No sé que raíz etimológica tenga esta palabra; Amistad … amigo … amar. Pero al tiempo que me encanta dicha palabra y su derivación en amar, con el solo hecho de pronunciarla me estremece, me anima, me lleva hasta la elación y el canto, y, ante todo, recrea en mi espectro anímico las más profundas sensaciones y los más elevados sentimientos.
En el ya conocido juego de decir cada persona cual cree que es la palabra más bella del idioma, muchos nominan AMOR como una de sus preferidas. Yo me uno a ellos; para mí es musical, fuente de inspiración, pilar de la existencia. Palabra que rima con todo … rumor … color … olor ... sabor … primor. Y muchas otras palabras que a más de ser fuente de rima, tienen contenidos semánticos propios del mismo sentimiento que representa la palabra AMOR.
Pues bien, toda esta perorata viene de algo que me ha hecho reflexionar en mi ya consuetudinaria y amigable SOLEDAD; y es el hecho de estar llegando con demasiada frecuencia vía internet, W-A y demás medios electrónicos, toda una nutrida apología a la AMISTAD, a LOS AMIGOS, brindándole al tema toda suerte de sustento y de contenidos de suma importancia, hasta alcanzar la afirmación de ser la AMISTAD indispensable para la salud mental, el bienestar y para la misma razón de la existencia.
Canciones, poemas, escritos filosóficos, psicológicos, científicos, sustentan la importancia de la AMISTAD. Hay controversias también al respecto en el sentido de que si es posible la amistad entre un hombre y una mujer sin derivar en sexo. Si es posible la amistad entre un “viejo” y un niño. Si es posible establecer lazos de amistad a distancia. Entre diferentes razas, religiones, culturas, etc.
Bellos relatos encontramos en relación con el tema como por ejemplo aquel del famoso escritor Kafka con una niña a quien encontró en el parque llorando por la pérdida de su muñeca y él le escribió toda una bella historia llegándole a regalar otra muñeca que la protagonista encontró diferente pero que el agudamente se adelantó a subsanar la posible desilusión, escribiéndole una cartica a nombre de la nueva muñeca en la que aclaraba que sus viajes la habían cambiado. O como el anecdotario de Napoleón en la Isla de Santa Elena donde encontró aguda contrincante en el ajedrez, en una jovencita inglesa habitante en la Isla, Betsy, con quien llegaban a risas, competencias y hasta fuertes rencillas por las “trampas” que el poderoso estratega hacia en el juego y la chiquilla descubría; maravillosa y divertida relación que alcanzó en forma prodigiosa a aliviar las penas del caído emperador cautivo.
Yo les cuento mi reciente experiencia. Soy persona mayor de 70 años y de un tiempo para acá vengo estrechando lazos de amistad con un niño de siete años a quien frecuentemente encontraba absorto en la contemplación de mi jardín, hasta que un buen día irrumpí en su embeleso hablándole acerca de las plantas. El hecho de no asistir al colegio por la pandemia del coronavirus lo ha confinado a recibir sus lecciones escolares vía internet en casa vecina a la mía y sus ratos de descanso los emplea en venir a mis jardines utilizando como medio de transporte su patineta unas veces y otras su bicicleta. Muy sutilmente y sin saber en qué momento, de la observación de las flores pasamos luego a investigar el proceso de algunas semillas muy prolíficas en las matas llamadas “Bocas de Dragón”, a sembrarlas, a esperar la germinación y a compartir alegrías. También esporádicamente él se ha venido convirtiendo en mi ayudante de jardinería, afición que practico con dedicación y enorme celo, y que Andy, que así se llama mi nuevo amigo, comparte conmigo. Abonamos la tierra juntos, regamos con aguas lluvias algunas veces, y ya él también va acumulando maceticas que yo le proporciono y el cuida en un lugar especial en el jardín de su abuela, al cual yo tengo acceso visual, cuando paseo mi perro por los parquecillos del conjunto cerrado que habitamos. Conmovedor fue un hecho inesperado al inicio de nuestra amistad; Andy vino a traerme de regalo la chocolatina de su lonchera en agradecimiento. Creo que este hecho selló nuestro afecto mutuo.
Andy es un niño de una extraordinaria y afortunada sensibilidad que quizás su familia no ha vislumbrado. No hablamos demasiado, trabajamos con las manos iluminadas con el AMOR que emana de nuestra amistad enlazada a la tierra, a las flores, a las matas. Invertimos largos y maravillosos minutos en la contemplación. Embebidos de gozo. Me he dado cuenta que Andy está enamorado. Enamorado de unas flores en especial. Los Pensamientos. Yo hoy he llegado de una larga permanencia lejos de la ciudad y sé que ha venido varias veces a buscarme. Yo le he traído de regalo unas piquis (canicas de cristal) y una matera en forma de jardinera en la cual vamos a plantar sus matas preferidas para que las flores de ellas, los pensamientos, con sus delicadísimos pétalos y sus bellos colores y asombrosas combinaciones que forman una peculiares caritas, alimenten esa su alma sensible y poética, pues creo que Andy irá a ser un hombre en quien la espiritualidad será norte propio.
