Revista Pijao
¿Cómo se hace un escritor en América Latina?
¿Cómo se hace un escritor en América Latina?

Por Sonia Corona   Foto Joaquín Urrutia

El País (Es)

Para escribir hay que ser un lector voraz. En eso han coincidido los escritores latinoamericanos que han acudido al encuentro Latinoamérica Viva de la FIL Guadalajara. El escritor colombiano Héctor Abad Faciolince ha reunido a cinco de ellos para contar cómo cada uno se ha labrado una carrera como autor en las diferentes latitudes donde les ha tocado desarrollar su literatura. Al panel han acudido Erick Blandón, de Nicaragua; Matías Correa, de Chile; Tere Dávila, de Puerto Rico; Antonio García, de Colombia; y Sergio Olguín de Argentina. Los escritores han reconocido que el contexto que les rodea y sus experiencias les han servido para narrar historias.

La segunda novela del colombiano Antonio García se publicó en 2006 y se llamó Recursos Humanos. García cuenta que en la edición del texto vivió los tres meses más paralizantes de su carrera porque contó con la tutoría del Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa. “Fue de lo más afortunado en mi carrera. Fue hacer una novela en la que progresé más de lo que hubiera logrado solo”. García se inscribió en un concurso de una prestigiosa marca relojera que daba como premio la asesoría del escritor peruano. Con solo una publicación a sus espaldas, García volcó su esfuerzo en el certamen y despegó una carrera en la escritura que compagina con la edición. “Si pudiera vivir solo de escribir lo haría inmediatamente”, apunta.

Para el nicaragüense Erick Blandón la oportunidad saltó cuando tras el triunfo de la revolución sandinista se encontró en el desempleo. “Los sandinistas habíamos quedado desocupados, así que solicité una beca para venir a estudiar a Estados Unidos. Quería estudiar escritura narrativa para regresar a Nicaragua a enseñar a escribir”, relata. En la Universidad de Texas en El Paso encontró la retroalimentación que necesitaba sobre su trabajo narrativo. Leyó, por ejemplo sobre la revolución mexicana porque quería escribir sobre la revolución sandinista, y así nació su novela Vuelo de cuervos.

Las oportunidades, reconoce la escritora puertorriqueña Tere Dávila, también pueden ocurrir en los talleres literarios. Ella consiguió allí romper el círculo y encontrar otros escritores. Como publicista reconoce que está acostumbrada a hacer mensajes cortos y directos. La autora de Nenísimas señala que en principio la transición de la publicidad a la narrativa le costó trabajo. “Como publicista le he vendido muchos millones de dólares a varias personas, pero no soy para nada buena publicista de mí misma”, dice.

El camino del argentino Sergio Olguín hacia la literatura fue más natural. Como periodista cultural tuvo a la mano la realidad para crear ficción, pero señala que cada una tiene que ir por su lado. Olguín apunta al origen de sus historias en el barrio Lanús, en el sur de Buenos Aires, pero también reconoce que la preparación de los escritores en círculos de autores contribuye a la corrección de sus escritos. “Yo creo que los talleres sirven para resolver rápidamente algunos problemas técnicos que le llevarían más tiempo al escritor”, dice.

Matías Correa, de Chile, era un filósofo y profesor hasta que se lanzó de lleno a la escritura. El autor de Alma tuvo que apartarse de su doctorado en Filosofía para conseguir la publicación de sus novelas. Trabaja como bibliotecario y allí ha alimentado su creatividad para seguir publicando, por ejemplo, para su libro Autoayuda reconoce que devoró libros de ese género antes de escribir el relato. “Trabajo como bibliotecario y es absolutamente asombroso lo mucho que la gente consulta libros de autoayuda”, cuenta.


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