Por Agencia EFE
Siete años después de Sunset Park, el escritor más neoyorquino -pese a haber nacido en Nueva Jersey- revolucionó el sector y dividió a la crítica con 4 3 2 1, su novela más larga hasta la fecha, que explora el poder del destino a través de cuatro versiones distintas de una misma vida, la de Archie Ferguson.
Fue uno de los autores de los que más se habló en un año en el que, sin embargo, el regreso más largamente esperado fue el de la india Arundhati Roy, cuya segunda novela llegó 20 años después de su gran debut, El dios de las pequeñas cosas, por el que ganó el Man Booker.
Dedicada desde entonces a la no ficción, Roy volvió a la novela con El ministerio de la felicidad suprema, un ambicioso fresco de la India que no evita los episodios más violentos de las últimas décadas de la historia de este país.
Mientras que el eterno candidato al Nobel, el japonés Haruki Murakami, tardó solo cuatro años en ofrecer un nuevo trabajo a sus seguidores, Matar al comendador, un libro que llegó a las tiendas en medio de un gran secreto y sin que se hubiera revelado nada de la historia de suspense y realismo mágico que cuenta.
Y otro nombre consagrado que apareció este año en las librerías en español fue el del británico Ian McEwan con Cáscara de nuez, una original historia, también de suspense, en la que el narrador es un feto.
Así como su compatriota Salman Rushdie, que se metió en La decadencia de Neron Golden en una historia de suspense ambientada en Estados Unidos desde la elección del expresidente Barack Obama hasta la del actual mandatario, Donald Trump.
O la estadounidense Elizabeth Strout, conocida por Olive Kitteridge, y que se ha hecho un hueco en todas las listas de mejores libros del año con Todo es posible, una colección de cuentos que tiene la unidad de una novela.
Junto a ellos, escritores menos conocidos, al menos hasta este año.
Es el caso del estadounidense George Saunders, que se situó de lleno en el punto de mira de los lectores al ganar el Man Booker por Lincoln in the Bardo, el relato del expresidente de EE.UU. Abraham Lincoln tras la muerte de su hijo de once años.
Así como del estadounidense de origen vietnamita Viet Thanh Nguyen, que se llevó el Pulitzer 2016 por El simpatizante, una novela de espías que se tradujo este año al español y que es su debut en las historias largas.
Títulos que se completaron con los superventas, liderados por un Dan Brown que arrasó con su “carta de amor a España”, en palabras del escritor, que ambientó en este país una historia que habla de lo más antiguo y de lo más nuevo, de la religión y de la ciencia, con el estilo ágil que le caracteriza.
Junto a él, Ken Follett -con su tercera historia medieval, Una columna de fuego-; John Grisham, de nuevo con asuntos judiciales en El soborno o el quinto volumen de la saga erótica Cincuenta sombras de Grey, de la británica E.L.James.
También hubo best sellers en la literatura en español, como Arturo Pérez Reverte con Eva, una nueva aventura de Lorenzo Falcó, el espía que protagonizó su anterior novela, o Más allá del invierno, de Isabel Allende, en el que aborda la vida de inmigrantes y refugiados bajo un prisma de amor, solidaridad y esperanza.
Ya nadie llora por mí, del nicaragüense Sergio Ramírez, es otra de las obras en español destacadas del año, en este caso con una historia de corrupción y abuso de poder protagonizada de nuevo por el inspector Dolores Morales.
Así como Los pacientes del doctor García, de la española Almudena Grandes, la cuarta entrega del proyecto narrativo Episodios de una guerra interminable, o Berta Isla, el nuevo trabajo de Javier Marías, una crónica de una espera y de la dificultad de saber sobre el otro.
Pero en lo que se refiere a la literatura hispana, si ha habido un libro que ha sorprendido en 2017 ha sido La uruguaya, del argentino Pedro Mairal, una novela breve que narra en primera persona dos historias paralelas de amor y desamor y que fue galardonada con el Premio “Tigre Juan”.