Revista Pijao
Bowie, Bach y bebop: la música que alimentaba a Basquiat
Bowie, Bach y bebop: la música que alimentaba a Basquiat

Por Ekow Eshum  Foto Archivo

La Nación (Ar)

Londres.- En 1979, a los 19 años de edad, el artista Jean-Michel Basquiat se mudó con Alexis Adler, su novia de entonces, a un departamento abandonado en la calle 12 este de la ciudad de Manhattan. Su nuevo hogar era una ruina, apenas tenía muebles, y se encontraba en el sexto piso de un edificio sin ascensor. Como estaba quebrado y no tenía dinero para comprar bastidores, Basquiat pintaba libremente en las paredes y el piso, y hasta en la ropa de su novia. Lo único que se salvaba era el equipo de música de Alexis, que ella había colocado orgullosamente sobre una estantería que había encontrado tirada en la calle. "Para nosotros lo principal era tener parlantes grandes y un equipo de música potente. Eso fue lo único que compré yo misma", dice Alexis Adler, que sigue viviendo en ese departamento. Recuerda que cuando estaba Basquiat, "sonaba la música todo el tiempo".

La muestra "Basquiat: Boom for Real", que sigue hasta enero de 2018 en el Centro Barbican de Londres, hace foco en la relación del artista con la música, los textos, el cine y la televisión. Pero es el jazz -el estilo musical que constituía el grueso de la inmensa colección discográfica de Basquiat- el que más peso tiene como fuente de inspiración personal y materia prima del trabajo del artista.

Basquiat tenía gustos muy eclécticos: Curtis Mayfield, Donna Summer, Bach, Beethoven, David Byrne, Charlie Parker, Miles Davis, Aretha Franklin, y hasta el álbum Metal Box de Public Image Ltd. "Y tenía temas favoritos que hacía sonar en continuado", dice Adler. "El tema «Low», de Bowie, por supuesto, y también el lado B de Heroes. La influencia de la música en su obra era enorme".

Basquiat terminó amasando una colección de más de 3000 discos que iban desde el blues, la música clásica, el soul y la música disco hasta el zydeco, un estilo de música popular propio del sur del estado de Louisiana. Basquiat también componía música propia: como líder de Gray, un cuarteto de arte sonoro experimental, como productor del single "Beat Bop", y como DJ en eventos como el inevitable Mudd Club en Tribeca.

En la obra de Basquiat hay frecuentes referencias a la música que más admiraba. A Charlie Parker, cuyo apodo era "Birdie", le rindió homenaje en pinturas como Bird on Money, Charles the First y Cprkp. Y la obra Max Roach era un guiño a la visión y el estilo del percusionista de jazz del mismo nombre.

En King Zulu, una magistral pintura inspirada en la historia de los orígenes del jazz que ocupa un lugar prominente en el Barbican, Basquiat conjuró el recuerdo de trompetistas como Bix Beiderbecke, Bunk Johnson y Howard McGhee. Desde el centro de la pintura, sobre un fondo azul intenso, un rostro con maquillaje de minstrel nos mira fijamente: se trata de la imagen tomada de una fotografía de Louis Armstrong disfrazado de rey zulú para la fiesta de Mardi Gras en Nueva Orleans en 1949.

A Basquiat le gustaba particularmente elbebop, ese género imparablemente inventivo encarnado por Parker, Davis, Ornette Coleman y Thelonious Monk. Según Eleanor Nairne, cocuradora de la muestra del Barbican, el arte de Basquiat se alimentaba de su amor por el bebop. "El bebop era un movimiento intelectual", dice Nairne. "Y también era bastante iconoclasta, en tanto que aspiraba a romper con las viejas armonías del jazz. Esa idea de ruptura y todos esos músicos tan jóvenes constituían una fuerza muy poderosa, y Basquiat encontró muchos paralelos con su propia vida y su propio arte".

Basquiat murió de sobredosis a los 27 años, pero en su corta carrera alcanzó alturas de vértigo. El primer cuadro que vendió fue Cadillac Moon y la compradora fue Debbie Harry, líder de la banda Blondie, quien pagó 200 dólares por el cuadro. En pocos meses, sus obras se estaban vendiendo por decenas de miles de dólares. Cuando tenía poco más de 20 años, ya había ganado más de un millón de dólares, pero el éxito lo ponía incómodo. Era plenamente consciente de ser uno de los muy pocos afronorteamericanos en un mundo del arte predominantemente blanco, donde era visto por algunos como poco más que un intruso.

Según Nairne, Basquiat era "terriblemente consciente de la forma racista en que lo encasillaban constantemente", y encontró un paralelo entre su situación y lo que les ocurría a sus héroes del jazz. “Eran músicos enormemente celebrados en cierta esfera de sus vidas, pero que en otros aspectos, en las cuestiones cotidianas y en los términos más banales, eran sistemáticamente reducidos al color de su piel", dice Nairne. "Gente que literalmente tenía que entrar a los clubes nocturnos por la puerta de atrás. Es imposible divorciar su música del modo en que eran tratados en sociedad. Y hay una profunda identificación de Basquiat con eso".

Al final, donde Basquiat se sentía como en su casa era en el centro de Nueva York. La vida en el centro neoyorquino era famosa por su fusión disparatada de tendencias artísticas emergentes, estilos callejeros, grafitis, clubes que marcaban tendencia, como Mudd y Area, y flamantes géneros musicales, como el New Wave y el hip-hop.

La multifacética naturaleza de la escena neoyorquina le dio licencia a Basquiat para entrecruzar formas artísticas en busca de su propio estilo. Hizo performances poéticas sobre el escenario y produjo el hipnótico single de hip-hop "Beat Bop", del artista grafitero Rammellzee y el rapero K-Rob, que sigue siendo un clásico del género.

En la banda Gray, donde Basquiat tocaba el sintetizador y el clarinete, hizo experimentos sonoros estilo Steve Reich, y si bien las apariciones de la banda eran muy esporádicas, contaba con admiradores como Byrne y el pionero del hip-hop Fb 5 Freddy.

Tiempo después de la muerte de Basquiat, David Bowie lo celebró como un espíritu afín, cuya sensibilidad pertenecía tanto al reino del rock como al del arte. "Su obra tiene una relación con el rock a la que muy poco otros artistas visuales se acercan", escribió Bowie. "Parecía digerir el frenético flujo de la imagen y la experiencia, y reorganizarlos de alguna manera internamente, y plasmarlos en el lienzo con esa red de posibilidades resultantes".

Pero Basquiat era más arriesgado al hablar de su obra. "No sé cómo describir mi obra", reflexionó una vez. "Sería como preguntarle a Miles por qué suena así su trompeta".

Traducción de Jaime Arrambide


Más notas de Actualidad