Revista Pijao
Mario Bellatin: Trato de que mis libros escapen de lo cotidiano
Mario Bellatin: Trato de que mis libros escapen de lo cotidiano

Madrid.- Mario Bellatin tiene 20 vidas y todas asoman en sus novelas. Acaba de reeditar Salón de belleza, un texto, como él, de culto, y de publicar Carta sobre los ciegos para uso de los que pueden ver. Las separan 21 años pero dice que son las bases a partir de las que se puede leer el resto de su obra.

Es filósofo, experto en cine, comunicación, religiones, monje sufí, maestro, artista de vanguardia pero, sobre todo, y fundamentalmente, escritor: "Todo lo que he hecho en mi vida es para escribir. No puedo ser amo de dos reinos. Me entrego a escribir y todo lo demás está vinculado", asegura en una entrevista con Efe el mexicano nacido en 1960.

Sus novelas, como las dos que ahora publica Alfaguara, son "máquinas de incertidumbre", "espacios de dolor que magnetizan", "rarezas que destilan humor ácido y que angustian al lector", según dicen los críticos, pero a él cualquier etiqueta le va pequeña porque se sale siempre por los bordes de la realidad.

"Lo que trato en mis libros es que escapen del tiempo cotidiano". Así defiende su voluntad de no caer en la descripción naturalista, "la que entendería la tía Juana".

Por eso la peste que mata a quienes acuden al moridero que es Salón de belleza no tiene nombre, aunque sea muy parecida al sida: "Los jóvenes la leen en virtud de la relación entre la vida y la muerte, no de lo que pasó en una época determinada".

Ahora ha decidido sentar a toda su obra en el diván, en un proceso lacaniano en el que cuenta con la ayuda de una "psiquiatra" (correctora) que le ayuda a dejar en los huesos sus imágenes, a limpiar de impurezas el léxico, a hacer más transparente el contenido por el curioso –y productivo– método de leer en voz alta los textos.

Ha empezado por Salón de belleza (80 páginas) porque le pidieron la reedición en el 20° aniversario del texto. "Quería probar si estaba vigente. Era una apuesta y también tenía el temor de qué pasaría", revela.

Cuando la escribió tenía 30 años y sentía que era un fracaso. Una amiga le animó a ir a una mezquita sufí y encontró un universo paralelo. “Fue fascinante. Cuando ellos hablaban de lo místico yo lo transformaba en artístico: Bach, En busca del tiempo perdido", recuerda.

En Carta sobre los ciegos para uso de los que pueden ver (90 páginas) todo lo que plantea nace de realidades, que él ha mezclado, y que parecen artefactos inconcebibles, "fuera de orden".

"El lector piensa que son ejercicios extremos, pero existen. Hay una Colonia de Alienados Etchepare –a 70 kilómetros de Montevideo–, en la que perros salvajes se comieron a pacientes; conocí a dos hermanos sordo ciegos que se relacionaban entre ellos con una máquina y a un invidente que era profesor de fotografía", relata sobre los elementos sustanciales del libro.

Cree que un texto gana si crea una realidad en la que habla al lector sin darle información que ya conoce.

"No siento que tenga que caer en lo de escritor comprometido pero sí siento que las formas tradicionales en las que se aborda la violencia en México, por ejemplo, son insuficientes", afirma.

La descripción del horror cotidiano, "donde la vida no es el último valor", "donde hay cientos de muertos desollados vivos, se cortan las orejas para pedir rescate, donde se mata a los estudiantes", se ha puesto de moda en la novela, y eso le parece inmoral.

"Uno puede dar cuenta de una guerra con armas más eficaces. Trato de reflejar los mecanismos que hay debajo del dolor, el sufrimiento, el padecimiento. Cuando el horror es tan grande, ya no se puede escribir más sobre eso”, agrega.

"Escribo tachando", decía Juan Rulfo; "escribo borrando", Augusto Monterroso. Él es capaz de escribir una novela de 2.500 páginas y dejarla en 70, porque su forma de contar una historia es "des-escribiéndola", tanto que en la Escuela Dinámica de Escritores de Ciudad de México, que fundó en 2000, la primera regla era que allí estaba prohibido escribir.

Con información del diario El Universal de Caracas (Ve)


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