Revista Pijao
Ai Weiwei: 'En la era de Internet, todos somos exiliados'
Ai Weiwei: 'En la era de Internet, todos somos exiliados'

Por Patricia Kolesnikov   Foto Prensa

Clarín (Ar)

¿Cuántas veces más vamos a contar su historia? ¿Cuántas veces vamos a decir que Ai Weiwei nació en China, que el padre era un poeta denunciado y enviado a un campo de trabajo cuando él era chico, que estudió en Estados Unidos, que tuvo un blog y allí hizo crítica política, que, como arte, rompió un jarrón de más de 2.000 años de antigüedad y -adiós a la tradición- lo hizo pedazos? Que colaboró en el diseño del Estadio Nacional de Pekín en 2008, que cuando un terremoto derribó escuelas denunció su mala construcción, que en 2011 estuvo casi tres meses preso, con una acusación de fraude fiscal que no disimulaba bien la censura a sus ideas.

Lo diremos muchas veces más porque sigue creando, porque este es Ai Weiwei, un artista que es también un activista y que se viene ocupando de cerca de la crisis de los refugiados en el mundo, esa que mostró columnas humanas cubriendo cientos de kilómetros a pie para llegar a una frontera o que convirtió el Mar Mediterráneo en una tumba colectiva. El año pasado, Ai instaló cientos de chalecos salvavidas naranjas -los que usan los refugiados en los botes- en las columnas del Konzerthaus de Berlín. Y quien quiera ver, que vea.

Ahora, Ai Weiwei emprende una obra distinta: cine. La película se llama Human flow (Marea humana) y documenta, con rigor y con belleza, el devenir de los refugiados. Una barca, al empezar, cruza el mar; la imagen es tan linda que da bronca. Después Ai y las cámaras van a Lesbos -donde un oficial de Naciones Unidas dice que allí desembarcó ya medio millón de personas- y van al norte de Grecia, y van a la frontera entre Siria y Jordania y a Gaza y al Líbano. Y hablan con africanos, con kurdos, con afganos en Pakistán, con iraquíes huyendo de ISIS, con mexicanos que quieren saltar a los Estados Unidos. Trabajó un año, recorrió veintitrés países. La película se estrena el jueves en el Festival de Mar del Plata. Por mail, contestó algunas preguntas.

-Sus trabajos son cada vez más políticos, ahora llega a un documental. ¿La realidad se le ha impuesto? ¿Considera esta película como una continuidad dentro de su obra artística?

- Soy artista y entiendo que quien observa el mundo desde un punto de vista y con un juicio estético, observa la relación entre el individuo y lo externo, observa la posibilidad de la existencia y la expresión. Para establecer esta expresión es necesario el autocomprensión del artista. Sin embargo este Yo no existe si no se lo relaciona con la realidad y por eso no se puede separar el arte de la política. De modo que nunca dejo de relacionarme a mí mismo con la situación, que puede ser la dictadura o la democracia, la vida tranquila de una persona o la intranquilidad, la globalización o la perturbación. Esta relación nunca desaparece, está cerca de la realidad de muchas personas. Si la expresión de un artista no está basada en la posibilidad de ser entendido emocionalmente, no va a producir efecto. Y este efecto, sea racional o intelectual, no se puede desvincular del marco de la estética dentro de la ética, la moral y la filosofía. Así que no creo que mi arte esté más politizado. Sólo se puede decir que estoy poniendo a prueba mi estética en un ambiente real.

-Vive en un país lejano al suyo, aunque en condiciones diferentes de las de los inmigrantes que retrata (afortunadamente). ¿De qué manera se siente atado a ellos? ¿Usted es parte de la corriente?

-Creo que en la Historia cada uno es una parte, una unidad del movimiento humano. Todos lo somos y yo no soy excepción. Mi padre fue exiliado en el año en que nací. Nos obligaron a dejar nuestro hogar, adonde nunca volvimos. A los 24 años me fui de China y llegué a Estados Unidos, donde la vida no era diferente al exilio. Aunque fui de un país comunista y totalitario a otro extremadamente capitalista y materialista, estaba en una situación de exilio. Cuando volví a China en 1993 yo no era el mismo de antes y China no era la China que había conocido. En la era de la globalización e Internet todos hemos sido exiliados en la esfera global porque la estructura política y económica ha cambiado. Aunque no nos hemos trasladado, todos hemos sido alejados del hogar porque la familiaridad, la pertenencia, la identidad propia y la memoria han sido destruidas totalmente y el viejo sistema de valores ya no existe más. Así pues se puede decir que todos somos exiliados y refugiados moralmente.

-¿El arte, incluida esta película, puede ser usado para señalar un problema? ¿A quién? ¿No es conocido por todos?

-El arte, o esta película, es sólo una advertencia. Podés no prestarle atención. Cuando perdemos el principio del humanismo, ¿dónde está y adónde va el ser humano? Esta película se filmó bajo este principio. Si puede cambiar nuestra situación o no, depende de si esta advertencia puede producir algún efecto.

-¿Cómo elegiste las historias que retratas? ¿Tuviste algún vínculo especial con alguna?

