Por Rocío Montes
El País (ES)
Para Andrea Jeftanovic (Santiago, 1970), "la literatura es siempre un diálogo fronterizo". En Destinos errantes, su último libro que se publicó en Barcelona por Editorial Comba y próximamente estará disponible en Chile por Tajamar Editores, la chilena justamente escribe crónicas ficcionales a zonas fronterizas. "Escribir es proponer una barrera e invitar a cruzarla. Escribir de viajes es dejar espacios en blanco, hablar sobre lo que no alcanzaste a ver. Escribir es un ejercicio físico, entre otras cosas, implica desplazarse, caminar, volar, navegar; todos verbos en infinitivo", señala la escritora, que en breve publicará un libro de ensayos creativos de los últimos 15 años, con temáticas muy variadas. Se titula Escritos desde el trapecio (Ediciones UDP).
¿Cuál es el último libro que le hizo reír a carcajadas?
Gran Cabaret de David Grossman. Su protagonista es un comediante en un pequeño pueblo en Cesarea que le da duro a la sociedad israelí. Es un humor político, irónico, punzante y remecedor.
¿Quién sería su lector perfecto?
Una persona desprejuiciada, que le guste la poesía. Alguien que lea no al pie de la letra. Estoy un poco aburrida de que me pregunten si mis historias sórdidas son autobiográficas. Nadie confía en la imaginación de una mujer.
¿Cuáles libros están normalmente es su mesa de dormir?
Muchos: siempre un libro de poesía, uno del holocausto (es increíble como esa experiencia genera siempre nuevos libros muy decidores de la condición humana), alguno de un autor nuevo, otro clásico. Y siempre libros de viajes. Si no puedo viajar en la vida real, viajo entrelíneas.
¿Qué libro le cambió la vida?
Agua Viva, de Clarice Lispector. Fue liberador leer esa angustia poética. Touché
¿Cuál es su rutina diaria para escribir?
Me encantaría tener una rutina, pero entre el trabajo en la universidad y los hijos escribo en todas partes cuando puedo y mucho en mi cabeza. Ser una mujer creadora en la sociedad es una batalla contra muchas cosas.
¿Qué personaje literario se asemeja a usted?
Si pienso en personajes arquetípicos, sería una mezcla entre La Maga, Lolita, Misses Dalloway y Mafalda. Nada de heroínas trágicas por favor.
¿Con quién le gustaría sentarse en una fiesta?
En plan serio, con el cineasta polaco Kristof Kieslowski. En plan joda, con Trudeau, Macron y Obama.
¿Qué significa ser una escritora?
Una persona con muchos amigos imaginarios.
¿Qué libro regalaría a un niño para introducirlo en la literatura?
El diario de Ana Frank. Mostrar que a los 12 años se puede escribir un libro profundo y fresco.
¿Cuál es su lugar favorito en el mundo?
La playa, donde sea y cómo sea. Muchas ciudades de España, Francia, Alemania y Croacia con acceso al mar.
Respecto a su trabajo ¿de qué está más orgullosa?
De haber escrito siete libros contra viento y marea. Y de un par de lectores con lo que mantengo un hermoso diálogo.
¿Qué libro le hubiese gustado haber escrito?
Muchos: Las olas de Virginia Woolf, Esperando a Godot de Samuel Beckett, Desvastados de Sarah Kane, Los rinocerontes de Eugene Ionesco, Una semana en la nieve de Emanuelle Carrere, La nieta del señor Lihn de Philippe Claudel, La casa de las bellas durmientes de Kawabata, Todo lo que tengo lo llevo conmigo de Herta Muller, De los niños nada se sabe de Simona Vinci, El mismo mar de Amos Oz, Pizzería Kamikaze de Etgar Keret, Hasta ya no ir de Beatriz García Huidobro. Tala de Gabriela Mistral, Trilce de César Vallejo, El guardián del hielo de José Watanabe. Todos los cuentos de Lispector y Cortázar. Y tantos más. Mi lista sería infinita y en permanente ampliación.
Si pudiera adquirir cualquier pintura ¿cuál sería?
Bacon, Lucian Freud, Picasso y la portuguesa Paula Rego
¿Qué cambiaría de usted misma?
Mi temperamento balcánico, mi sentimiento de culpa, mi angustia nocturna, mi déficit atencional.
¿Cuándo fue la última vez que lloró?
Hace unos días con una de las tantas noticias sobre el maltrato a menores abandonados que en Chile nos tiene consternados. ¿Cómo podemos estar tan anestesiados al dolor ajeno?
¿Cuál es el mejor consejo que le dio alguno de sus padres?
Que uno se enamora de muchas personas en la vida.
¿Cuándo fue más feliz?
