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