Revista Pijao
Claribel Alegría: “Estoy enamorada de Pessoa”
Claribel Alegría: “Estoy enamorada de Pessoa”

Por Blanca Berasátegui   Foto Niu

El Cultural (Es)

Cuánta razón tenía Eduardo Galeano cuando afirmaba que Claribel Alegría (Estelí, 1924) ha tenido la suerte de nacer recibiendo el nombre que merece. Sin embargo, lo asombroso es que la poeta siga haciendo honor a su apellido y curioseando la vida con avidez. Que, activa y zumbona todavía, siga escribiendo poemas como cuando soñaba que era un árbol. Que continúe comprometida con su entorno y los derechos humanos, y siga cultivando a sus amigos, rodeada como siempre de sus queridas plantas. Y conteste los correos con rapidez (“estoy un poco sorda así que prefiero que me envíe las preguntas por e-mail”), y leyendo y releyendo a diario a sus poetas preferidos... La escritora nicaragüense, voz fundamental de la poesía latinoamericana, sigue, sí, “claribeliando” y celebrando la vida.

Hace casi setenta años que Claribel Alegría publicó Anillo de silencio, su primer libro de poemas. Fue en 1948. Para entonces, ya había viajado por varios países americanos, había leído muchos de los libros de la biblioteca de su abuelo y estudiado en la Universidad americana de George Washington, donde conoció a Juan Ramón Jiménez. Maestro y luego amigo, Juan Ramón ejerció una influencia esencial para su formación de poeta y la publicación de sus primeros libros. Desde entonces ha vivido la vida intensamente y buena parte de ella la ha ido volcando en más de una treintena de libros. Poemas, novelas y ensayos, naturalmente, llenos de vida.

El jurado del premio Reina Sofía de Poesia Iberoamericana, que le han concedido este año la Universidad de Salamanca y Patrimonio Nacional, ha destacado el “itinerario de calidad que ha recorrido su obra”.

Su último libro publicado en España, Amor sin fin (Visor, 2016) lo escribió Claribel impetuosamente a lo largo de seis meses. Está dedicado a Bud, su marido, que murió hace veinte años y con el que escribió, al alimón, muchos de sus libros de narrativa y ensayo. Es un largo poema de amor del que otra poeta nicaragüense, Gioconda Belli, dice que es su libro más profundo y misterioso de los escritos hasta ahora. “Gioconda hasta cierto punto tiene razón. En esos seis meses de escritura sentí como si alguien me lo dictaba. Creo que mi subconsciente me envolvió y que yo escuché su voz”, señala Claribel.

Pregunta.- “Estoy despidiéndome de mi”, dice uno de sus versos. Pero el libro rezuma al mismo tiempo vitalidad, pasión... ¿Es una despedida?

Respuesta.- Sí, muchas partes de ese libro yo las veo como despedidas. Tengo ya 93 añitos y me doy cuenta de que me estoy despidiendo. Estoy disfrutando de una manera más profunda de mis seres queridos, de mis plantas, de todo. Es mi manera de decir adiós.

P.- ¿Qué queda en su obra de aquella vanguardia poética de los años 30 y 40? ¿Se reconoce como poeta surrealista?

R.- El surrealismo es un movimiento que siempre me ha cautivado. Muchos de sus poetas y pintores me han influido, pero nunca formé parte de sus filas.

P.- ¿De qué poetas se ha sentido más próxima?

R.- Me he sentido muy cerca de los poetas del Siglo de Oro español. Leo a San Juan de la Cruz y cada vez que lo hago algo nuevo encuentro en mí.

Alegría ha escrito novelas, ensayos, libros de testimonios, pero se siente poeta, por encima de todo poeta. Escribió junto a su marido, el diplomático y escritor estadounidense Darwin J. Flakoll, un ensayo determinante New Voices of Hispanic America, que dio a conocer el boom latinoamericano en el mundo anglosajón, así como la biografía del dictador Somoza, Somoza, expediente cerrado. Y varias novelas.

P.- La relación con su marido fue muy intensa, también literariamente. “Y muy divertida”, añade Claribel. ¿Cómo recuerda aquellas experiencias?

R.- Escribir al alimón es difícil. Los libros de testimonio son más fáciles, pero las novelas son peliagudas. Por Cenizas de Izalco, una novela sobre la matanza en 1932 en El Salvador, casi nos divorciamos. Concebimos el libro muy bien y acordamos que Bud, mi marido, escribiría la voz masculina y yo la femenina. El escribía en inglés y yo lo traducía, y viceversa. Al hacerlo, tanto él como yo mutilábamos o agregábamos al texto del otro y allí surgían los pleitos. Nos tomábamos muchas libertades. El libro casi muere hasta que logramos entender que era el libro lo que importaba y que debíamos dejar de lado las rencillas. Al final, con el tiempo, resultó una cosa muy linda, nos reíamos mucho y a veces no sabíamos quién había escrito qué. Escribir al alimón enseña humildad.

P.- Cuénteme qué recuerdos perduran más vivos de aquellos años ochenta de la revolución sandinista, que vivió tan de cerca. ¿Volvió a Nicaragua como un homenaje a su padre?

R.- Sí, volver a Nicaragua fue en parte un homenaje a mi padre, que siempre luchó por la liberación de su pueblo. Lo que más vivo queda en mí de los años 80 es la solidaridad que había y la admirable campaña de alfabetización que dirigió Fernando Cardenal.

P.- También hay una marcada denuncia social o reconstrucción de la historia ¿Sigue vivo su espíritu combativo, su compromiso político y social?

R.- Sí, creo que mi espíritu combativo sigue vivo. Necesitamos otra revolución, pero sin violencia, sin el derramamiento de tanta sangre.

P.- ¿Sería simplificar decir que heredó de su madre el amor por la literatura y de su padre su compromiso político?

R.- Creo que tiene razón. Heredé de mi madre la pasión por la literatura y de mi padre el compromiso político y social.

P.- Hábleme de sus amigos escritores. He leído muchas veces que la amistad ha sido esencial en su obra literaria.

R.- He tenido la suerte de haber tenido amigos como Galeano, Cortázar, Roa Bastos, Ernesto Cardenal, Benedetti, etc. Todos me han iluminado, sí.

P.- ¿A qué poetas lee ahora? Quiénes le interesan más?

R.- Leo mucho a Fernando Pessoa. Estoy enamorada de Pessoa.

ARS POETICA

Yo,

poeta de oficio,

condenada tantas veces

a ser cuervo

jamás me cambiaría

por la Venus de Milo:

mientras reina en el Louvre

y se muere de tedio

y junta polvo

yo descubro el sol

todos los días

y entre valles

volcanes

y despojos de guerra

avizoro la tierra prometida.

(Variaciones en clave de mí, 1988)

Estrella indómita

[...] Estoy despidiéndome

de mí

debo asaltar el canto,

atraerlo hacia mí

entender ese canto

de los árboles negros

doblados por el viento

se esfuman sus palabras

su música

su danza

lo llamo

no responde

pero sé que vendrá

que volverá hacia mí

como vuelve la lluvia [...]

(Amor sin fin, 2016)


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