El año que mochilee un año por Europa y el Medio Oriente; la juventud es siempre una utopía añorada. Pero creo que soy feliz en el presente, ha sido un largo proceso, nada de fácil. Tengo una edad que gozas experiencia, pero todavía no estás tan deteriorado. Viajo por mi trabajo y conozco gente estimulante. Tengo pocos pero buenísimos amigos. Pero ya sabemos, la felicidad puede cambiar en cinco minutos.
¿Qué lo deja sin dormir?
Casi todo. Tengo serios problemas para conciliar el sueño, he leído mucho al respecto y creo que tiene que ver con el miedo a entrar a espacios donde no tengo el control. O que dormir es una pequeña muerte.
¿Con quién le gustaría quedar atrapado en un ascensor?
Con nadie. El cine nos ha hartado con una supuesta escena erótica, pero yo lo encuentro un espacio poco sexy, manoseado y claustrofóbico.
¿Lo último que compró y le encantó?
Unas botas en Barcelona. Espero regresar pronto porque las actuales ya no dan más.
¿Lo que está deseando comprarse?
Un pasaje aéreo a un lugar con sol y verde. Si no hay viaje, no hay horizonte.
¿La última comida que realmente le sorprendió?
Un plato thai de camarones servido en una piña en el Mercado Tirso de Molina. Me gustan los platos agridulces.
¿El mejor souvenir que ha llevado a casa?
Un dragón de madera multicolores comprado en una feria del libro en Costa Rica.
¿La última música que descargó?
Cigarretes after sex.
¿Qué música escucha en el coche?
La misma o la radio. Amo el formato de la radio. Amo la sorpresa de la música de la radio, los programas de conversación, de política.
¿Qué espacio de su casa es su favorito?
Todos. Mi pareja es arquitecto y él ha remodelado cada espacio de nuestra casa con enorme talento, con colores insólitos, diseño moderno y efecto acogedor. Entre todos destaca el baño, mi escritorio y la sala para ver cine.
¿En su nevera siempre hay...?
Fruta, verduras, queso, aceitunas y vino. Lo demás es accesorio.
Si pudiera coleccionar el trabajo de algún artista ¿de quién sería?
De la fotógrafa chilena Julia Toro, la mejor retratista de la intimidad. Una intimidad filial, erótica, cotidiana, sensual.
¿Algún sitio que le inspira?
El mar, la playa, el mar.
¿El mejor regalo que ha dado últimamente?
Un cortador de pizza con forma de disco de vinilo, para mi hijo; lo compré en la Feria de Frankfurt.
¿El mejor regalo que ha recibido?
Los dos tomos de cuentos de Cortázar, un libro sobre la biografía de Lispector con fotos y manuscritos.
¿A qué edad se dio cuenta de que quería ser escritor?
A los 12, pero salí del closet a los 29.
¿Primera borrachera?
A los 17 años con tequila margarita, horrible, nunca más pude tomarlo.
¿Un sueño recurrente?
Manejando un auto, perdiendo el control del auto en un campo, pasando por un acantilado, entrando al agua con el auto. No me interesan los autos pero sí el símbolo que se ha ido armando en mi inconsciente. He creado una simbología de lo que significa el auto en mi vida onírica.
¿Qué te reprochan tus amigos?
Que soy exagerada, temperamental e impuntual.
¿Qué le asusta?
La muerte de mis seres queridos. Las enfermedades invalidantes.
Si pudiera tener un superpoder
Fin a las guerras, a las armas, al hambre, a la pobreza. Es indignante cómo no hemos superado esas miserias. También, es indignante lo que se gasta en armamento, con o sin conflictos, y lo que se genera alrededor de eso. Rechazo todo tipo de violencia y sus viles instrumentos.
¿Dónde no querría vivir?
En un lugar frío y seco, sin cine ni teatro, y hay demasiados lugares así.
¿Qué es un buen fin de semana?
Bicicleta, hijos, teatro o cine, vino, lectura, intimidad, aire libre, una buena conversa, sonido a mar.
¿De pequeña quería ser?
Una rockera con chaqueta de cuero, una mezcla entre Janis Joplin y Cristina Rosenvige. No me dio la voz ni el oído.
En una fiesta de disfraces ¿de qué se disfrazaría?
De uno de los personajes de la películas Eyes wide shut. Esas máscaras y la atmósfera de secta en éxtasis me entusiasman por una noche.
¿Le da miedo decir a quién vota? ¿A quién?
No me gusta ser explícita, pero diré que hace tiempo que pierdo el voto. Cada vez convivo más con la minoría perdedora.
¿Qué le diría a su presidente?
Respeto mucho a la Presidenta Bachelet, es un ejemplo de mujer. Le diría que se merece vacaciones y que la gente que la acompaña no le llega ni a los talones. Y que ojalé que se empareje con un hombre bacán. Que cuando termine su mandato nos vayamos a tomar un trago.
¿Olor preferido?
Lavanda, un campo de lavanda.