Confieso ser mujer afortunada. Mi larga vida ha estado siempre rodeada de AMOR-AMISTAD-AMIGOS. De todas las edades. De distintas creencias. Nacionalidades. Hoy vengo de compartir relación amistosa, que ya lleva varios años, con mujer de 96 años, lúcida, simpática, interesante, a quien encontré en esta ocasión algo preocupada pues su licencia de conducción ha caducado recientemente. Paso con facilidad del ambiente aldeano compartiendo con campesinos, a la gran ciudad con vecinos citadinos. Ahora, como antes en mis reuniones tete-a-tete, gozo en mis grupos de zoom con las entrañables compañeras de colegio con quienes completamos 60 o más años de amistad. Y con mis cinco condiscípulas de la universidad con quienes reímos y a veces también lloramos. Conservo relación estrechísima con mi amiga de infancia, Psicoanalista ella, con quien a la distancia (vive en otro país) compartimos el día a día de nuestras vivencias, que van de lo afectivo a lo intelectual, de lo cotidiano a lo trascendental, de la espontaneidad emocional a la elaboración cognitiva … a corazón abierto impregnado de sinceridad. Y con mis hermanas mayores con quienes a más de la hermandad existe amistad. Con mis hermanas he compartido amistosamente muchos y muy significativos momentos. Son a veces mis confidentes y llenan de paz y alegría mis vacios existenciales, pues acudo a ellas y en el diálogo encuentro el cariño y la protección que ha dado seguridad a mi posición de hija menor siempre mimada. Y mis sobrinas, sobre todo la mayor con quien hombro a hombro hemos recorrido vidas paralelas, hasta llegar en el presente a trabajar juntas y tener hijos contemporáneos; las dos viudas, ella tempranamente, yo reciente; las dos con maridos libanenses y por ende con nexos cercanos a esa bella población del Tolima. Estudiamos en el mismo colegio, en la misma universidad y la misma carrera. También con mi sobrina C. Q. de gran sensibilidad poética e intelectual. Docente. Escritora. Investigadora, compartimos intereses, escritos e incógnitas.
Amigas. Amigos
Encuentros afortunados con el amigo de la juventud después de 50 años, encuentro que da brillo singular a la edad muy razonablemente llamada DORADA. Encuentros … que reverdecen la ilusión de cuando a los veinte años se percibía el mundo vibrante, liviano, oloroso a nardos y alelíes.
Tengo amigas más jóvenes y de igual forma entrelazan nuestra relación goces enaltecedores. Incluso tengo un amigo de 24 años, pichón de periodista y escritor, quien califica mis escritos. Y una pareja aún en sus cincuentas que frecuenta desde hace tiempo mi casa alegrando mi soledad, ella con hijos contemporáneos a mi hija Sarita y él académico igual que mi esposo. Y al nombrar a mi esposo vienen a mi corazón alegrías de su grupo de amigos ya casi todos fallecidos como él; aunque con dos sobrevivientes aún me relaciono. Ella una escritora e historiadora de calidades humanas extraordinarias en quien se dan cita el brillo de la inteligencia y la lucidez mental entrelazados con la bondad y las cualidades de la anfitriona capaz de alegrar el paladar y el alma; Mercedes Medina de Pacheco. Él, Luis Enrique Cruz compañero de sus pilatunas cuando contaban diez años de edad, músico, pintor y arquitecto, habitante aún de su nativo Libano-Tolima. De su esplendoroso mundo de las letras existe muy cohesionado un grupo contemporáneo a mi edad, con cuyos integrantes mantenemos aún el hilo dorado de la comunicación por medio de Carlos Orlando Pardo, maravilloso y sin igual líder intelectual de los escritores tolimenses, grupo en el que se encuentran, él en la cúspide, magníficas plumas que dan gloria al terruño con proyección universal.
Así, pues, como la canción … AMIGOS SIEMPRE AMIGOS … Muchos más en mi recorrido vital…. Se me quedan en el tintero muchos más, sobre todo del campo profesional.
Sí AMIGOS, que dan luz a la existencia, con quienes avivamos nuestra capacidad amatoria; capacidad de amar que por excelencia brinda sustento y razón de ser a nuestro paso por la vida, tan efímero, posiblemente intrascendente, pero mágico y glorioso bajo el halo jubiloso de la AMISTAD-AMIGO-AMOR.
Ruth Aguilar Quijano
Especial Pijao Editores