Por Marta Ailouti
El Cultural (Es)
Han tenido que pasar tres años para que María Ruiz, la comisaria que protagoniza la saga de novela negra de Berna González Harbour (Santander, 1965), regresara. Margen de error "finalizó" en 2014 con uno de los personajes en coma y su perro completamente abandonado, olvidado si cabe por su propia escritora, entre sus páginas. Alertada por un ávido lector, de esos que probablemente den sentido a algunos libros, en Las lágrimas de Claire Jones (Destino) su autora rescata al animal y decide buscarle un hogar. Lo bueno de algunos lectores es que sean capaces de ver la vida detrás de la historia. González Harbour los tiene. La anécdota, además de poner de manifiesto la fidelidad de su público y la disponibilidad de esta para tener en cuenta sus opiniones, demuestra que su última novela es desasosiego pero también esperanza.
En Las lágrimas de Claire Jones, María Ruiz vuelve desde su destierro en Soria, donde el último caso sin resolver, un enigma sobre una mujer en paradero desconocido sospechosa de asesinar a su marido con matarratas, se remonta a 1954. No obstante, pronto una visita a su amigo, el comisario Carlos, en Santander, y el cadáver de una joven hallado en el maletero de un coche abandonado, serán suficientes para que la investigadora, aún fuera de servicio, retome su antigua rutina.
Bajo este pretexto, la escritora, también periodista, reflexiona a lo largo de sus páginas sobre la corrupción policial, las nuevas tecnologías, el periodismo, la violencia de género y la soledad, al tiempo que incide sobre la importancia de la historia, la lealtad y la amistad.
Pregunta.- Han pasado cinco años desde que publicara su primera novela, Verano en rojo, entre medias Margen de error y Los ciervos llegan sin avisar (RBA), ¿nota un salto cualitativo entre su primera y última publicación?
Respuesta.- Entre Verano en Rojo y Las lágrimas de Claire Jones hay una evolución lenta pero segura en todos los personajes, especialmente en la propia comisaria Ruiz. Ahora es menos poderosa, está más sola y con menos herramientas y por tanto tiene que buscar más recursos, otros recursos en realidad. La lealtad y la amistad, que ella discriminaba en las entregas anteriores, aquí se abre paso como un inmenso valor.
P.- ¿Qué evolución encontrará el lector en sus personajes?
R.- Ruiz evoluciona y crece, se empieza a hacer más humana; Luna sigue renqueando como periodista de raza hoy descolocado; a Tomás le dejamos en un coma profundo en Margen de error pero no vamos a revelar lo que ocurre. La "familia" crece con Nora, una joven periodista digital. Y en suma, sí, hay una gran evolución, la misma que podemos tener los lectores, aunque a la vez seamos fieles a nosotros mismos.
P.- ¿Hacen falta más protagonistas femeninas como María Ruiz?
R.- Lo que hace falta es que la sociedad se libre del machismo y asuma plenamente la igualdad y eso aún costará. En la medida en que esto ocurra podremos tener e iremos teniendo detectives femeninos que puedan pasar al lado oscuro en lo personal, como han hecho los grandes detectives masculinos, sin que por ello se cuestione su honorabilidad. Hemos evolucionado en la literatura, porque la mujer en este tipo de novelas ha pasado en general de ser un sinuoso objeto de deseo sin demasiado cerebro a personaje con inteligencia. Pero aún falta mucho para que no sea solo esa persona delicada y preocupada en general por quedar bien a todas horas.
P.- Algunos de los temas que aborda esta tercera entrega están relacionados con la corrupción, en particular la policial, y la violencia sexual, ¿qué papel juega la actualidad en sus historias?
R.- Un papel preeminente, sin duda. Como novelista intento retratar la realidad. Si Conan Doyle hablaba de huellas en el barro y tazas de té, yo intento dibujar el mundo que ha hecho posible una violación colectiva compartida por WhatsApp. Las perversiones sociales cambian y mi objetivo como escritora es reflejarlas.
P.- De hecho, no solo actualidad, porque esta novela tiene también algo de historia, ¿cómo llegó hasta la historia de los cuáqueros ingleses y por qué le interesó incluirla en la trama?
R.- Conocí la historia de los cuáqueros en Collioure (Francia) al leer un libro del pintor Ramón Gaya, que huyó como Machado y miles de republicanos ante la victoria franquista. Los cuáqueros ayudaron calladamente a las víctimas con medicinas, alimentos y salvoconductos y su historia quedó silenciada, como tantas, en esa España mentirosa y censora. Recuperarlos daba sentido al pasado de Claire Jones como hija de ingleses afincada en España. Claire Jones también soy yo.
P.- Existe además una clara crítica al periodismo actual, dominado por las curvas de audiencia, los titulares que generan visitas, las fuentes por encima de los lectores, la velocidad con que se consumen y se redactan las noticias... ¿Tiene solución?
R.- El buen periodismo es la única solución.
P.- En este sentido, Nora, uno de los personajes de la novela, es el contrapunto perfecto para Luna, que representa un poco al periodista de la vieja escuela. Ambos son buenos profesionales adaptados a sus tiempos. Quizás más periodistas como ellos formen parte de esa solución...
R.- Por supuesto. Esto está lleno de buenísimos periodistas y buenos medios haciendo su trabajo. Gracias a ellos nos vamos enterando de los papeles de Bárcenas, de las presiones a los fiscales y un sinfín de noticias que los poderes nos han querido ocultar. Como periodista soy optimista en ese sentido, confío mucho, muchísimo, en los buenos profesionales y los buenos medios. La novela es otro ámbito. Mi Nora es joven y actual, representa a esos periodistas digitales nuevos con hambre de comerse el mundo que saben desplegar otros recursos. Buena generación. Mi Luna es mayor y sólido, sabe la esencia que debe quedar si nos despojamos de todo lo superficial: fuentes, fuentes, fuentes.
P.- ¿Qué asusta más la ficción o la realidad?
R.- Solo la realidad. La ficción es una liberación. La literatura es terapia, placer, aprender.
P.-Todas sus novelas son de género negro, ¿se siente cómoda con ese registro? ¿Ha pensado en cambiar de género?
R.- Me siento cómoda. No obstante, cada libro es una evolución sobre el anterior, un reto nuevo. En ninguno repito la fórmula. En cada uno hay una ambición y un desafío distintos para mí. Veremos a dónde me llevan los próximos.
P.- He leído que ya está trabajando en una cuarta novela... ¿Nos puede adelantar algo?
R.- Estoy arrancando, es más madrileña, es distinta en muchos sentidos y a la vez es fiel, pero prefiero no adelantar nada. Será una sorpresa.