-Elegimos las historias al azar y tenían que ser lo más comunes posible porque la expresión de la humanidad tiene que ser familiar para los espectadores. Esta familiaridad puede acercar al público a los protagonistas. Evitamos usar el ritmo de las noticias y esperamos dar unos segundos más a los espectadores para que contemplen. La contemplación, en el Budismo, es el requisito de la comprensión. La contemplación significa que los espectadores y los protagonistas están en un estado relativamente apacible y libre. El mismo estado lo queremos ofrecer a través de esta película.

- ¿Seguís en contacto con alguno de los inmigrantes?

-Tenemos contacto con algunos y estos contactos generalmente son desesperantes. Su situación no está mejor que cuando los filmamos y tampoco llegamos a darles más ayuda. Su situación no es personal sino que es nuestra también: bajo una condición social supuestamente libre y democrática, nos vemos ante una política que todavía es algo totalitaria. Los individuos se sienten sin medios, desvinculados de la realidad y sin posibilidad de vivir una vida verdadera.

-En la película consideras a los palestinos como refugiados? ¿Por qué?

- Desde cualquier punto de vista, a los palestinos les cabe el significado completo de "refugiados". O mejor dicho, los palestinos definen mejor la palabra refugiado. Ellos viven a largo plazo en un territorio ocupado, o han sido obligados a dejar su territorio. Los que viven en Gaza están encerrados y no pueden irse por voluntad propia. Estar encerrado y ser obligado a dejar el hogar tienen la misma cualidad, porque son situaciones contrarias al principio de libertad, un forzamiento sobre la naturaleza humana. Este no tener hogar o no tener un país como hogar hace que algunos grupos no tengan identidad, lo que es la tortura más grande sobre la humanidad. Sin embargo, la sociedad internacional no lo ve. Hoy día podemos ver que los rohingyas de Bengala también se han convertidos en nuevos palestinos.

-¿Cambió sus planes iniciales de acuerdo con lo que vio durante el rodaje o trabajaste con un guión cerrado desde el principio?

-Mi pensamiento y concepto cambiaron, aunque su magnitud, sí. Pero siempre he querido conocer claramente la situación de los Derechos Humanos. Mi preparación no comenzó cuando empezamos a filmar esta película sino desde que empecé a tener ideología, siempre estuve muy interesado en estos temas debido a mi propia situación y la de mi familia. Ese interés fue creciendo durante mi lucha contra la sociedad totalitaria de China. Se puede decir que soy muy afortunado porque logré poner esta visión en una dimensión más globalizada, lo que me permitió entender el significado de los Derechos Humanos y de la vida. Las discusiones y los cambios políticos sobre la dignidad y naturaleza humana en la sociedad poscapitalista, en las manifestaciones distintas del nacionalismo o en diferentes etapas histórica han sido verificado otra vez en esta película.

-Su cámara acompaña algunos momentos clave: el intento de cruzar una frontera, la llegada del barco de un inmigrante. ¿Cómo se las arregló para llegar en el momento y lugar precisos?

-El documental puede ser de una u otra forma, pero la característica más importante del documental es su distancia de la realidad. Para lograr una distancia apropiada, lo que se necesita es paciencia. Esto requiere un gran trabajo preparatorio. Acercarse a la realidad requiere un esfuerzo enorme. Una grabación o incluso un video no muy claro o una conversación informal, nos pueden traer esperanza o desesperación.

-¿Cómo obtuviste el financiamiento para este proyecto? Debe haber sido muy caro...

- Se puede decir que soy una persona afortunada porque nunca me he preocupado mucho económicamente. Siempre hago las cosas dentro de mi capacidad económica. Cuando creo que vale la pena hacer algo, lo hago sin pesar las consecuencias y siempre me he comportado de esta manera. Estas acciones han producido resultados inesperados. En 2007 cuando estaba haciendo Cuento de hadas (una obra en la que llevó a Kassel, Alemania, a 1001 chinos) no tenía ninguna capacidad financiera. Pero el proyecto era atractivo y conseguí fácilmente un patrocinio generoso. Este proyecto es igual. Cuando comencé, nuestro presupuesto era un tercio del que terminó siendo. Pero muchos amigos y agencias expresaron su aprobación y estuvieron dispuestos a apoyarnos. Por eso digo que tengo mucha suerte. Debido a su dimensión, esta película se tuvo que filmar en muchos lugares y tuvo muchos riesgos y dificultades. Por lo tanto, costó mucho más que un documental común. Pero se puede decir que cada centavo utilizado tiene un significado.

-¿Este proceso, esta película, su enfoque poético, lo han cambiado de alguna manera? ¿Se siente diferente? ¿Ha entendido algo nuevo?

-Hemos elegido entender y expresar poéticamente este tema, ya que desde el principio me di cuenta de que era similar a la mitología griega. No se trata sólo de la relación entre el hombre y el hombre, sino también entre el hombre y Dios. Hoy Dios es otra vez nuestra comprensión de la naturaleza humana. Esta comprensión nos hace reverenciar más la vida y la tierra. El poder misterioso de la naturaleza una vez más pone a la humanidad en la situación de proteger la vida. Filmar esta película me permitió tomar más conciencia de la reverencia primitiva de los seres humanos sobre Dios y la vida en la etapa actual del desarrollo humano. Creo que el esfuerzo que hemos hecho es humilde pero vale la pena.


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